jueves, 22 de diciembre de 2016

Entrar sano al hospital y terminar enfermo

(AZprensa) Son muchos los pacientes que ingresan en el hospital para someterse a cualquier tipo de cirugía y luego esta se complica con una infección adquirida dentro del hospital. Son las llamadas infecciones “nosocomiales”, quizás porque esta palabra técnica descarga de responsabilidad al hospital cuando en realidad se trata de una “infección hospitalaria”, es decir, una infección adquirida dentro del hospital.

Las resistencias bacterianas tienen una incidencia muy importante en la propagación de las infecciones hospitalarias, siendo las más frecuentes las infecciones por la herida quirúrgica, las infecciones urinarias, las respiratorias y las relacionadas con los catéteres endovenosos. Estas infecciones pueden alargar la estancia hospitalaria de los pacientes entre 2 y 9 días, lo que repercute tanto en la salud del paciente como en el gasto sanitario. En el caso de las bacteriemias intrahospitalarias en general, el coste asociado se incrementa en 15.000 euros de media, cantidad que puede llegar a duplicarse –o triplicarse en algunos casos–  si se añade el fenómeno creciente de la resistencia a los antibióticos.

La resistencia a los antibióticos es uno de los principales problemas de salud pública, a lo que contribuye también el uso inapropiado de antibióticos. Los pacientes con infecciones producidas por bacterias resistentes a los antibióticos tienen menos opciones de recibir tratamientos de máxima eficacia, y se calcula que, anualmente, en España fallecen 2.500 personas debido a las resistencias a los antibióticos. 

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