(El Inefable) Cuando hablamos de evolución humana y nos referimos a
nuestros antepasados, solemos denominarlos “homínidos”, lo cual no es correcto
según explica Antonio Rosas, autor del libro “Los
primeros homininos. Paleontología humana”, del CSIC. Lo primero que
deberíamos tener claro es que un “homínido” no es lo mismo que un “hominino”.
Un “hominino” es un miembro del grupo zoológico que incluye a todos los
organismos, vivos o extintos, que están evolutivamente más próximos al ser
humano (H. sapiens) que al chimpancé común (P.troglodytes).
Y es que la idea de que venimos del mono está, por lo general, mal entendida. Así
intenta explicarlo Antonio Rosas: “Por supuesto que descendemos de antepasados
primates. Pero no ‘venimos’ de ninguna especie de mono actualmente viva ni de
los chimpancés. Estos últimos son, en un sentido amplio, nuestros hermanos
evolutivos. Ambas especies descendemos de un antepasado común que vivió en las
selvas africanas del Mioceno”.
Por eso este paleantropólogo quiere desmontar la idea antigua de la
gran cadena de los seres humanos, muy arraigada en el pensamiento occidental,
que representa de forma lineal la evolución del mono peludo que anda a cuatro
patas al humano actual, erguido y lampiño, por lo general varón y blanco.
Lo que plantea es que la evolución humana, lejos de ser un proceso
lineal y simple, es un complejo entramado del que han surgido múltiples
géneros, especies y formas de relacionarse con la naturaleza. El origen y la
diversidad de los primeros “homininos” nos ayudan a entender cómo se han
configurado las bases de nuestra anatomía.
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