viernes, 31 de octubre de 2025

¿Por qué celebramos Halloween?

(AZprensa) Seguro que alguna vez te has preguntado por qué celebramos Halloween cuando es una fiesta que no tiene ninguna tradición en España sino que ha sido importada directamente de Estados Unidos. Si buscas en Internet encontrarás diversas explicaciones, pero, pensando en ellas por un momento, me vino a la mente –en un flash de clarividencia- cuál es la razón por la cual celebramos esta fiesta: “Porque nos hemos convertido en zombis”.
Y si no, sólo tienes que salir a la calle y mirar a tu alrededor. ¿Cómo va la gente, no este sino todos los días? Van caminando como auténticos zombis, ajenos a todo lo que sucede a su alrededor, porque tienen la mirada clavada en el móvil desde donde los poderes público adormecen su cerebro.
Pero hay algo aún peor. Sólo tienes que mirar dentro de tu propia casa: Todos los miembros de la familia pasan más tiempo pendientes del móvil o de la televisión, que de los seres que conviven en esa casa.
¡Lo han conseguido! ¡Esta es una sociedad de muertos vivientes, de cerebros adormecidos que no piensan por sí mismos y sólo siguen los dictados de las corrientes de pensamiento único que se divulgan a través de las redes sociales! ¡Por eso es tan apropiado que se celebre este día! ¡Lo han conseguido!
 

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El presidente de Gobierno que no sabe nada

(AZprensa) En una comparecencia que duró casi cinco horas y que se presumía como un ajuste de cuentas con la corrupción en el PSOE, Pedro Sánchez apareció ante la comisión de investigación del Senado el 30 de octubre de 2025. Convocado por el PP para esclarecer el "caso Koldo" —esa trama de comisiones ilegales por mascarillas durante la pandemia que salpica a exministros como José Luis Ábalos y al actual secretario de Organización, Santos Cerdán—, el presidente del Gobierno optó por una estrategia que podría titularse "La amnesia presidencial". "No me consta", "no recuerdo", "no lo sé" o "desconozco" fueron las muletas verbales que repitió hasta la saciedad, sumando al menos 18 "no me consta", 11 "no lo sé", 7 "no tengo constancia", 6 "no recuerdo" y 5 "desconozco", según el recuento exhaustivo del PP.

El resultado: un circo, como él mismo lo tildó, pero donde el payaso principal era él que debería dar explicaciones al país.
 
La sesión, celebrada en la Sala Clara Campoamor del Senado —su primera comparecencia en la Cámara Alta en casi veinte meses—, comenzó con un Sánchez altivo. "Es un placer estar aquí", ironizó, antes de calificar la comisión de "circo" y "comisión de difamación" destinada a "retorcer el relato y dar crédito a bulos".
El interrogatorio corrió a cargo del senador popular Alejo Miranda, quien en más de 50 minutos lanzó una cascada de preguntas sobre la trama Koldo, los pagos en efectivo del PSOE, el rescate de Air Europa y, sobre todo, las sombras que rodean a la familia del presidente: su hermano David, su esposa Begoña Gómez y hasta el difunto suegro. Pero Sánchez, fiel a su guion, se escudó en el olvido selectivo. ¿Víctima de una memoria frágil o de una táctica para evitar el falso testimonio? El PP lo tiene claro: "Son las respuestas de un culpable que no quiere sumar nuevos delitos a su causa".
 
Un rosario de "no me consta" que roza lo cómico. Imaginemos la escena: el senador Miranda pregunta por Mariano Moreno, el extesorero del PSOE que alertó de los "gastos excesivos" de Ábalos. "¿Le avisó personalmente en La Moncloa?". Respuesta: "Que yo recuerde, no".
¿Sobre las maletas de Delcy Rodríguez en Barajas? "No me consta". ¿Leire Díez, la "fontanera" del PSOE investigada por presiones a fiscales, actuaba por encargo del partido? "Que me conste a mí, no".
Y así, un catálogo de evasivas que Libertad Digital compiló en 40 "mentiras y no me consta", desde si Koldo García custodió urnas de primarias ("No recuerdo") hasta si Zapatero medió en el rescate de Plus Ultra ("Que me conste, no").

El colmo llegó con las preguntas familiares, que Sánchez desvió como irrelevantes: "¿Qué tiene que ver con esta comisión?". Sobre su hermano David, imputado por presuntas irregularidades en Badajoz y con residencia fiscal en Elvas (Portugal), el presidente se limitó a defender su "inocencia" sin entrar en detalles. "¿Vivía en Elvas? ¿Tenía residencia fiscal allí?". Silencio culpable, seguido de un "no me consta" que sonó a chiste malo.
En redes, el hastío fue inmediato: "No me consta" se convirtió en meme.
 
Pero si el "no recuerdo" era ya un clásico, la comparecencia elevó la amnesia a niveles surrealistas. Sánchez, que ha posado en innumerables fotos familiares y actos públicos con su hermano David —desde campañas electorales hasta vacaciones compartidas, con archivos fotográficos que datan de años y muestran una "alegre convivencia"—, ahora "no recuerda" detalles básicos. "¿Dónde vivía tu hermano en esa época?". Respuesta: evasiva total, como si David fuera un vecino lejano en vez de un familiar directo implicado en investigaciones judiciales.

Peor aún con Begoña Gómez: "¿Tu mujer medió en el rescate de Air Europa?". "Por supuesto que no", replicó Sánchez, citando un informe de la UCO que la exculpa. Pero cuando Miranda insistió en las declaraciones de Víctor de Aldama —el empresario que la señala en tramas de influencia—, el presidente optó por: "No recuerdo cuándo lo conocí, quizás en un mitin".

¿Y las fotos de Begoña con Aldama en eventos del PSOE, documentadas durante años? Silencio. Como si el álbum familiar se hubiera borrado de su memoria. Sánchez defendió la "inocencia" de su esposa y hermano con vehemencia, pero sin pruebas concretas, solo con ataques a la "máquina del fango" y al Partido Popular.
 
Admitió haber cobrado en efectivo como secretario general del PSOE —"Lo veo normal"—, pero negó cualquier irregularidad en la financiación del partido. Sobre Ábalos, lo llamó "sólido" pese a su cese "por razones políticas"; sobre Cerdán, "decente" pese a su prisión provisional.

