(AZprensa) Todos los padres con hijos pequeños, y también
los abuelos, hemos disfrutado mucho estos días al ver cómo los Ayuntamientos de
muchos pueblos y ciudades ponían atracciones de feria para los pequeños y en
muchos casos de acceso gratuito. El centro de los pueblos se convertía así en
algo mágico, plagado de luces de colores, adornos de Navidad, música y diversión
(incluso gratuita) para los pequeños. Pero ¿qué hay detrás de esto? Y es que no
es oro todo lo que reluce…
Uno se imagina que todo es como era antes cuando las
ferias llegaban a los pueblos: una serie de feriantes que montaban sus
atracciones y disfrutaban viendo cómo los niños subían a ellas y les dejaban el
dinero suficiente para seguir viviendo gracias a esta actividad… pero no, todo
eso pertenece al pasado porque el COVID-19 se encargó de matarlo.
La pandemia (fuese real o inventada, fruto de un
accidente, del azar o intencionada… que todo eso da igual porque el resultado
ha sido el mismo), digo que la pandemia –la gestión que de ella han hecho los
políticos- paralizó la economía y dejó sin trabajo a todos los feriantes, y
cuando acabó el confinamiento siguieron las restricciones que impidieron la
celebración de ferias y fiestas en los pueblos y barrios de nuestras ciudades.
Los feriantes vivían de eso y tantos meses de paro acabaron
con sus pocos recursos económicos y se vieron en la miseria más absoluta. Pero
todo ese confinamiento y restricciones no afectaron para nada a los millonarios
que vieron en este negocio de las ferias un filón y se dedicaron a comprar las
atracciones. Si los feriantes querían seguir comiendo no tenían más remedio que
malvender sus norias, caballitos, trenecitos, etc.
Ese grupo de millonarios que había apostado por este tipo
de negocio se hizo a precio de saldo con un montón de atracciones y creó compañías
de eventos para la explotación de esta actividad. Pasados los meses de
restricciones, estos millonarios aprovecharon sus contactos y amigos en
Ayuntamientos para que les diesen la concesión de estas ferias, recibiendo un
buen montón de dinero por parte de los Ayuntamientos por el montaje y gestión
de los festejos.
Estas nuevas empresas mercantiles de eventos contrataron
como trabajadores eventuales, con salarios mínimos, a los feriantes que antes
eran propietarios de las atracciones para que se ocupasen del montaje y manejo
de las mismas.
Antes de la pandemia, veíamos en las ferias a un grupo
heterogéneo de feriantes alegres, animando a la gente a que montase en sus
tracciones.
Después de la pandemia vemos a un grupo homogéneo de feriantes,
uniformados todos ellos con el mono de trabajo de su empresa de eventos, con la
cara seria por tener que trabajar a cambio de un salario mínimo en unas
atracciones que antes eran suyas.
Antes de la pandemia, todo el dinero que se recaudaba en las
ferias lo conseguían los feriantes. Después de la pandemia, todo el dinero que
se recauda en las ferias se lo quedan los nuevos y millonarios dueños de estas
recién creadas empresas de eventos que explotan a los antiguos propietarios de
las atracciones.
Como ves, esta es la triste realidad que se esconde
detrás de todas esas luces y alegría infantil que henos podido ver y disfrutar
en muchos pueblos de España.
PD.- Quizás no haya sido así en todos los pueblos de
España, pero sí en muchos de ellos como hemos podido comprobar personalmente.
“La Olimpiada”, una novela histórica de amor, deporte y aventura que te traslada a la Grecia clásica.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3cDkAS7
“La Olimpiada”, una novela histórica de amor, deporte y aventura que te traslada a la Grecia clásica.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3cDkAS7
No hay comentarios:
Publicar un comentario