(AZprensa) Como una melodía que se aferra al alma, como
el eco de una guitarra en la penumbra de un café genovés, así es la historia de
amor entre Gino Paoli y Ornella Vanoni. Un amor que, como las olas del mar de
Liguria, llega y se retira, pero nunca se apaga. Un amor que se canta en sus
canciones, que se llora en sus silencios y que, a pesar del tiempo, sigue
siendo senza fine, sin fin. Esta es la crónica de dos corazones que se
encontraron en la vorágine de la música y se perdieron en la tormenta de la
vida, pero que, aun en la distancia, nunca dejaron de buscarse.
El encuentro: un destello en la penumbra
Corría el año 1960 cuando los caminos de Gino y Ornella
se cruzaron en los pasillos de la discográfica Ricordi, en Milán. Él, un joven
cantautor de mirada melancólica y versos que parecían arrancados de un diario
íntimo; ella, una voz de terciopelo, una diva en ciernes con el fuego de la
mala milanese en su alma. En ese primer encuentro, ambos se miraron con
curiosidad, casi con desconfianza, temiendo que el otro escondiera un secreto
inconfesable. Pero la música, como siempre, fue más sabia que ellos. Gino
escribió para Ornella “Me in tutto il mondo”, y en esas notas nació algo más
que una colaboración artística: una pasión que los consumiría.
Cuando Gino compuso “Senza fine”, inspirado por las manos
grandes y expresivas de Ornella, no solo le regaló una canción; le entregó su
corazón. “Tú eres como el viento que lleva violines y rosas”, canta la letra, y
así era ella para él: un torbellino de emociones que lo elevaba y lo hería al
mismo tiempo. Pero su amor, desde el principio, estuvo marcado por la sombra de
lo imposible. Gino estaba casado con Anna Fabbri, y Ornella, aunque enamorada,
se convirtió en la amante, en la musa que vivía en los márgenes de su vida. “Ci
siamo innamorati come pazzi”, confesaría años después Ornella, con la voz
quebrada por el recuerdo. “Pero él tenía una esposa, y además me traicionaba.
Yo lo buscaba, pero no lo encontraba nunca. Y lloraba, lloraba…”.
La tormenta: amores prohibidos y despedidas
El amor de Gino y Ornella fue un vals de encuentros y
despedidas, de promesas susurradas y corazones rotos. En 1963, la tragedia tocó
sus vidas cuando Ornella perdió un hijo que esperaba de Gino, un dolor que los
unió y los separó aún más. “Fue nuestro, pero no llegó”, diría ella con la
mirada perdida, como si aún pudiera sentir el peso de esa ausencia. Ese mismo
año, Gino, atrapado en un torbellino de emociones que nunca explicó del todo,
intentó quitarse la vida disparándose al pecho. La bala, milagrosamente, se
detuvo a milímetros de su corazón, como si el destino quisiera recordarle que
aún tenía canciones por escribir y amores por vivir. Ornella, al enterarse,
corrió al hospital. Lo encontró lleno de oxígeno, riendo entre delirios,
tirándole del cabello como un niño. “No pensé en nada, solo fui a verlo”,
recordaría ella, con la ternura de quien nunca dejó de amarlo.
Pero la vida, como una de las baladas de Paoli, no
concede finales felices tan fácilmente. Anna, la esposa de Gino, pidió a
Ornella que se apartara, y ella, con el corazón en pedazos, obedeció.
“Acompáñame a la estación”, le dijo a Gino en Forte dei Marmi, y con esas
palabras se despidió, dejando tras de sí un amor que no podía poseer. Poco
después, Ornella se casó con el empresario teatral Lucio Ardenzi, un matrimonio
que ella misma reconoció como un error. “Quería todavía a Gino. Él me advirtió
hasta el final, incluso amenazó con irrumpir en la boda cantando ‘Senza fine’”,
confesó entre risas y lágrimas. Mientras tanto, Gino se enamoró de la joven
actriz Stefania Sandrelli, con quien tuvo una hija, Amanda, en un romance que escandalizó
a la Italia de los años sesenta. Pero incluso en esos nuevos amores, la sombra
de Ornella seguía presente, como un verso que se niega a ser olvidado.
El regreso: un amor que no muere
A pesar de las despedidas, Gino y Ornella nunca se
perdieron del todo. Su amor, aunque herido, se transformó en una amistad
profunda y en una colaboración artística que marcó la música italiana. En 1985,
volvieron a los escenarios con la gira “Insieme”, un reencuentro que hizo soñar
a sus admiradores con una reconciliación imposible. “Recitábamos tan bien que
hasta mi madre temió que volviéramos a estar juntos”, bromeó Gino años después.
En 2004, para celebrar los 70 años de Ornella, grabaron el álbum “Ti ricordi?
No non mi ricordo”, un disco que destilaba nostalgia y complicidad, como si el
tiempo no hubiera pasado. Ese mismo año, publicaron el libro “Noi due, una
lunga storia”, una autobiografía a dos voces que narraba no solo su amor, sino
también el alma de una época.
El regreso: un amor que no muere
Gino, con su filosofía de trovador, siempre sostuvo que
el amor verdadero no muere. “Si amo a una mujer, es para toda la vida. Las
razones por las que la amé siguen ahí, la belleza permanece”, declaró en una
entrevista a Vanity Fair. Y Ornella, con su ironía y su franqueza, nunca negó
que Gino fue el gran amor de su vida. “Lo amé con locura, pero era su amante.
Su esposa me pidió que me apartara, y lo hice. Pero nunca lo olvidé”, confesó
en el programa Belve. Incluso en sus noventa años, cuando el mundo los veía
como leyendas de la música, seguían intercambiando pullas y recuerdos, como dos
amantes que nunca dejaron de provocarse. “Él dice que es irónico, pero yo lo
soy más”, bromeó Ornella en 2023, tras una aparición conjunta en Sanremo que
hizo suspirar a toda Italia.
Un amor sin fin
La historia de Gino Paoli y Ornella Vanoni es como una de
sus canciones: romántica, imperfecta, eterna. Es el relato de dos almas que se
amaron con la intensidad de un verano italiano, que se hirieron con la crueldad
de las despedidas y que, aun así, encontraron la manera de seguir unidas. No
importa que Gino haya amado a otras mujeres —Anna, Stefania, su segunda esposa
Paola— ni que Ornella haya vivido otras pasiones —Giorgio Strehler, Hugo Pratt,
Lucio Ardenzi—. Entre ellos siempre hubo un hilo invisible, una melodía que los
devolvía el uno al otro.
Hoy, con noventa años a cuestas, Gino y Ornella siguen
siendo un reflejo de lo que cantaron en “Senza fine”: un amor que no conoce el
ocaso, que se burla del tiempo y de las distancias. “Si llegamos a los noventa,
haremos otro concierto juntos”, prometieron una vez, y cumplieron. Porque su
amor, como el mar que baña las costas de Génova, es infinito, tormentoso,
imposible de contener. Y mientras sus canciones sigan sonando, mientras alguien
tararee “Senza fine” en una noche estrellada, Gino y Ornella seguirán amándose,
en algún rincón del alma, para siempre
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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