Esta comparecencia no aclaró nada; al contrario, amplificó la desconfianza. Un presidente que "no sabe nada" de lo que rodea a su Gobierno y familia no inspira confianza. ¿Es amnesia genuina o cálculo? El Supremo, que investiga aristas del caso, tendrá la última palabra. Mientras, los españoles nos quedamos con un líder que, como en esa anécdota tuitera, "no recuerda ni por qué lleva las gafas".
 
España y los españoles merecemos más que un "no me consta”.
 

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jueves, 30 de octubre de 2025

El cerebro alcanza su mejor edad a los 60 años

(AZprensa) Un grupo de científicos de varios países ha descubierto en qué etapa de la vida el cerebro funciona mejor. Según un estudio publicado en la revista Intelligence, el cerebro alcanza su máximo rendimiento en la mediana edad, entre los 55 y 60 años. Esto se debe a que, aunque algunas habilidades, como la memoria a corto plazo o la rapidez para pensar, empiezan a disminuir a partir de los 30 años, otras capacidades, como la inteligencia emocional, la empatía y la toma de decisiones, siguen mejorando con los años.
 
Los investigadores analizaron 16 aspectos diferentes de la mente, incluyendo cinco rasgos principales de la personalidad: ser extrovertido, emocionalmente estable, abierto a nuevas experiencias, amable y responsable. Descubrieron que la responsabilidad alcanza su punto más alto alrededor de los 65 años, y la estabilidad emocional sigue creciendo incluso después de los 70.
 
El estudio muestra que, entre los 55 y 60 años, las personas logran un equilibrio entre experiencia, control emocional y conocimiento, lo que les permite tomar decisiones más acertadas y manejar situaciones complejas. A partir de los 65 años, el rendimiento mental comienza a disminuir poco a poco, y este descenso se nota más después de los 75. Sin embargo, los científicos aclaran que no todos envejecen igual: el estilo de vida y las diferencias personales influyen mucho.
 
Este descubrimiento demuestra que envejecer no significa perder capacidades. Al contrario, las personas mayores suelen ser mejores en tareas que requieren juicio, liderazgo y decisiones importantes gracias a su experiencia y madurez emocional. Por eso, muchos líderes de empresas o gobiernos están en sus 50 o 60 años, cuando el cerebro combina razonamiento, autocontrol y visión estratégica. Como dice el estudio, “la edad no define tu capacidad mental, sino cómo usas lo que has aprendido con los años”.
 

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miércoles, 29 de octubre de 2025

Filosofía y Educación en Europa: Un contraste con el caso español

(AZprensa) Como complemento al artículo que publicamos ayer en relación a la marginación de la Filosofía en la educación española, es revelador examinar cómo esta disciplina se integra en los currículos de otros países europeos. Mientras que en España la asignatura ha sido reducida a un rol secundario —obligatoria solo en Bachillerato y diluida en materias como "Educación en Valores Cívicos y Éticos" en la ESO—, en gran parte de Europa la Filosofía mantiene un estatus central, especialmente en la educación secundaria superior (equivalente al Bachillerato). Esta presencia no solo fomenta el pensamiento crítico desde edades tempranas, sino que refleja un compromiso con la formación humanística como base de la ciudadanía democrática.
 
Panorama general en Europa: Una tradición arraigada pero diversa
 
La Filosofía forma parte del currículo de secundaria en la mayoría de los países europeos, particularmente en el sur y centro del continente, donde se ve como un elemento cohesionador de la herencia cultural. Según un informe de la UNESCO y análisis como el de “La filosofía en la enseñanza secundaria de Europa” (Dialnet, 2000, actualizado en estudios posteriores), la materia se enseña en al menos 10 países de manera obligatoria o semi-obligatoria: Austria, Croacia, Bulgaria, Francia, Grecia, Italia, Portugal, Polonia, España (aunque con limitaciones crecientes) y, en menor medida, Alemania.
En estos sistemas, la Filosofía se imparte típicamente en los últimos años de secundaria (edades 15-18), con enfoques que varían: histórico en Italia, temático-conceptual en Francia o por campos en Alemania.

Esta integración responde a recomendaciones europeas, como las del Parlamento Europeo (2018), que instan a promover la Filosofía como herramienta para el diálogo intercultural y la reflexión ética en un contexto de globalización y polarización. Sin embargo, no es uniforme: en el norte de Europa (como Suecia o Dinamarca), se priorizan enfoques integrados en "Educación Cívica" o "Ética", mientras que en el Reino Unido es mayoritariamente optativa. La convergencia se da en la preferencia por enseñarla en etapas avanzadas, debido a su complejidad, y en la flexibilidad para que los profesores adapten el temario.

Ejemplos destacados: Obligatoriedad y enfoques por país
 
Francia: Es el caso paradigmático, donde la Filosofía goza de un "prestigio cotidiano" desde 1808. Obligatoria en el último año de secundaria (terminale, edad 17-18), con 8 horas semanales y un examen nacional en el Baccalauréat que evalúa la capacidad de argumentación. No se limita a historia de ideas, sino que enfatiza la reflexión personal y crítica, formando "ciudadanos ilustrados". Se ha intentado extenderla al penúltimo año, y en primaria hay iniciativas piloto de "Filosofía para Niños" (P4C).

Italia: La Filosofía es obligatoria en los liceos (gramáticas), que cubren el 40% de los estudiantes de secundaria superior, con énfasis histórico (desde el cartesianismo hasta la filosofía contemporánea). En 2022, el ministro de Educación anunció planes para ampliarla a institutos técnicos y profesionales, argumentando que enseña a "hacer preguntas, no solo a pulsar botones". Se imparte en los últimos tres años, integrando ética y lógica.

Alemania: No hay una asignatura unificada a nivel federal (competencias en los Länder), pero desde los 1970 se ha introducido "Ética" o "Filosofía" en secundaria, obligatoria en muchos estados como alternativa a Religión. En el Gymnasium (bachillerato), se enseña en los últimos años con un enfoque por temas (ética, epistemología), fomentando el debate. Es un pilar para el desarrollo de competencias democráticas.

Reino Unido: Aquí la Filosofía es más flexible y no obligatoria. En Inglaterra y Gales, se ofrece como A-Level (equivalente a Bachillerato) o en forma de P4C en 2.000-3.000 escuelas secundarias, pero los estudiantes (16-18 años) eligen solo tres asignaturas, pudiendo "esquivarla" por completo. Hay campañas para hacerla troncal, destacando sus beneficios en alfabetización y conducta, según estudios como el de Durham (2015).

