jueves, 3 de julio de 2014

El regalo de un padre a su hijo asmático

(AZprensa) Numerosas compañías han desarrollado diferentes dispositivos para mejorar la administración del fármaco. Los inhaladores de polvo seco (que comenzaron a utilizarse en las décadas de los 70 y 80) han constituido la mejor opción y entre ellos ha destacado un dispositivo denominado “Turbuhaler” que ha llegado a convertirse en el inhalador de polvo seco más utilizado del mundo.

El descubrimiento de este dispositivo se produjo en 1987 en los laboratorios de AstraZéneca, a cargo de un ingeniero sueco, Wetterlin, que tenía un hijo asmático. El Turbuhaler consiste en un sistema de inhalación de polvo seco, pero con la particularidad de que aquí se suministra la sustancia en estado prácticamente puro, sin ningún tipo de aditivos, sin excipientes. Su nombre viene dado por la boquilla, que tiene un dispositivo en espiral que hace que el paciente genere sin esfuerzo un flujo turbulento a la hora de aspirar y que las partículas que arrastra choquen contra esa boquilla, se fraccionen, y lleguen a adquirir un tamaño igual o menor a cinco micras de diámetro. Esto garantiza que la reposición en el depósito pulmonar sea en torno al 30 o 32 por ciento, que es el doble de lo que se conseguía con el aerosol y también un 10 por ciento más de lo que se conseguía con los sistemas de aerosol más cámara.

Si un niño es capaz de aspirar por una pajita, eso es suficiente para poder utilizar el Turbuhaler. Además, con este dispositivo, el paciente no tiene que sincronizar la inhalación ya que es él quien la dirige, ni tampoco es necesario que haga apnea como con los dispositivos de otro tipo.

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