miércoles, 19 de diciembre de 2012

El médico y los toros


El acto de la visita médica se ha comparado muchas veces con una corrida de toros. El visitador médico es el torero, y el médico es –con perdón- el toro. El visitador-torero cuenta con la correspondiente muleta (el folleto) que debe saber manejar adecuadamente. El folleto (muleta) se despliega ante el médico para fijar su atención y hacerle “entrar” a él. Cada argumentación que se va exponiendo ante el médico es un pase de muleta y es necesario hacer varios pases y muy bien hechos, para conseguir que el médico (toro) llegue entregado al final. En el transcurso de la lidia (visita) el toro (médico) puede pararse y dejar de embestir (cuando deja de prestar atención) o puede cabecear e incluso cornear (cuando plantea objeciones). El buen arte del torero (visitador) deberá solventar esas embestidas violentas (objeciones) dando la respuesta razonada y emotiva correspondiente para llevar de nuevo al toro al redil (la muleta o folleto).

Al igual que la lidia de un toro, la visita médica tiene un tiempo de duración determinado, normalmente en este caso suelen ser tres a seis minutos. Una vez el médico-toro ha obedecido y seguido lo que le indicábamos con el folleto-muleta, llega la hora decisiva, la de entrar a matar, que en este caso es “rematar la faena” y ese remate no es otro que “pedir la receta” y conseguir que el médico recete el producto que le hemos presentado.

Si se consigue que el médico recete el producto, la faena habrá sido un éxito y el torero saldrá por la puerta grande; ese éxito se verá reflejado en las ventas que las farmacias de la zona harán de ese producto y si esas ventas alcanzan o superan los objetivos que le haya marcado el laboratorio, el visitador-torero recibirá como recompensa unos emolumentos extra, ya que el sueldo de todos los visitadores médicos se compone de una parte fija y otra variable en función de las ventas que consigan.

Afortunadamente para el médico, después de la lidia seguirá vivo; pero para su desgracia, después de haber entrado en faena con ese visitador-torero le entrará otro y otro... y así un día tras otro. El despacho en donde pasa consulta un médico es –se me olvidó decirlo- la plaza de toros... o más bien de capeas, porque el toro siempre es el mismo y los toreros son muchos y hasta hacen cola para conseguir su oportunidad y su momento de gloria...

1 comentario:

Ana dijo...

Vaya torito,ay torito guapoooo...pero no todos los toros se dejan torear.