jueves, 26 de junio de 2014

Descubriendo “snips”

(AZprensa) Cuando un grupo de 10 grandes laboratorios farmacéuticos decidió unirse en un proyecto para identificar y cartografiar el genoma humano, su ejemplo fue seguido por otras compañías e instituciones que decidieron igualmente sumarse a dicha iniciativa. Así, por ejemplo, unos de los primeros en unirse fueron Motorola y el Wellcome Trust, del Reino Unido, incrementando los recursos aportados por los diez socios fundadores: AstraZéneca, Bayer, Bristol Myers Squibb, Hoffman La Roche, Glaxo Wellcome, Hoechst Marion Russel, Novartis, Pfizer, Searle y Smith Kline Beecham).

Los investigadores de este proyecto utilizaron material genético de individuos de distintas etnias para encontrar esas pequeñas variaciones genéticas que, a medida que iban siendo descubiertas, se introducían en una base de datos pública gestionada por el Cold Spring Harbor Laboratory, un centro del que han salido varios premios Nobel. En apenas unos meses de trabajo consiguieron identificar más de 41.000 “snips” (polimorfismos de un solo nucleótido), que son algo así como tres millones de letras de un gran libro cada uno de ellos.

Todo el trabajo de identificación se llevó a cabo en el Instituto Whitehead y la Universidad de Washington, en Estados Unidos, junto con el Centro Sanger, del Reino Unido.

Lo más importante, y no siempre debidamente divulgado a la opinión pública, fue que todos los socios de este proyecto se comprometieron desde el principio a no patentar las secuencias genéticas descubiertas –que serían de dominio público, aunque eso sí –ya que se trata de empresas comerciales, no de ONGs- sí podrían hacerlo a partir de cualquier información biológica que surgiese a raíz de esos descubrimientos. 

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