Por una parte, nada más llegar al poder, atacó duramente a los laboratorios farmacéuticos, diciendo cosas como estas: “Tenemos que crear nuevos procesos de negociación de precios para la industria del medicamento, porque se están yendo de rositas, ya que somos el principal comprador de fármacos del mundo, y aun así no negociamos los precios adecuadamente”. Y añadió que las grandes multinacionales “cuentan con muchos lobbies y mucho poder” y por consiguiente “hay muy poca negociación en medicamentos”.
Pero, por otra parte, necesitaba a la industria farmacéutica, que es uno de los sectores más importantes en la economía y el empleo, por lo que los animaba a que retornasen a Estados Unidos muchas de sus fábricas que habían llevado a otros países, y que generasen nuevos puestos de trabajo.
Y resultó que aquella técnica tan antigua del palo sosteniendo en su punta una zanahoria para que el burro quisiese avanzar, dio resultado y los primeros en arrodillarse ante Trump fueron el grupo alemán Bayer, junto con su recién adquirido negocio agroquímico Monsanto. Agachando la cabeza, prometieron ser buenos chicos y crear al menos 3.000 nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos e invertir 8.000 millones de dólares en I+D en aquél país, lo que equivalía a la mitad de su inversión a nivel mundial. Y después siguieron su ejemplo otros laboratorios.
Demostrado: Mucho Marketing y mucho Coaching, pero lo de toda la vida, la “técnica” del palo y la zanahoria, sigue funcionando. En este caso, el amo que manejaba el palo con la zanahoria era Trump, y el burro…
Un idioma de los de toda la vida que aún conserva su encanto.
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