(AZprensa)
En el mundo corporativo, donde las jerarquías y las dinámicas de poder son
omnipresentes, existe un fenómeno social muy particular: los empleados y
directivos que se especializan en "hacer la pelota" a sus superiores.
Este comportamiento, aunque no es nuevo, se ha intensificado en el contexto
moderno de empresas donde la visibilidad y el reconocimiento personal pueden
ser tan valiosos como el desempeño real.
"Hacer
la pelota" se refiere a una serie de acciones y actitudes que un empleado
o directivo adopta con el objetivo principal de complacer y ganar el favor de
su jefe, a menudo a costa de la productividad y la eficacia en el trabajo.
Estos comportamientos pueden incluir:
Exceso
de adulación: Elogiar desmesuradamente las decisiones del jefe, incluso cuando
estas no son las más acertadas.
Búsqueda constante de visibilidad: Asegurarse de que el jefe note su presencia y dedicación, a menudo mediante la asistencia excesiva a reuniones o eventos donde el jefe estará presente.
Asumir el papel de mensajero: Ser el primero en llevar noticias, especialmente las buenas, directamente al jefe para ganar puntos de favor.
Alineación incondicional: Adoptar la opinión del jefe incluso en situaciones donde el sentido común o la ética profesional sugieren lo contrario.
Evitar el riesgo: Prefieren no tomar decisiones sin el consentimiento explícito del jefe, para así evitar cualquier posibilidad de fracaso que pueda ser mal visto.
Impacto
en la Empresa
Este tipo de comportamiento puede tener consecuencias significativas tanto para el individuo como para la organización:
Desequilibrio
en la Distribución del Trabajo: Los "pelotas" suelen dedicar tiempo a
actividades que no aportan valor real, lo que puede resultar en una menor
productividad y en la sobrecarga de trabajo para otros empleados que sí se
enfocan en sus tareas.
Decisión Basada en la Popularidad, No en el Mérito: Las promociones o asignaciones de proyectos importantes pueden basarse más en quién es el favorito del jefe que en quién es el más competente, lo que puede desmoralizar a los empleados talentosos.
Ambiente Laboral Tóxico: La percepción de favoritismo puede crear un ambiente de desconfianza, competencia desleal y desmotivación entre el personal.
Pérdida de Innovación: La falta de disidencia o la supresión de opiniones diferentes para mantener el favor del jefe puede atrofiar la creatividad y la innovación dentro de la empresa.
Desde
una perspectiva psicológica, este fenómeno puede ser visto como una
manifestación de inseguridad, la necesidad de validación, o una estrategia
calculada para avanzar en la carrera profesional. Sin embargo, desde la óptica
del liderazgo efectivo, un jefe debería ser capaz de discernir entre la
adulación y el verdadero mérito:
Liderazgo
Auténtico: Los líderes deben fomentar un ambiente donde se valore el trabajo
duro y la innovación por encima de la adulación. Esto incluye ser conscientes
de sus sesgos y estar abiertos a críticas constructivas.
Desarrollo de una Cultura de Mérito: Implementar sistemas de evaluación objetivos que premien el desempeño real y la contribución a los objetivos de la empresa, reduciendo así la efectividad de la "pelota" como estrategia de ascenso.
Educación y Conciencia: Sensibilizar tanto a empleados como a directivos sobre los perjuicios de estas prácticas y promover un ambiente de colaboración y respeto mutuo.
En
conclusión, aunque "hacer la pelota" puede parecer una táctica eficaz
para algunos a corto plazo, a largo plazo, tanto los individuos como las
organizaciones se benefician más de un entorno donde la excelencia, la
integridad y la innovación son los verdaderos motores del éxito. La clave está
en reconocer y celebrar el desempeño genuino, fomentando una cultura donde
todos los empleados, independientemente de su posición en la jerarquía, puedan
aportar valor de manera auténtica. El “arte de agradar al jefe” es un arte
efímero que no sobrevive con el paso del tiempo.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Memorias de un Dircom”: https://www.amazon.es/dp/B092XFBPKY
Búsqueda constante de visibilidad: Asegurarse de que el jefe note su presencia y dedicación, a menudo mediante la asistencia excesiva a reuniones o eventos donde el jefe estará presente.
Asumir el papel de mensajero: Ser el primero en llevar noticias, especialmente las buenas, directamente al jefe para ganar puntos de favor.
Alineación incondicional: Adoptar la opinión del jefe incluso en situaciones donde el sentido común o la ética profesional sugieren lo contrario.
Evitar el riesgo: Prefieren no tomar decisiones sin el consentimiento explícito del jefe, para así evitar cualquier posibilidad de fracaso que pueda ser mal visto.
Este tipo de comportamiento puede tener consecuencias significativas tanto para el individuo como para la organización:
Decisión Basada en la Popularidad, No en el Mérito: Las promociones o asignaciones de proyectos importantes pueden basarse más en quién es el favorito del jefe que en quién es el más competente, lo que puede desmoralizar a los empleados talentosos.
Ambiente Laboral Tóxico: La percepción de favoritismo puede crear un ambiente de desconfianza, competencia desleal y desmotivación entre el personal.
Pérdida de Innovación: La falta de disidencia o la supresión de opiniones diferentes para mantener el favor del jefe puede atrofiar la creatividad y la innovación dentro de la empresa.
Desarrollo de una Cultura de Mérito: Implementar sistemas de evaluación objetivos que premien el desempeño real y la contribución a los objetivos de la empresa, reduciendo así la efectividad de la "pelota" como estrategia de ascenso.
Educación y Conciencia: Sensibilizar tanto a empleados como a directivos sobre los perjuicios de estas prácticas y promover un ambiente de colaboración y respeto mutuo.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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