(AZprensa) El planeta de los simios (Planet of the Apes,
1968), dirigida por Franklin J. Schaffner y basada en la novela de Pierre
Boulle, es un hito del cine de ciencia ficción que va más allá de su premisa
fantástica. Protagonizada por Charlton Heston, esta obra maestra no solo
cautivó al público con su narrativa innovadora, sino que también dejó un
mensaje profundo y atemporal sobre la naturaleza humana, la arrogancia, la
autodestrucción y la fragilidad de la civilización. Dentro de la ciencia
ficción, esta película cabe considerarla como una de las más reflexivas de su
género.
Una premisa que desafía la percepción humana
La historia sigue a George Taylor, un astronauta que,
tras un viaje espacial, aterriza en un planeta aparentemente alienígena donde
los simios son la especie dominante y los humanos son tratados como animales.
Este mundo invertido, donde los simios han construido una sociedad jerárquica
mientras los humanos son esclavizados, sirve como un espejo crítico para
examinar la humanidad. La película utiliza esta premisa para cuestionar la
supuesta superioridad del hombre y su lugar en el universo.
El mensaje inicial es claro: la arrogancia humana, que
presume su dominio sobre la naturaleza y otras especies, es frágil y
potencialmente ilusoria. Taylor, con su cinismo y confianza en la superioridad
de la humanidad, representa el orgullo que precede a la caída, un tema que
resuena a lo largo de la cinta.
La crítica a la autodestrucción humana
El giro final de la película —uno de los más icónicos en
la historia del cine— revela que el planeta de los simios no es un mundo
alienígena, sino la Tierra en un futuro lejano, devastada por la propia
humanidad. La escena final es un símbolo poderoso de la caída de la
civilización. Este clímax subraya el mensaje central de la película: la
humanidad, con su capacidad para la guerra, la intolerancia y la destrucción
ambiental, es su peor enemigo.
En el contexto de 1968, en plena Guerra Fría y con la
amenaza de un conflicto nuclear latente, El planeta de los simios actúa como
una advertencia profética. La película sugiere que el abuso de la tecnología,
el fanatismo y la incapacidad para resolver conflictos de manera pacífica podrían
conducir al colapso de la sociedad humana. Este mensaje sigue siendo relevante
hoy, en un mundo que enfrenta desafíos como el cambio climático, la
polarización social y el desarrollo de tecnologías potencialmente peligrosas.
La crítica a la intolerancia y el dogmatismo
Otro aspecto clave del mensaje de la película es su
crítica al dogmatismo y la resistencia al conocimiento. En la sociedad de los
simios, los líderes religiosos y científicos, representados por el Dr. Zaius,
suprimen cualquier evidencia que desafíe su narrativa oficial sobre la
supremacía simia y la inferioridad humana. Esta censura refleja la permanente y
también actual tendencia humana a aferrarse a creencias rígidas, incluso frente
a pruebas que las contradicen.
La película nos invita a reflexionar sobre cómo el miedo
al cambio y la intolerancia hacia ideas nuevas pueden perpetuar la ignorancia y
el sufrimiento. La lucha de Taylor por ser escuchado y reconocido como un ser
inteligente es, en esencia, una lucha por la verdad en un mundo que prefiere la
comodidad de las mentiras establecidas (¡Vamos, igual que sucede hoy día!).
La fragilidad de la civilización
El planeta de los simios también explora la idea de que
las civilizaciones, por avanzadas que parezcan, son inherentemente frágiles. La
sociedad simia, aunque estructurada, repite muchos de los errores de la
humanidad: jerarquías opresivas, prejuicios y un rechazo a cuestionar el statu
quo. La película sugiere que cualquier sociedad, sin importar su nivel de
desarrollo, puede colapsar si no aprende de los errores del pasado.
El contraste entre los simios, que han heredado los
restos de una civilización humana destruida, y los humanos, reducidos a un
estado primitivo, refuerza esta idea. La humanidad, con todo su potencial, no
está exenta de caer en la barbarie si no actúa con responsabilidad y humildad.
La redención a través de la empatía y el entendimiento
Aunque la película es profundamente pesimista, también
ofrece un destello de esperanza a través de personajes como Zira y Cornelius,
los simios científicos que muestran curiosidad y empatía hacia Taylor. Su
disposición a cuestionar las normas de su sociedad y a tratar a un humano como
igual sugiere que el cambio es posible cuando hay apertura al diálogo y al
entendimiento mutuo. Este mensaje resuena como un llamado a superar divisiones
y a trabajar juntos para evitar un futuro catastrófico.
El planeta de los simios (1968) es, pues, mucho más que
una historia de ciencia ficción; es una meditación sobre la condición humana y
los peligros de nuestra propia creación. Nos advierte sobre las consecuencias
de la arrogancia, la intolerancia y la negligencia, al mismo tiempo que nos
desafía a buscar la verdad, a practicar la empatía y a aprender de nuestros
errores. En un mundo donde las decisiones humanas tienen un impacto cada vez
mayor, el mensaje de la película sigue siendo tan pertinente hoy como lo fue
hace más de cinco décadas.
Al final, la cinta nos deja con una pregunta inquietante:
¿seremos capaces de cambiar nuestro rumbo antes de que sea demasiado tarde?
Como Taylor, debemos enfrentar nuestros fracasos y decidir si queremos
construir un futuro diferente o repetir los errores que llevaron a la caída de
la humanidad. El planeta de los simios no solo entretiene, sino que nos obliga
a mirar dentro de nosotros mismos y a reflexionar sobre el legado que
dejaremos.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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