(AZprensa) Otra de las virtudes ignoradas pero más entrañables
que existen es la de “Ser inmaduro”. Si nos fijamos, en vez de ser tratada como
una virtud la gente se refiere a ella en plano despectivo: “¡A ver si maduras
de una vez!” “¡Qué inmaduro eres!”. Y yo me pregunto: ¿Es que ser maduro es una
virtud y ser inmaduro no lo es? Todo lo contrario.
Cuando un árbol nace su tronco es flexible, suave,
de colores brillantes y atractivos; pero ¿qué pasa cuando se hace maduro?: se vuelve
rígido, áspero, de colores apagados. Como podemos comprender fácilmente es
mucho más atractiva la primera situación.
Y en el ser humano sucede igual: los niños pequeños
son espontáneos, inocentes, inspiradores de ternura... mientras que los adultos,
los maduros no lo son tanto... no hay más que fijarse en cualquiera de los
políticos que mangonean España y los demás países.
Pero aún hay más: Jesucristo dijo que para entrar al
reino de los cielos hay que ser como un niño y afirmó aquello tan conocido de
“dejad que los niños se acerquen a mí”. Pues ya lo sabes, una de las mejores
virtudes que puede adornar al ser humano es la de ser inmaduro, eternamente
inmaduro.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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