Otros ejemplos incluyen Portugal y Grecia, donde es obligatoria en secundaria superior con un enfoque histórico-filosófico, y Austria, que la integra desde 1981 en pilotos extendidos a miles de alumnos.

Lecciones para España
 
En contraste con España, donde la LOMLOE (2020) la limita a Bachillerato y la diluye en ESO, estos países demuestran que la Filosofía no es un "lujo elitista", sino una herramienta accesible para todos. Estudios como el de la REF (2020) y UNESCO enfatizan que su obligatoriedad en secundaria reduce la polarización y fortalece la democracia, alineándose con directivas europeas.

España podría inspirarse en Francia o Italia para reforzar su presencia en ESO, haciendo de ella un eje transversal que prepare a los jóvenes no como "corderos obedientes", sino como pensadores autónomos. Recuperar su estatus troncal no solo honraría nuestra tradición humanística, sino que alinearía nuestro sistema con el ideal europeo de una educación liberadora.
 

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martes, 28 de octubre de 2025

La Filosofía censurada en la educación en España

(AZprensa) La Filosofía, como disciplina que fomenta el pensamiento crítico, el análisis racional y la reflexión ética, ha sido durante siglos un pilar fundamental en la educación de las sociedades democráticas. En el caso de los jóvenes, su estudio no solo enriquece la comprensión del mundo, sino que los dota de herramientas esenciales para cuestionar, argumentar y construir una ciudadanía activa y consciente. Sin embargo, en España, esta asignatura ha sido progresivamente marginada en los planes de estudio, víctima de reformas educativas impulsadas por sucesivos gobiernos que prefieren ciudadanos obedientes antes que pensadores independientes.
 
La Filosofía: Una herramienta para formar ciudadanos libres
 
La Filosofía, desde Sócrates hasta Kant, pasando por Arendt o Foucault, enseña a los jóvenes a cuestionar las verdades establecidas, analizar ideas complejas y desarrollar argumentos sólidos. En un mundo saturado de información, donde las fake news y las narrativas polarizadas proliferan, esta disciplina es más crucial que nunca. A través de la lógica, los estudiantes aprenden a detectar falacias; mediante la ética, reflexionan sobre el bien y el mal; y con la filosofía política, comprenden los fundamentos de la democracia, la justicia y el poder. En la adolescencia, una etapa de búsqueda de identidad y valores, la Filosofía ofrece un espacio para debatir cuestiones existenciales —como el sentido de la vida, la libertad o la responsabilidad— que ayudan a los jóvenes a construir una brújula moral propia.
 
Además, la Filosofía fomenta habilidades transferibles: el pensamiento crítico mejora la capacidad de resolver problemas, la argumentación fortalece la comunicación, y la reflexión ética prepara a los jóvenes para tomar decisiones responsables en contextos personales y profesionales. En un estudio de 2018 de la UNESCO, se destacó que la enseñanza de la Filosofía en secundaria contribuye a desarrollar competencias democráticas, como el respeto por la diversidad de opiniones y la capacidad de dialogar constructivamente. En España –como veremos- se ha ido arrinconando a la Filosofía y una de las consecuencias más evidentes ha sido la creciente polarización política de los ciudadanos alentados a ello desde el poder.
 
El arrinconamiento de la Filosofía en España
 
A pesar de su valor, la Filosofía ha sido objeto de un paulatino desmantelamiento en el sistema educativo español. Hasta la década de 1990, asignaturas como Filosofía y Ética eran troncales en el Bachillerato, pero las sucesivas reformas educativas han reducido su presencia. La Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE, 2002) y, más tarde, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE, 2013) relegaron la Filosofía a un papel secundario, haciéndola optativa en muchos casos o sustituyéndola por materias como "Valores Éticos", que, aunque útiles, carecen de la profundidad conceptual de la Filosofía. La Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006) y la reciente LOMLOE (2020) no han revertido esta tendencia: en la LOMLOE, la Filosofía solo es obligatoria en 2º de Bachillerato, y su carga horaria se ha reducido significativamente.
 
Este arrinconamiento no es casual. Como señala la Red Española de Filosofía (REF) en un manifiesto de 2020, la eliminación progresiva de la Filosofía responde a una visión utilitarista de la educación, que prioriza competencias técnicas y científicas sobre las humanísticas, bajo el pretexto de preparar a los jóvenes para el mercado laboral. Sin embargo, esta explicación oculta una motivación más inquietante: la Filosofía enseña a pensar de manera autónoma, a cuestionar el statu quo y a desafiar narrativas impuestas, algo que los poderes políticos, independientemente de su color ideológico, parecen temer.
 
¿Ciudadanos pensantes o corderos obedientes?
 
La tesis de que los gobernantes prefieren ciudadanos dóciles no es nueva. Ya en el siglo XIX, John Stuart Mill advertía que el poder tiende a fomentar la conformidad para perpetuarse. En el contexto español, la marginación de la Filosofía coincide con un panorama mediático cada vez más polarizado y controlado. Según el Informe de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (2024), España ha descendido en el ranking de libertad de prensa debido a la influencia de los partidos políticos en los medios de comunicación. Los grandes conglomerados mediáticos, a menudo alineados con intereses políticos o económicos, promueven narrativas simplificadas que desincentivan el análisis crítico. En este escenario, la Filosofía representa una amenaza: un ciudadano formado en el pensamiento crítico no se conforma con consignas, sino que exige argumentos, cuestiona fuentes y busca la verdad por sí mismo.
 
Los políticos, tanto de izquierda como de derecha (y más todavía los de ultraizquierda), han contribuido a este fenómeno. La LOMCE, impulsada por el Partido Popular, redujo la Filosofía en favor de asignaturas más "prácticas", mientras que la LOMLOE, del PSOE, no ha recuperado su estatus troncal, a pesar de las demandas de asociaciones como la REF o la Plataforma por la Defensa de la Filosofía. Este consenso implícito sugiere que los gobernantes, más allá de sus diferencias ideológicas, comparten una preferencia por una ciudadanía menos reflexiva, más susceptible a la propaganda y las consignas mediáticas.
 
