La reencarnación: Propósito

(AZprensa) El alma humana, aunque nace de Dios y lleva en sí la semilla de la perfección divina, no es consciente de su propia naturaleza al principio. Por eso regresa una y otra vez a la carne, vida tras vida, en un largo proceso de despertar. Cada encarnación es una escuela: un ciclo de prueba, error, aprendizaje y depuración que la acerca poco a poco a la plena consciencia de lo que realmente es.
 
El propósito no es otro que reconocerse a sí misma como chispa eterna, comprender el camino de esfuerzo y superación que ha de recorrer, y dirigirse con lucidez hacia su destino último: la reunificación total con la Fuente, el retorno consciente al seno de Dios.
 
Por eso, aunque ahora habite este cuerpo limitado, el alma nunca pierde su vínculo secreto con el Origen. Mantiene abierto, en lo más hondo de su ser, un hilo de luz que la une al Alma Universal de la que procede. De allí le llega la inspiración que no explica la razón, el destello de certeza en medio de la duda, la voz callada que la guía cuando todo parece perdido. Ese es el recuerdo vivo de su verdadera patria y la brújula que, vida tras vida, la conduce de regreso a Casa.
 

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