(AZprensa) El trastorno bipolar tiene un componente
genético indudable. Si en las familias existe alguna persona con ese
diagnóstico existen probabilidades de que alguno de los miembros lo tenga.
Ahora bien, si hablamos de abuelos bisabuelos… antiguamente no se sabía que se
tenía la enfermedad y, a veces, se calificaba a la persona como melancólica o
como una persona con rarezas.
El asunto más grave es que el diagnóstico de trastorno
bipolar se confunde con depresiones. La gente normalmente va al médico cuando
tiene depresiones, cuando se siente mal, ve que no puede seguir adelante, que
se interrumpe su labor cotidiana... pero raramente habla de sus episodios de
hipomanía que son los niveles de actividad y de pensamiento rápido y de
verborrea entre otros. No habla de ese episodio que resulta agradable, solo habla
de la depresión.
El trastorno bipolar es muy difícil de diagnosticar a no
ser que se haga un buen informe, un informe prolijo, para lo cual los médicos
de medicina general primero, no tienen tiempo, y muchas veces no están bien
informados a pesar de que el médico de atención primaria es fundamental porque
sería quien deriva al psiquiatra. Más que prevenir se trataría de detectar
precozmente la enfermedad.
Normalmente se detecta, se diagnostica, cuando ha habido
un episodio de manía que ya es un episodio de locura. Cuando un paciente va a
la consulta por depresión recibe antidepresivos y puede darse el caso que esos
mismos antidepresivos hagan un salto y de alguna manera detonen el trastorno
bipolar que, por decirlo de alguna forma, estaba dormido, estaba latente. Ese
es un problema gravísimo y por lo tanto las historias clínicas son
fundamentales.
La información, el que la gente vaya sabiendo en qué
consiste esta enfermedad, es fundamental, y los medios de comunicación son en
este sentido los mayores aliados que se pueden tener porque se tarda entre ocho
y diez años en diagnosticar. Suele aparecer a los 19 años y se detecta a los 30
con lo que para entonces ya se ha truncado la vida profesional, social,
amorosa...
Únicamente el 50 por ciento de los pacientes está
diagnosticado y de esta cifra solo la mitad está tratado. En la depresión el
paciente es consciente si está diagnosticado y si lo ha asumido y tiene un
psiquiatra que le ha explicado en qué consiste su enfermedad, si tiene información,
porque puede ser que le den medicinas, salga del episodio y no quiera saber
más.
En la fase de manía, que es el estadio más elevado que
viene de locura, desde luego ahí no es consciente, ahí no razona, ahí solamente
puede actuar la medicación y muchas veces es necesario el internamiento porque
está absolutamente descontrolado y puede causar grandes desastres familiares
personales... no digo que sea agresivo, que no lo suele ser, y que no es más
agresivo que cualquier persona de la calle, pero sí que ha perdido contacto con
la realidad.
Lo que los pacientes con trastorno bipolar piden a la
población general es que la gente comprenda:
Que no somos personas diferentes de lo que son ellos.
Que tenemos un desajuste del cual no somos en absoluto culpables.
Que es un desajuste bioquímico biológico crónico orgánico.
Que nos merecemos que nos den oportunidades como a cualquier otra persona, porque somos personas antes que una enfermedad.
En definitiva, lo pacientes con trastorno bipolar no
piden un trato especial (aunque sí hay pacientes que debido a su deterioro
necesitan una ayuda especial) y, en general, estando controlados, pueden llevar
una vida absolutamente normal.
Fuente.- Entrevista concedida por Guadalupe Morales,
directora de Comunicación de la Fundación mundo bipolar, al nº 70 de la ya
desaparecida revista “Información al Día”.
Una novela sobre el derecho a la intimidad y los medios de comunicación.
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Que no somos personas diferentes de lo que son ellos.
Que tenemos un desajuste del cual no somos en absoluto culpables.
Que es un desajuste bioquímico biológico crónico orgánico.
Que nos merecemos que nos den oportunidades como a cualquier otra persona, porque somos personas antes que una enfermedad.
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