El impacto en los jóvenes y la sociedad
 
La ausencia de la Filosofía en los planes de estudio tiene consecuencias directas. Los jóvenes, privados de una formación sólida en pensamiento crítico, son más vulnerables a la desinformación y menos capaces de participar en debates públicos con argumentos fundamentados. Un estudio de la Fundación BBVA (2022) reveló que el 60% de los españoles de entre 18 y 24 años tiene dificultades para distinguir noticias falsas de información veraz, un problema que la Filosofía, con su énfasis en la lógica y el análisis, podría mitigar. Además, la falta de reflexión ética fomenta una sociedad más pragmática pero menos solidaria, donde los valores ceden ante el interés inmediato.
 
Por otro lado, la Filosofía no solo beneficia a los individuos, sino a la democracia misma. Como defendía Hannah Arendt, el pensamiento crítico es la base de la acción política responsable. Sin él, los ciudadanos se convierten en meros seguidores de líderes carismáticos o narrativas populistas, un riesgo que España, con su historia de polarización y conflictos ideológicos, no puede permitirse.
 
Tendríamos que dejar bien claro que la Filosofía no es un lujo académico, sino una necesidad para formar jóvenes libres, críticos y éticos, capaces de construir una sociedad justa y democrática. Su arrinconamiento en España, fruto de decisiones políticas que priorizan la obediencia sobre la autonomía, es un síntoma de una visión cortoplacista de la educación. Los gobernantes, al reducir la presencia de esta asignatura, no solo privan a los jóvenes de herramientas esenciales, sino que debilitan los cimientos de una ciudadanía activa. Es hora de que la sociedad civil, los educadores y los propios estudiantes exijan su regreso como asignatura troncal en todos los niveles de la secundaria. Porque, como dijo Sócrates, "una vida sin examen no merece ser vivida". Y sin Filosofía, ese examen se vuelve imposible.
 
…Todo esto por lo que se refiere a España; pero… ¿y en otros países europeos? ¿Sucede lo mismo?... Mañana lo hablaremos en estas mismas páginas.
 

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lunes, 27 de octubre de 2025

Mortadela: Entre la Antigüedad Romana y una Leyenda Campesina

(AZprensa) La mortadela, ese embutido tan apreciado en mesas de todo el mundo por su textura sedosa, su sabor ahumado y su versatilidad en bocadillos o platos fríos, no solo deleita el paladar, sino que despierta curiosidad sobre sus raíces lingüísticas. Este fiambre, elaborado principalmente con carne de cerdo finamente picada, intercalada con trozos de grasa, pimienta, pistachos y especias, tiene una historia que se remonta a la Antigua Roma. Pero, ¿de dónde viene su nombre?
 
Si consultamos fuentes etimológicas, encontramos explicaciones rigurosas basadas en el latín y el italiano medieval, aunque no faltan anécdotas populares que añaden un toque de humor y folclore. En este artículo, exploramos las teorías principales sobre el origen de "mortadela" y nos permitimos incluir una explicación alternativa, posiblemente apócrifa pero encantadora, que evoca la vida rural italiana.
 
¿Qué es la Mortadela?
 
Antes de adentrarnos en la etimología, recordemos qué hace tan especial a este embutido. La mortadela es un salume (embutido curado) de gran tamaño, típico de la gastronomía italiana, aunque hoy se produce en variantes por todo el mundo. Según la Real Academia Española (RAE), se trata de un "embutido muy grueso que se hace con carne de cerdo y de vaca muy picada con tocino". Su versión más emblemática, la Mortadella Bologna, goza de Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la Unión Europea, limitando su producción auténtica a regiones como Emilia-Romaña, Lombardía y Toscana. Se elabora machacando la carne en un mortero (o modernamente en máquinas), sazonándola con especias y cocinándola al vapor, lo que le da esa característica apariencia marmoleada y un aroma inconfundible a pimienta y nuez moscada. En países como España, México o Argentina, se consume en lonchas finas, a menudo en sándwiches o ensaladas, y su popularidad ha crecido gracias a su accesibilidad y sabor reconfortante.
 
Las teorías etimológicas: Del Mirto al Mortero
 
El nombre "mortadela" llega al español directamente del italiano mortadella, un término que ya aparece en documentos medievales de Bolonia, cuna de este embutido desde el siglo XIII. Pero su origen se hunde en el latín clásico, y aquí surgen dos hipótesis principales, debatidas por lingüistas y gastrónomos.
 
La primera teoría, respaldada por el Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas y José Antonio Pascual, vincula la palabra al mirto (myrtus en latín), una planta aromática cuyas bayas se usaban como condimento en la Antigua Roma. Plinio el Viejo, en su Historia Natural (siglo I d.C.), menciona embutidos aderezados con mirto, denominados farcimen murtatum o myrtatum, es decir, "relleno con mirto". De este adjetivo participial (murtatum, "adobado con mirto") habría surgido un diminutivo femenino murtatella ("pequeña porción adobada con mirto"), que evolucionó fonéticamente a mortadella en el italiano vulgar. Esta explicación encaja perfectamente con la tradición romana de aromatizar carnes curadas, ya que el mirto aportaba un toque amargo y perfumado similar a la pimienta, escasa en esa época.
La segunda hipótesis, más mecánica y menos aromática, deriva mortadella del latín mortarium, que significa "mortero", esa herramienta de piedra o madera donde se machacaba la carne para obtener la pasta fina característica del embutido. En la elaboración tradicional, la carne se "martilleaba" en el mortero hasta lograr una textura homogénea, de ahí el nombre. Esta teoría es defendida por fuentes como la Wikipedia y sitios especializados en gastronomía, y se alinea con el proceso artesanal descrito en tratados medievales italianos.
Ambas explicaciones coexisten, y es posible que el término haya fusionado elementos de las dos: un embutido machacado (mortarium) y sazonado con mirto (murtatum). Estas raíces latinas explican por qué la mortadela se extendió por Europa durante el Renacimiento, llegando a España vía el comercio mediterráneo y convirtiéndose en un staple de la charcutería ibérica.
 
Una explicación alternativa: La leyenda de "Morta Adela"
 
Sin embargo, no todo en la etimología es academia; el folclore también tiene su voz. Una anécdota popular, posiblemente nacida en las tertulias de tabernas o como chiste campesino, ofrece una versión más humana y trágica del origen del nombre. Imagina una humilde familia italiana en el campo, a finales del siglo XIX o principios del XX, en las colinas de Emilia-Romaña. Poseían una mula fiel llamada Adela, indispensable para arar los campos y transportar cargas. Adela era más que un animal: era una compañera leal, "muy buena y trabajadora", que había envejecido al servicio de la familia. Un amanecer, tras años de dura labor, amaneció muerta en el establo. El dolor fue inmediato y colectivo. Los miembros de la familia, desde el abuelo hasta los niños, se pasaban la noticia con exclamaciones ahogadas: "¡Morta Adela! ¡Adela morta! ¡Morta Adela!". En italiano, morta significa "muerta", y el lamento se repetía como un eco en la casa de labriegos pobres, donde cada recurso contaba.
 
