(AZprensa) Ahora está muy de moda hablar de “universos paralelos”,
sobre todo en las películas de ciencia ficción; pero ¿hay fundamentos
científicos para dar cierta credibilidad a la posibilidad de que existan miles
de universos paralelos? Y sobre todo ¿cómo podemos explicar y entender, sin
demasiados tecnicismos, qué significa eso del “multiverso”, de los “universos
paralelos”? En este artículo intentaremos explicarlo de una forma sencilla que
todos podamos entender…
Para comprender de una forma clara y sencilla qué
significa eso de los “universos paralelos” voy a echar mano de la novela
“Rescate en el tiempo”, de Michael Crichton, en donde explica con bastante
claridad este concepto a pesar de su evidente complejidad.
Lo primero es una aproximación al concepto de energía.
“Hace cien años”, dice, “los físicos llegaron a la conclusión de que la
energía, del mismo modo que la luz, el magnetismo o la electricidad, adoptaba
la forma de ondas en continuo movimiento. Todavía hoy hablamos de ‘ondas de
radio’ y ‘ondas lumínicas’. El descubrimiento de que todas las formas de
energía tenían en común ese carácter ondulatorio fue uno de los grandes avances
de la física del siglo XIX. Pero existía un pequeño problema...”
En efecto, al realizar una serie de experimentos se veía
que la energía no era una onda continua y que parecía estar compuesta por una
serie de unidades que se denominaron “cuantos”, dando así origen a lo que se ha
dado en llamar “física cuántica”.
Una vez demostrado que la luz estaba compuesta de
partículas, se podía pensar que todo lo demás (incluso la energía) también lo
estaba.
Los átomos se componen de partículas pesadas en el núcleo
y de electrones ligeros que se mueven a gran velocidad alrededor de este. Sin
embargo, estudiando estas partículas se observó que tenían comportamientos un
tanto extraños. Por ejemplo, no es posible saber dónde están,
no es posible medirlas con exactitud y no es posible predecir qué harán. Unas
veces se comportan como partículas y otras como ondas. A veces dos partículas
interactúan pese a hallarse a un millón de kilómetros de distancia una de otra
y no existir relación alguna entre ellas. Y así sucesivamente.
“Ahora bien, con la teoría cuántica se dan dos
circunstancias. En primer lugar se ve confirmada una y otra vez. Es la teoría
más comprobada de la historia de la ciencia. Los escáneres de supermercado, el
láser y los chips de ordenador, se basan sin excepción en la mecánica cuántica.
Por lo tanto no existe la menor duda de que la teoría cuántica es la
descripción matemática correcta del universo.”
“Pero he ahí el problema: se trata sólo de una
descripción matemática. Se reduce a un conjunto de ecuaciones. Y los físicos no
podían visualizar el mundo que se insinuaba en esas ecuaciones: era demasiado
irregular, demasiado contradictorio. A Einstein, por ejemplo, no le gustaba. Lo
interpretaba como un error de la teoría. Sin embargo, la teoría continuaba
constatándose... incluso científicos galardonados con el Premio Nobel por sus
aportaciones a la teoría cuántica tuvieron que admitir que no la entendían”.
“Durante la mayor parte del siglo XX hemos dispuesto de
una teoría del universo que todos usamos, y todos coincidimos en que es
correcta; pero nadie es capaz de explicar qué nos dice esa teoría acerca del
mundo”.
Sin embargo en el año 1957 hubo un físico, Hugh Everett,
que propuso una nueva y audaz teoría. “Everett sostenía que nuestro universo,
el universo que vemos, el universo compuesto de rocas y árboles y seres
humanos, y galaxias en el espacio exterior, era sólo uno entre un número
infinito de universos coexistentes. Cada uno de esos universos se dividía
continuamente, de modo que había un universo en el que Hitler perdía la guerra
y otro en el que la ganaba; un universo en el que Kennedy moría y otro en el
que seguía con vida. Y también un mundo en donde uno se lavaba los dientes por
la mañana y otro donde no lo hacía. Y así indefinidamente. Una cantidad
infinita de mundos”.
Se llegaba así a la conclusión de que “existían realmente
universos múltiples. Y discurrían paralelos al nuestro”, algo que ha dado en
llamarse “multiverso”.
Es interesante la explicación práctica que se da de esto.
Trataremos de extraer los párrafos más significativos:
”Es un experimento muy sencillo... Colocamos dos paredes,
una frente a otra. La primera pared tiene una hendidura vertical... Ahora
proyectamos un haz de luz sobre la hendidura. En la pared de detrás verán una
línea blanca, resultante de la luz que pasa por la hendidura...”
“Ahora tenemos una pared con dos hendiduras verticales en
lugar de una. Proyectamos un haz de luz sobre ellas, y en la pared de detrás
verán no dos líneas verticales, sino una serie de franjas alternas de luz y
sombra”.
“Y si se proyecta el haz de luz sobre cuatro hendiduras,
aparecen la mitad de franjas que antes. Porque una de cada dos franjas se
oscurece. ¿Más hendiduras producen menos franjas? ¿Por qué? La explicación
habitual es que la luz, al pasar por las hendiduras, actúa como dos ondas que
se superponen. En algunas zonas se suman la una a la otra, y en otras zonas se
anulan mutuamente. En este caso decimos que las ondas se interfieren entre sí,
y al resultado lo llamamos ‘figura de interferencia’. El problema es que acabo
de ofrecer una explicación del siglo XIX. Era totalmente admisible cuando se
creía que la luz era una onda. Pero desde Einstein sabemos que la luz se
compone de unas partículas llamadas fotones. ¿Cómo se explica que unos cuantos
fotones generen una figura como esta?”
