domingo, 2 de marzo de 2014

Insultos disimulados

Es frecuente presenciar en los medios de comunicación la descalificación del contrario y, si las caras visibles de las empresas y organizaciones son sus presidentes, no es de extrañar que también estos se vean objeto de críticas e incluso insultos. Pongo como ejemplo actual a los presidentes de los dos Consejos Generales, de Médicos y de Enfermería. Al primero de ellos, Juan José Rodríguez Sendín, el digital sanitario Sanifax le ha llamado reiteradamente “el cateto de La Mancha” e incluso ha tratado en alguna ocasión de decir que “cateto” no es un insulto sino que se refiere a un “lugareño” y que “La Mancha” es la región española a la que pertenece; pero el mismo diccionario de la RAE advierte que bien se trate de un “lugareño” o de un “palurdo” (los dos significados que la RAE asocia a esta palabra) se trata de un término “despectivo”.

Por lo que se refiere al otro ejemplo, Máximo González Jurado, el digital PR Noticias se ha referido a él llamándole “callista”. Es evidente que esa palabra no es un insulto sino una forma de referirse a los podólogos y que según el diccionario de la RAE es una “persona que se dedica a cortar o extirpar y curar callos, uñeros y otras dolencias de los pies” y se justifican diciendo que, efectivamente, el citado presidente tiene esa titulación. Pero lo que resulta claro es que la reiteración en llamar “callista” a un presidente se hace con ánimo de molestar.

Desde aquí no entramos a valorar estos procederes, sino simplemente a dejar constancia de una práctica habitual en nuestros medios de comunicación. 

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