¿Qué hacer con el cuerpo? Desperdiciarlo no era opción. Inspirados por la necesidad —y quizás por antiguas recetas de aprovechamiento de carnes—, decidieron saltear la carne de la mula, picarla finamente, aderezarla con lo que tenían (pimienta del mercado, grasa de cerdo y hierbas silvestres) y curarla al estilo de los embutidos locales. El resultado fue sorprendentemente sabroso: un fiambre tierno y jugoso que, en honor a la difunta, bautizaron como mortadela. "¡Qué bueno este morta Adela embutido!", dirían entre bocados, transformando el duelo en deleite.
 
Esta historia, aunque no aparece en diccionarios etimológicos serios, resuena con el ingenio popular italiano y el uso histórico de carnes no porcinas en tiempos de escasez (incluso hoy, algunas mortadelas incluyen ternera o caballo). Podría ser una etimología folclórica, similar a las leyendas urbanas que explican nombres de platos como el "hot dog" (por su forma de perrito). ¿Fue cierta? No hay documentos que lo confirmen, pero ilustra cómo la pobreza y la creatividad han moldeado la gastronomía: de la muerte de una mula a un embutido global.
 
Un nombre con sabor a historia
 
En cualquier caso, ya sea del mirto perfumado de los romanos, del golpe seco del mortero o del lamento por una mula querida, el origen de "mortadela" nos recuerda que la lengua y la comida están tejidas de tradición, necesidad y un toque de misterio. Hoy, mientras cortamos una loncha de este rico embutido —quizás en un sándwich con queso o en una tabla de fiambres—, podemos sonreír ante sus múltiples pasados. Si la próxima vez que la pruebes, evocas a Adela trotando por los campos, habrás honrado no solo su sabor, sino la vitalidad de las historias que nos unen a la mesa. ¿Cuál teoría prefieres? La próxima vez que busques en Google, añade esta leyenda para redondear el banquete.
 

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domingo, 26 de octubre de 2025

Pesca y poesía

(AZprensa) Cualquier escena relacionada con la naturaleza puede ser fuente de inspiración para el poeta. El arte de la pesca no podía ser ajeno y como tal inspira al poeta a escribir un poema, y si quien sostiene la caña entre sus manos es del sexo opuesto, los versos acudirán presurosos a picar en el anzuelo…
 
DE PESCA
 
Tu sombra alargada
cruza el muelle
y en tu mano la caña
lanza el sedal y lo mantiene,
confiada como estás en que la pesca
llene de sentido esta mañana.
 
El mar está tranquilo,
tanto como tu alma,
sientes solo esa gran paz
del vacío consentido,
de no querer hacer nada,
solo consumir el tiempo
de esta vida, no pedida,
como isla solitaria,
sin más dueño ni destino
que el que marca tu mirada.
 
Lanzas de nuevo el sedal
esperando la esperanza.
No sabes por qué has venido
a este mundo que te esquiva,
pero mis ojos te han visto
y has capturado mi alma.
Soy yo ahora quien te espera
y quiere ser arrastrado.
Quiero sentirme fuera
del mundo que conocía.
¡Tira fuerte de mí!
¡Has conseguido tu presa!
 

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sábado, 25 de octubre de 2025

De Carreño a Guillermo Saúco

(AZprensa) En el rico acervo del Museo del Prado, entre las obras maestras del Barroco español, se encuentra el cuadro “Santa Ana enseñando a leer a la Virgen” (1674-78), un óleo sobre lienzo de Juan Carreño de Miranda que, aunque actualmente no está expuesto, puede admirarse a través de una copia fiel realizada en 1950 por Guillermo Saúco, ubicada en la iglesia de San Martín, en la calle Desengaño, 26, de Madrid. Esta pintura, de 196 x 168 cm, es un testimonio vibrante de la devoción mariana de la Contrarreforma y de la maestría técnica de Carreño, uno de los grandes pintores del Siglo de Oro español.
 
La obra original de Juan Carreño de Miranda
 
Juan Carreño de Miranda (Avilés, 1614 - Madrid, 1685) fue una figura clave del Barroco español, conocido por su versatilidad como retratista de la corte de Carlos II y por sus obras religiosas de profunda carga emotiva. Formado en Madrid bajo la influencia de maestros como Velázquez, Carreño desarrolló un estilo que combina la elegancia veneciana con la sobriedad española, caracterizado por pinceladas sueltas, colores vibrantes y un manejo magistral de la luz. Su carrera estuvo marcada por encargos eclesiásticos y reales, lo que lo situó como uno de los pintores más destacados de su tiempo.
 
En “Santa Ana enseñando a leer a la Virgen”, Carreño despliega todo su talento para transmitir espiritualidad y monumentalidad en un lienzo concebido para un espacio sagrado. Esta obra, originalmente destinada al ático del retablo mayor del convento de Santa Ana de Carmelitas Descalzas en Madrid, refleja el fervor mariano propio de la Contrarreforma, un movimiento que buscaba reafirmar los dogmas católicos frente a las críticas protestantes. Los reformistas cuestionaban la virginidad de María y su papel como intercesora ante Dios, lo que llevó a la Iglesia católica a promover temas como la Inmaculada Concepción y escenas de la vida de la Virgen.
 
En este cuadro, Carreño representa un momento íntimo y sagrado: Santa Ana, madre de María, enseña a leer a su hija, bajo la mirada protectora de San Joaquín, su esposo. Este episodio, aunque no aparece en los Evangelios canónicos, era frecuente en la iconografía barroca, simbolizando la preparación de María para su destino divino.
 
La composición, organizada en forma piramidal, está diseñada para un emplazamiento elevado, lo que explica su perspectiva alta. Las figuras, amplias y escultóricas, ocupan un espacio que parece un interior palaciego, con gradas alfombradas en primer plano, una columna salomónica y arcadas al fondo que refuerzan la monumentalidad. La luz, que entra desde la izquierda, ilumina los rostros y manos de Santa Ana y María, destacando su conexión emocional y espiritual. En la parte superior, querubines flotando en el cielo recuerdan la dimensión divina del momento, un guiño a la trascendencia de María como futura Madre de Dios.
 
