martes, 20 de abril de 2021

El día que fui recibido como un héroe

(AZprensa) ¿Te imaginas bajar del avión y encontrar esperándote a una multitud que te saluda y aclama con fervor? Pues eso me pasó a mí. Un día, al salir del avión me sorprendió ver cómo una multitud de personas de todas las edades aunque con abundancia de jóvenes, gritaba histéricamente al verme y me saludaban con entusiasmo. ¿Qué había hecho yo para merecer tal recibimiento? Esta es la historia…

Era un viaje más, uno de los muchos que hacía a Vigo para desplazarme hasta la fábrica de nuestra compañía en O Porriño. Como siempre, cogía el primer avión de la mañana y ni siquiera el café podía espabilarme demasiado. Entré de los primeros en el avión y tomé asiento –como ya era mi costumbre- en la primera fila junto al pasillo. Eché un breve vistazo al periódico, pero como tenía sueño preferí cerrar los ojos y echar un sueñecito. Cuando despegó el avión hacía rato que yo también estaba volando en el mundo de los sueños.

El aviso de la azafata indicando que nos abrochásemos los cinturones ya que íbamos a tomar tierra, me despertó de mi reparador sueño. Ese descanso adicional me había venido muy bien para afrontar aquél día de trabajo. Había organizado una rueda de prensa para las 11 de la mañana y confiaba en que acudiesen a la misma muchos periodistas, no en vano había contactado con los responsables de la información sanitaria de todos los medios de comunicación de Galicia y les había enviado una convocatoria realmente atractiva. Pensaba, con fundamento, que acudirían a mi rueda de prensa muchos periodistas, no solo de información sanitaria sino también de información general, alentados por la noticia del ámbito de la salud y de gran alcance social que les íbamos a presentar aquél día, de la mano de algunos expertos en la materia. Lo que no podía imaginarme bajo ningún concepto era el recibimiento que me esperaba.

Y así fue, porque cuando salí del avión quedé perplejo al contemplar una muchedumbre (principalmente chicas jóvenes, aunque también había chicos e incluso algunas personas mayores) que nada más verme comenzaron a gritar de forma histérica. Ni en el más remoto de mis sueños hubiera podido imaginar un recibimiento así, tal entusiasmo por ver mi llegada, todos esos brazos agitándose saludándome e incluso algunas lágrimas de emoción brotando de los ojos de aquellas chicas tan bellas... Me sentí como el Country Communication Manager más afortunado del planeta al comprobar el éxito de mi convocatoria y el entusiasmo y admiración que causaba mi llegada en aquella multitud de chicas jóvenes a las que a duras penas podía contener la policía para que no derribasen las vallas que protegían el pasillo por el cual avanzaba.

Sin embargo, una vez había dado unos cuantos pasos, pude comprobar con decepción que sus gritos y miradas no seguían mi recorrido, sino que continuaban mirando detrás de mí (como yo me había sentado en la primera fila, fui el primero en salir y detrás de mi venían todos los demás pasajeros). Entonces me di la vuelta y pude comprobar que quienes avanzaban justo detrás de mí eran los jugadores de la selección española de fútbol. Resulta que iban a jugar allí un partido al día siguiente y yo no había caído en ese detalle, como tampoco me había dado cuenta (distraído como estaba con el periódico, primero, y con mi sueño, después) que a los pocos minutos de sentarme en el avión y cerrar los ojos, habían ido pasando uno a uno, junto a mi asiento, rozando mi codo, todos los jugadores de la selección española.

En fin, por lo menos, esa sensación de ser un gran ídolo de masas no me la quita nadie y permanecerá para siempre en el recuerdo… como también el éxito de aquella rueda de prensa que organicé, que todo hay que decirlo.


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