Podría pensarse que “en determinadas situaciones, las
partículas poseen propiedades ondulatorias. Las partículas pueden crear
interferencias entre sí. En este caso los fotones del haz de luz se interfieren
unos a otros y producen la misma figura”.
“Esa parece la respuesta lógica. Al fin y al cabo, un haz
de luz consta de millones y millones de pequeños fotones. No es difícil
imaginar que interactúen entre sí de algún modo y creen la figura de
interferencia. Pero ¿es así realmente? ¿Es eso lo que ocurre? Una manera de
averiguarlo consiste en eliminar cualquier clase de interacción entre los
fotones. Eso se ha llevado a cabo experimentalmente”.
“Se proyecta un haz de luz tan débil que emite sólo un
fotón cada vez. Y detrás de las hendiduras se colocan detectores muy sensibles,
tan sensibles que son capaces de captar la incidencia de un único fotón.... no
puede haber interferencia alguna de otros fotones, porque trabajamos con un
solo fotón. Los fotones, pues, pasan uno a uno. Los detectores registran el
punto al que llega cada fotón.”
De esta forma, transcurridas unas horas, se obtienen una
serie de líneas formadas por la acumulación en determinadas zonas de los
fotones que han ido pasando uno a uno. Es como si con la punta de un bolígrafo
hubiésemos ido marcando puntitos en una zona hasta conseguir el efecto de una
línea.
“Lo que vemos es que los fotones independientes inciden
sólo en ciertas zonas y nunca en otras. Se comportan exactamente igual que un
haz de luz corriente. Pero ahora son emitidos uno a uno. Ningún otro fotón
interfiere su trayectoria. No obstante, algo interfiere, ya que producen la
habitual figura de interferencia. ¿Qué interfiere, pues, el movimiento de un
único fotón? Tienen que ser otros fotones, pero ¿dónde están? Disponemos de
detectores, y no detectamos ningún otro fotón. ¿Dónde están pues los fotones
que causan la interferencia?”
“La interferencia en ese fotón aislado demuestra que la
realidad no se reduce a lo que vemos en nuestro universo. Por lo tanto, los
fotones que la generan deben estar en otros universos. Y eso, a su vez,
demuestra la existencia de los otros universos”.
“En eso consiste el multiverso. Los universos se dividen
continuamente, lo cual implica que muchos otros universos son muy similares al
nuestro. Y son los universos similares los que interactúan. Cada vez que
emitimos un haz de luz en nuestro universo, simultáneamente se emiten haces de
luz en muchos universos similares, y los fotones de esos otros universos
interfieren con los fotones de nuestro universo y producen la figura que
vemos”.
En esa constante división del universo, de que
hablábamos, cada fracción de segundo de nuestras vidas ofrece diversas
alternativas. Pongamos un ejemplo. Estamos sentados leyendo y queremos dejar la
sesión de lectura, levantarnos, apagar la luz y salir de la habitación. El
hecho de pensar en la intención de dejar la lectura ya nos ofrece varias
posibilidades: Dejarla de inmediato, acabar la línea, acabar el párrafo, acabar
la página... o no hacer caso y seguir leyendo hasta que... cojamos las primeras
opciones de dejar la lectura y apagar la luz. Podemos extender el brazo y
apagar la luz deprisa, despacio, regular.... y podemos hacerlo en el instante
en que decidimos dejar ahí la lectura, o un poco después al acabar la línea, o
después al acabar el párrafo, o más tarde al acabar la página...
Cada una de esas situaciones genera una realidad
diferente que se va expandiendo en su propio universo que a la vez se va
subdividiendo en un número infinito de posibilidades. Hablando como se decía,
de las alternativas más próximas, veremos que si se hubiesen producido todas de
forma visible para nosotros, hubiera sido como ese destellar de los flashes
cuando los fotógrafos asedian a un famoso. Hubiéramos visto, en este caso, cómo
la luz se apagaba infinidad de veces en distintas fracciones de segundo, de
minutos, etc.
Los que no hubieran interferido aquí, hubieran sido esos
otros universos en los que nosotros no hubiéramos llegado a coger siquiera el
libro para leer y por lo tanto no hubiésemos estado en ese momento, en esa
habitación, en esa disposición, y con esa intención.
Tras el concepto de “multiverso”, de infinitos universos
que se van subdividiendo y expandiendo,
viene ahora otro concepto aún más complicado. Es el que atañe al propio
concepto de “tiempo”.
“El hecho de que pensemos que el tiempo pasa no es más
que un accidente de nuestro sistema nervioso, del modo en que percibimos las
cosas. En realidad, el tiempo no pasa; pasamos nosotros. El tiempo en sí es
invariable. Simplemente está. Por lo tanto, el pasado y el futuro no son
lugares distintos”.
Pero esto ya da para otro artículo, precisamente el que he escrito y publicado ayer en este mismo "Diario AZprensa".
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
Fuente: "No son coincidencias", VIcente Fisac. Amazon.
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