Carreño, influido por Velázquez y la pintura veneciana, emplea una factura rápida y suelta, con pinceladas largas que crean un efecto de aire y movimiento alrededor de las figuras. Este enfoque, que recuerda a Tiziano o Tintoretto, otorga a la obra una atmósfera envolvente, casi etérea, que contrasta con la solidez de las figuras. El colorido es otro punto fuerte: los ocres, blancos y azules de las vestimentas se enfrentan al rojo intenso de la alfombra, creando un contraste vibrante que guía la mirada del espectador. La luz, suave pero estratégica, resalta los detalles clave, como las manos de Santa Ana sosteniendo el libro o la expresión serena de María, enfatizando la intimidad del aprendizaje.
 
La monumentalidad de las figuras y el uso de la arquitectura como fondo reflejan el ideal barroco de combinar lo terrenal con lo divino, un recurso típico de la Contrarreforma para inspirar devoción. La obra, aunque diseñada para un contexto litúrgico, trasciende su función religiosa por su calidad artística, situándose como una de las creaciones más logradas de Carreño.
 
La copia de Guillermo Saúco

 
Aunque el original permanece en los almacenes del Museo del Prado, una copia excepcional realizada en 1950 por Guillermo Saúco Rodríguez (1918-1981) permite a los madrileños disfrutar de esta obra en la iglesia de San Martín. Saúco, un pintor y restaurador madrileño conocido por su destreza técnica, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y destacó por sus copias de grandes maestros, además de sus retratos y paisajes. Saúco tenía un talento especial para capturar la esencia de los originales, combinando precisión con sensibilidad artística. Su versión de “Santa Ana enseñando a leer a la Virgen” es un testimonio de su habilidad, reproduciendo fielmente la composición, el colorido y la atmósfera del lienzo de Carreño.
 
La copia, ubicada en la iglesia de San Martín, no solo preserva la memoria de la obra original, sino que la hace accesible al público en un contexto similar al que Carreño imaginó: un espacio sagrado donde los fieles pueden contemplar la escena con devoción. La iglesia, situada en el corazón de Madrid, ofrece un entorno íntimo que realza la espiritualidad del cuadro, invitando a los visitantes a reflexionar sobre el papel de María y sus padres en la historia de la salvación.
 
 “Santa Ana enseñando a leer a la Virgen” es más que una pintura barroca; es un reflejo de la devoción mariana del siglo XVII y del talento de Juan Carreño de Miranda para combinar técnica, emoción y espiritualidad. Su composición monumental, su uso magistral de la luz y el color, y su conexión con los ideales de la Contrarreforma la convierten en una obra excepcional, incluso si hoy solo puede admirarse en su forma original a través de catálogos o en la copia de Saúco. Para quienes visiten la iglesia de San Martín, la réplica de 1950 ofrece una oportunidad única de acercarse a este tesoro del Barroco español, un recordatorio de cómo el arte puede trascender el tiempo y el espacio para hablarnos de fe, familia y belleza. La próxima vez que pases por la calle Desengaño, detente a contemplarla: es un viaje al corazón del Siglo de Oro.
 
Más información sobre el pintor Guillermo Saúco en este enlace:
http://tomdupmor.blogspot.com/p/guillermogarcia-sauco-rodriguez-por.html
 

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viernes, 24 de octubre de 2025

Actualidad para reflexionar

(AZprensa) Si te digo “Byung-Chul Han”me dirás: “¿Y eso que es?”. Si te digo que Byung-Chul Han es un filósofo, me dirás “Bueno ¿y qué?”. Si te digo que hoy le van a entregar en Oviedo el “Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades” ya te resultará todo esto un poco más familiar aunque no despierte el más mínimo interés en ti…
 
Pero si te repito alguna de sus frases, alguno de sus pensamientos… quizás deberías prestarles un poco de atención y pensar –aunque sólo fuesen unos segundos- sobre ello:
 
«Ya no nos respetamos mutuamente, somos muy agresivos los unos con los otros, no aceptamos la opinión del otro; si no estamos de acuerdo con alguien lo declaramos enemigo. Ya no somos capaces de abrirnos a lo ajeno… Y el respeto es importante porque es el pegamento que mantiene unida a una sociedad ».

«Tenemos adicción al consumo, al trabajo, al juego, a las redes sociales. Pensamos que somos libres, pero solo vamos de una dependencia a otra, de una adicción a otra. Tenemos una juventud enganchada completamente a las redes sociales. Y los jóvenes nunca han estado tan deprimidos y solos como ahora».

«Nuestra política puede resolver problemas pero es incapaz de generar objetivos e ideales. Lo que tenemos son democracias vacías, porque el liberalismo no ha conseguido llenar esos huecos».

«Los parlamentos se han convertido en teatros para la puesta en escena de los políticos».

«El problema de esta crisis es la falta de hábitos democráticos, que es lo que sustenta la democracia. Tiene que ver con la ausencia de respeto, con la falta de confianza en los demás, con la pérdida de las costumbres democráticas, de las formas, de los ritos».
 
«El neoliberalismo ha convertido al ser humano en ganado, y el ganado no se rebela».
 
«En Corea del sur tenemos la tasa de natalidad más baja del mundo, y la más alta de suicidio. ¿Quién va a trabajar entonces? Este capitalismo es productivo, pero no reproductivo. No se está regenerando... Mi esperanza es que colapse el sistema, y va a pasar pronto».
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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La industria farmacéutica y la Poesía

(AZprensa) Explorar la relación entre la poesía, considerada la más etérea de las siete artes, y la industria farmacéutica, un campo anclado en la ciencia y la materialidad, puede parecer un desafío. Sin embargo, al profundizar en sus procesos, intenciones y efectos, emergen paralelismos sorprendentes. Más allá de las obras literarias narrativas, como novelas o teatro, que abordan temáticas relacionadas con los laboratorios farmacéuticos, la poesía comparte con esta industria una búsqueda de precisión, transformación y conexión profunda con la experiencia humana. Ambos campos, aunque aparentemente opuestos, convergen en su capacidad para destilar lo complejo en algo esencial, sanador y trascendente.
 
