jueves, 16 de marzo de 2023

Escríbeme un discurso

(AZprensa) Cuando ya llevaba unos meses en la Organización Médica Colegial (OMC) y para mí no tenía
  secretos la redacción de notas de prensa y comunicados, llegó lo que comúnmente se conoce como “marrón”, aunque yo me lo tomé deportivamente y lo consideré un reto: algo que nunca había hecho y quería demostrarme a mí mismo si era capaz de ello.
 
Entró el presidente a mi despacho y me dijo: “El viernes (es decir, dentro de tres días) voy al Colegio de Médicos de tal provincia para la toma de posesión del nuevo presidente del Colegio. Escríbeme un discurso”. Cuando yo me disponía a coger papel y lápiz para apuntar, mientras le respondía “¿qué mensajes quieres transmitir?”… el presidente ya se había marchado. Esa era toda la información de que disponía para escribir un discurso. Una vez repuesto de mi sorpresa, me levanté y fui a su despacho. La puerta estaba cerrada como siempre (no como con el presidente de AstraZéneca, Carlos Trias, que siempre la tenía abierta) y le dije a su secretaria lo que había pasado. Ella, que ya lo sabía, lo consideró como lo más natural del mundo y, como información adicional, me dijo: “escríbelo como quieras, tú ya sabes”.
 
¿Cómo que yo ya sabía? ¡Esa era la primera vez en mi vida que tenía que escribir un discurso y encima de tema colegial y político, algo que desconocía por completo. Pero ya digo que me lo tomé como un reto y me acordé de los consejos de mi profesor de sociología, Amando de Miguel, cuando estudiaba Publicidad: “la clave es buscar información”. Ahora, por lo menos, existía Internet y allí quizás podía encontrar lo necesario para un artículo.
 
Voy a recapitular. Esta es la información base para escribir un discurso: “Toma de posesión del presidente del Colegio de Médicos de tal provincia”. Sólo conocía, pues, el nombre de la provincia y el nombre del nuevo presidente, y esto último no porque me lo hubiesen dicho sino porque había publicado días antes la noticia en “Médicos y Pacientes”. Total, que me puse a buscar información empezando por el susodicho nuevo presidente. En las noticias de la prensa de aquella provincia venían entrevistas con él, y tirando de hemeroteca, pude ir componiendo una semblanza del mismo, con sus ideas, su trayectoria, sus propuestas… Recopilé también información de ese Colegio de Médicos, y de los retos sanitarios que tenía esa provincia. Al final, con toda esa información empecé a escribir el discurso, con el enfoque que me pareció a mí, destacando lo que me parecía a mí, y con la extensión que consideré oportuna… y se lo pasé, aunque le hice la observación de que no había puesto eso que siempre se dice al principio en todos los discursos y que a mí me repatea: “Saludo al ilustrísimo tal y a la excelentísima tal, etc. etc.”, es decir esa larga retahíla de elogios a los cargos más distinguidos que acuden al acto; y no lo hice porque no sabía quién iba a acudir y porque se me revuelven las tripas si lo hago: para mí todos los seres humanos somos iguales y tan importante es un ministro como el bedel que te abre la puerta.
 
¿Y qué pasó? Pues que le pareció bien… pero lo malo vino después: le pareció tan bien que ya lo tomó por costumbre y cada vez que tenía que acudir a un acto inaugural (algo que sucedía como mínimo un par de veces al mes) en donde diría algunas palabras, me pedía el discurso correspondiente, pero eso sí, sin darme más información que el nombre del lugar y el nombre de la persona o acto de que se tratase.
 

Anécdotas de un Director de Comunicación que pasó por Zeltia, Syngenta, Bristol Myers Squibb, AstraZeneca y la Organización Médica Colegial (OMC).
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