(AZprensa) Lo que traemos hoy aquí es una noticia seria,
emitida por el departamento de Prensa del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, pero cuando uno comienza a leerla no tiene más remedio que esbozar
una sonrisa, puesto que habla del sexo de los pinos, y de cómo el fuego
despierta su pasión (sobre todo en los más jóvenes) para que se reproduzcan. Y
es que los pinos tienen órganos sexuales que, para colmo, se llaman “conos”, y
uno son masculinos y otros femeninos, y además tienen "ardores juveniles". Vamos, igual que en los seres humanos, en
donde el fuego pasional de los jóvenes les incita al juego amoroso y a la
reproducción… salvo que tomen medidas preventivas, aunque en el caso de los
pinos lo que interesa es que se reproduzcan.
Así que te invito a que sigas leyendo porque la
información del CSIC es realmente interesante…
Los ecosistemas mediterráneos conviven con el fuego desde
hace millones de años. Así, uno de sus habitantes más comunes, el pino carrasco
(Pinus halepensis), ha desarrollado estrategias para sobrevivir en este entorno
propenso a los incendios. En lugares que se queman con más frecuencia, los
pinos comienzan a reproducirse a edades más tempranas.
Los pinos se reproducen sexualmente mediante estructuras
reproductivas conocidas como conos. Existen conos masculinos y femeninos, que
se producen en el mismo árbol en ramas diferentes. Los conos masculinos son
mucho más pequeños que los femeninos, y es donde se forman los granos de polen
que se liberan en la madurez. La producción de conos femeninos se inicia en
invierno, preparando los óvulos para la polinización durante la primavera
siguiente. Cuando los óvulos son fecundados, se forman las semillas que quedan
protegidas en el interior del cono. Estos se desarrollan durante dos años,
aumentan de tamaño y se endurecen, convirtiéndose en piñas.
“El pino carrasco es una especie muy bien adaptada a los
incendios”, dice la investigadora Carmen Guiote Mingorance. “Aunque los
individuos mueren tras el fuego dejan tras de sí una gran descendencia. Esto es
posible gracias a las llamadas piñas serótinas, unas piñas que el pino mantiene
cerradas hasta que el calor del fuego las abre y se liberan sus semillas”.
Para que esta estrategia sea beneficiosa es necesario que
los individuos alcancen la madurez sexual y comiencen a producir piñas antes
del siguiente incendio. La edad de primera reproducción del pino carrasco suele
rondar los 10-15 años, pero varía entre individuos; los más precoces pueden
reproducirse ya a los 4 años.
En definitiva, “nuestros resultados muestran que, en
lugares que se queman con más frecuencia, los pinos comienzan a reproducirse a
edades más tempranas, sugiriendo que se está dando un proceso de selección de
individuos precoces por fuego. Además, el hecho de ser más precoces en la
reproducción supone que acumulen más piñas a una edad determinada. Esto se
traduce en un mayor éxito reproductivo de los individuos precoces, permitiendo
a las poblaciones persistir en sitios con incendios frecuentes”, resume Guiote.
Esta investigación tiene una gran trascendencia, porque
nos indica que si queremos repoblar un monte después de un incendio, es
conveniente utilizar semillas de poblaciones que sean muy precoces en la
reproducción, ya que esto incrementa la probabilidad de que las poblaciones
puedan regenerarse tras futuros incendios.
Fuente: Investigación realizada por el Centro de
Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de València (UV) y la
Generalitat Valenciana. Los resultados han sido publicados en la revista
especializada “Oikos”.
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