La precisión en la creación: destilar lo esencial
 
La poesía y el desarrollo de un fármaco comparten una obsesión por la precisión. En la poesía, cada palabra, cada ritmo, cada imagen debe ser cuidadosamente seleccionada para evocar una emoción o idea con la máxima economía y profundidad. El poeta trabaja como un alquimista del lenguaje, destilando experiencias humanas en versos que resuenan universalmente. Por ejemplo, un poema como Ode to a Nightingale de John Keats transforma el dolor y la mortalidad en una meditación lírica, buscando un bálsamo para el alma.
 
De manera similar, en la industria farmacéutica, los científicos trabajan con una precisión casi poética para diseñar un compuesto que actúe de manera específica en el cuerpo humano. El desarrollo de un fármaco implica reducir una idea científica compleja —como combatir una enfermedad— a una molécula efectiva y segura. Este proceso, que puede tomar años de investigación y ensayos, busca la esencia de la curación, eliminando lo superfluo para llegar a un resultado puro y funcional. Tanto el poeta como el científico persiguen la perfección en su medio, destilando lo complejo en algo que transforme.
 
Sanar el cuerpo y el alma
 
La poesía y la industria farmacéutica comparten un objetivo profundo: aliviar el sufrimiento humano. La poesía, a través de su capacidad para articular emociones, ofrece consuelo, catarsis y una forma de comprender el dolor, la esperanza o la pérdida. Poemas como The Wasteland de T.S. Eliot o Duelo de Gabriela Mistral exploran la fragilidad humana, proporcionando un espacio para procesar experiencias universales. En este sentido, la poesía actúa como un medicamento para el alma, capaz de sanar heridas emocionales o espirituales.
 
Por su parte, la industria farmacéutica busca sanar el cuerpo a través de medicamentos que tratan enfermedades físicas, desde antibióticos hasta terapias contra el cáncer. Aunque sus métodos son científicos, el propósito último es trascendental: mejorar la calidad de vida, prolongar la existencia y aliviar el sufrimiento. Un fármaco como la insulina, que transforma la vida de los diabéticos, tiene un impacto tan profundo como un poema que ofrece consuelo en un momento de crisis. Ambos, poesía y fármacos, buscan elevar la condición humana, aunque uno lo haga a través de la palabra y el otro mediante la química.
 
La experimentación: riesgo y descubrimiento
 
Tanto la poesía como el desarrollo farmacéutico son terrenos de experimentación. En la poesía, los autores rompen con estructuras tradicionales, juegan con formas, sonidos y significados para crear algo nuevo. Movimientos como el modernismo o la poesía concreta desafían las convenciones, asumiendo riesgos para explorar nuevas formas de expresión. Un poema experimental puede fracasar ante los lectores, pero también puede abrir caminos inesperados, como lo hizo Howl de Allen Ginsberg al redefinir la poesía beat.
 
En la industria farmacéutica, la experimentación es igualmente arriesgada. Los científicos prueban miles de compuestos, la mayoría de los cuales fracasan en las fases preclínicas o clínicas. Sin embargo, cada fracaso aporta conocimiento, y los éxitos, como el desarrollo de las vacunas de ARNm durante la pandemia de COVID-19, revolucionan la medicina. Tanto el poeta como el científico trabajan en un espacio de incertidumbre, donde el riesgo es un componente esencial del descubrimiento.
 
La narrativa de la curación
 
La poesía se nutre de metáforas, que transforman lo abstracto en algo tangible. Un poema puede comparar la vida con un río o el dolor con una tormenta, haciendo que lo inefable sea comprensible. En la industria farmacéutica, las metáforas también son fundamentales, aunque de manera más implícita. Los laboratorios construyen narrativas para comunicar el valor de sus medicamentos, presentándolos como “luces de esperanza” o “puentes hacia la recuperación”. Estas metáforas no solo facilitan la comunicación con el público, sino que también humanizan un proceso científico que podría parecer frío o inaccesible.
 
Por ejemplo, un poema que hable de la lucha contra una enfermedad, como The Cancer Journals de Audre Lorde (que combina prosa y poesía), encuentra eco en las historias que los laboratorios cuentan sobre pacientes que recuperan su salud gracias a un nuevo tratamiento. En ambos casos, la metáfora sirve como un vehículo para conectar con la audiencia, ya sea para inspirar, consolar o informar.
 
Impacto y responsabilidad
 
Tanto la poesía como la industria farmacéutica enfrentan dilemas éticos en su práctica. En la poesía, los autores deben considerar el impacto de sus palabras, especialmente cuando abordan temas sensibles como la enfermedad o el sufrimiento. Un poema que trate la experiencia de un paciente con cáncer, por ejemplo, debe evitar la explotación del dolor ajeno y buscar una representación auténtica.
 
En la industria farmacéutica, los dilemas éticos son aún más evidentes, desde la fijación de precios hasta la equidad en el acceso a medicamentos. Sin embargo, ambos campos comparten una responsabilidad hacia su “público”. Un poeta debe ser fiel a su verdad artística, mientras que un laboratorio debe priorizar el bienestar de los pacientes por encima de los intereses comerciales. En este sentido, ambos buscan un equilibrio entre la creación y el impacto ético.
 
Descubrimos así que la relación entre la poesía y la industria farmacéutica trasciende las diferencias aparentes entre el arte y la ciencia. Ambos campos comparten una dedicación a la precisión, la experimentación y la búsqueda de un impacto transformador en la experiencia humana. Mientras que la poesía destila emociones en palabras que sanan el alma, la industria farmacéutica destila conocimiento científico en medicamentos que curan el cuerpo. En su esencia, ambos son actos de creación que buscan aliviar el sufrimiento y conectar con lo más profundo de la humanidad. Aunque la poesía no necesita laboratorios ni ensayos clínicos, y los fármacos no requieren estrofas ni rimas, ambos convergen en su capacidad para transformar lo intangible en algo que cambia vidas, demostrando que, en última instancia, el arte y la ciencia son dos caras de la misma moneda: la búsqueda de sentido y bienestar.


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jueves, 23 de octubre de 2025

La industria farmacéutica y el Teatro

(AZprensa) La relación entre el teatro y la industria farmacéutica puede parecer, a primera vista, distante, pero al analizar ambos campos desde una perspectiva estructural y creativa, emergen paralelismos sorprendentes. Más allá de las obras teatrales que abordan temáticas relacionadas con los laboratorios farmacéuticos, como las que critican sus prácticas éticas o celebran sus avances científicos, existe una conexión profunda entre el proceso de creación de una obra teatral y el ciclo de investigación, desarrollo y comercialización de un nuevo fármaco. Ambos procesos implican creatividad, colaboración, ensayo y error, y una búsqueda constante de impacto en su audiencia o usuarios, lo que los convierte en terrenos fértiles para explorar puntos de encuentro.
 
La concepción: la chispa creativa
 
Tanto en el teatro como en la industria farmacéutica, todo comienza con una idea. En el teatro, esta chispa puede surgir de una experiencia personal, un conflicto social o una visión artística del dramaturgo. En la investigación farmacéutica, la idea nace de la identificación de una necesidad médica, como combatir una enfermedad específica o mejorar la calidad de vida de los pacientes. En ambos casos, la concepción inicial requiere una mezcla de intuición, conocimiento y audacia para imaginar algo que aún no existe.
 
Por ejemplo, un dramaturgo podría inspirarse en un escándalo farmacéutico para escribir una obra, como en The Effect (2012) de Lucy Prebble, que explora los ensayos clínicos y los límites éticos de la industria. De manera similar, un científico en un laboratorio podría plantear una hipótesis sobre un nuevo compuesto tras estudiar una enfermedad como el Alzheimer. En ambos casos, la idea inicial es solo el comienzo de un proceso largo y complejo que requiere validación y desarrollo.
 
El desarrollo: ensayos, iteraciones y colaboración
 
La creación de una obra teatral y el desarrollo de un fármaco comparten un proceso iterativo de prueba y error. En el teatro, el texto inicial pasa por lecturas dramatizadas, talleres y ensayos, donde actores, directores y diseñadores colaboran para pulir la obra. Cada ensayo es una oportunidad para ajustar diálogos, explorar motivaciones de los personajes y perfeccionar la puesta en escena. Este proceso no está exento de fracasos: una escena que parecía brillante en el papel puede no funcionar en el escenario, y el equipo debe adaptarse, reescribir o incluso descartar ideas.
 
En la industria farmacéutica, el desarrollo de un fármaco sigue un camino análogo. Una vez identificado un compuesto prometedor, los científicos realizan pruebas preclínicas en laboratorio y modelos animales, ajustando fórmulas y evaluando seguridad y eficacia. Al igual que en el teatro, este proceso está lleno de incertidumbre: muchos compuestos fracasan en las primeras fases, y solo unos pocos llegan a los ensayos clínicos. La colaboración es clave, ya que químicos, biólogos, médicos y reguladores trabajan juntos para refinar el producto, de manera similar a cómo un equipo teatral reúne diversas disciplinas artísticas.
 
La puesta en escena y la comercialización
 
Una vez que la obra teatral está lista, llega el momento de presentarla al público. La puesta en escena es el equivalente a la comercialización de un fármaco. En el teatro, el éxito depende de cómo la obra resuena con la audiencia, ya sea a través de la emoción, la reflexión o el entretenimiento. Una mala recepción puede significar críticas negativas y una temporada corta, mientras que una obra bien recibida puede prolongar su vida en cartelera o incluso inspirar giras internacionales.
 
En la industria farmacéutica, la comercialización implica llevar el fármaco al mercado tras superar rigurosas aprobaciones regulatorias. Aquí, el “público” son los pacientes, médicos y sistemas de salud, y el éxito depende de la eficacia del medicamento, su accesibilidad y la percepción pública. Al igual que una obra teatral, un fármaco debe “conectar” con su audiencia, demostrando su valor en un entorno competitivo. Sin embargo, ambos procesos enfrentan riesgos: una campaña de marketing mal ejecutada puede dañar la reputación de un fármaco, de la misma manera que una mala dirección escénica puede opacar un guion brillante.
 
Los dilemas éticos: impacto y responsabilidad
 
Tanto el teatro como la industria farmacéutica enfrentan dilemas éticos en su búsqueda de impacto. En el teatro, los creadores deben decidir cómo representar temas sensibles, como las prácticas cuestionables de los laboratorios, sin caer en el sensacionalismo. Obras como Miss Evers’ Boys (1992) de David Feldshuh, que aborda el infame experimento de Tuskegee, muestran cómo el teatro puede criticar los abusos de la industria farmacéutica mientras plantea preguntas sobre la responsabilidad moral.
 
En la industria farmacéutica, los dilemas éticos son aún más evidentes. La presión por generar beneficios puede llevar a decisiones controvertidas, como fijar precios elevados o priorizar ciertas enfermedades sobre otras menos rentables. Sin embargo, tanto el teatro como la industria comparten la responsabilidad de impactar positivamente en la sociedad: una obra puede cambiar perspectivas, mientras que un fármaco puede salvar vidas.
 
La narrativa compartida: contar historias que transforman
 
Un aspecto fascinante de esta relación es cómo ambos campos utilizan narrativas para conectar con las personas. En el teatro, la narrativa es el núcleo de la experiencia, ya sea una tragedia sobre los efectos de un medicamento o una comedia que satiriza la burocracia farmacéutica. En la industria, las narrativas también son esenciales: los laboratorios cuentan historias de esperanza y curación para promocionar sus productos, a menudo apoyándose en testimonios de pacientes o campañas publicitarias.
 
Por ejemplo, el teatro puede amplificar historias reales, como en Wit (1995) de Margaret Edson, que explora la experiencia de una paciente con cáncer y su relación con los tratamientos médicos. De manera similar, la industria farmacéutica construye narrativas en torno a sus medicamentos, destacando cómo transforman vidas. En ambos casos, el objetivo es generar una conexión emocional y transmitir un mensaje que trascienda.
 
Por todo ello, podemos concluir que la relación entre el teatro y la industria farmacéutica va más allá de las obras que abordan directamente los laboratorios como tema. En su esencia, ambos campos comparten un proceso creativo que combina inspiración, colaboración, iteración y una búsqueda de impacto significativo. Desde la concepción de una idea hasta su presentación al público, el teatro y el desarrollo de fármacos reflejan una danza entre arte, ciencia y ética. Mientras el teatro utiliza la narrativa para provocar reflexión y emoción, la industria farmacéutica busca transformar vidas a través de la innovación. En esta intersección, ambos campos nos recuerdan el poder de la creatividad humana para enfrentar desafíos complejos y contar historias que resuenan en el corazón de la sociedad.
 

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