(AZprensa) Cuando las multinacionales Astra y Zéneca se fusionaron, dando lugar al
tercer laboratorio farmacéutico más grande del mundo, AstraZéneca, investigué
–como responsable de Comunicación- sobre la historia de estas compañías. Fue
así como descubrí que hasta un total de 10 galardonados con el Premio Nobel
habían trabajado o colaborado directamente con este laboratorio… ¡y nadie había
reparado en ello hasta entonces! Y no sólo eso, sino que la historia de estos
Premios Nobel y el laboratorio estaba plagada de anécdotas y hechos curiosos…
Alfred Nobel.- Este ingeniero químico nació
en 1833 en el seno de una amplia
familia (eran 11
hermanos) en la
que ya destacaron
algunos miembros por su contribución a la ciencia. Su abuelo materno,
por ejemplo, descubrió la existencia de los vasos linfáticos y a su padre se
deben diversos inventos como el torpedo submarino.
Alfred Nobel se dio a conocer al inventar un detonador
que permitía la explosión de la nitroglicerina. Como el principal problema de
la misma residía en su inestabilidad (explotaba a la menor sacudida), Nobel
desarrolló una mezcla de nitroglicerina y kieselguhr (una sustancia inerte y
porosa formada por caparazones de protozoos ciliados) a la que bautizó como
dinamita. Este invento fue decisivo para abordar obras de gran envergadura,
como la abertura del canal de Panamá y el canal de Corinto, o la construcción
del túnel de San Gotardo, que une Suiza e Italia por debajo de los Alpes. Su
empleo se extendió tanto que, a finales de siglo, poseía unas 80 fábricas en
numerosos países, permitiéndole acumular una inmensa fortuna.
En 1870 había creado Nobel Industries, la mayor compañía
de explosivos, y en 1926 tomó la decisión de unirse a otras tres grandes
compañías químicas: British Dyestuffs, United Alcali y Brunner, Mond and Co.
Fruto de esta unión nació el grupo químico ICI (Imperial Chemical Industries)
cuya rama farmacéutica se segregó en 1993 con el nombre de Zéneca para
fusionarse años más tarde, en 1999, con Astra y crear así la actual
AstraZéneca.
Pero los descubrimientos de Alfred Nobel no se utilizaron
sólo para beneficio de la humanidad (construcción de túneles, carreteras, etc.)
sino que también tuvieron su aplicación en la guerra. Fruto de los
remordimientos que esta indeseada utilización de sus descubrimientos produjo,
Nobel quiso que al menos la fortuna que había conseguido a lo largo de esos
años se utilizase en beneficio de la humanidad y para ello creó la Fundación
Nobel, a la que dejó una herencia de 33 millones de coronas-oro (unos 150
millones de euros) y que, a partir de 1901 concede anualmente los prestigiosos
premios que llevan su nombre. En
efecto, el mayor acontecimiento científico de cada año es sin duda la concesión
de los Premios Nobel, que consagran a los científicos más destacados en
diversas ciencias, literatura, o esfuerzos a favor de la paz. En el caso
concreto de la medicina, es también el máximo galardón al que se puede aspirar
y, a lo largo de estos años un total de 10 galardonados con estos premios han
estado ligados de alguna manera a AstraZéneca y han protagonizado algunas
coincidencias realmente curiosas.
Por ejemplo, ya hemos dicho que Industrias Nobel fue una
de las empresas que se fusionaron para crear la antigua ICI que más tarde sería
Zéneca. Pero es que también un ganador del premio Nobel fue fundador de Astra.
Este mismo galardonado protagonizó otro caso realmente curioso ya que, tanto él
como después su hijo, recibieron ambos el Premio Nobel y los dos trabajaron
para la misma compañía. También es curiosa la forma en que las vidas de dos
galardonados, Chain y Florey se entrecruzaron: uno trabajó para Astra, otro para
Zéneca, los dos colaboraron conjuntamente y fruto de ese trabajo ambos
recibieron el premio Nobel.
Esta es, pues, la relación de esos diez galardonados con
el Premio Nobel:
Theodor Swedberg.- En esta especial
relación de científicos, el primero en recibir el citado galardón (aunque no el
primero –como veremos- en tener relación con AstraZéneca) fue Theodor Swedberg,
quien recibió el Premio Nobel de química en 1926 por sus aportaciones en la
química de las soluciones coloidales. Fue a comienzos de la década de los 30
cuando se unió a Astra como asesor, junto con otro de los posteriormente
galardonados, Hugo Theorell, contribuyendo a uno de los períodos más
florecientes de la expansión comercial de esta compañía.
Hans von Euler.- Mención especial
en esta relación merece Hans von Euler, ya que en el año 1913 fundó Astra,
junto con Adolf Rising (jefe de fabricación farmacéutica de Ciba, en Basilea,
Suiza) y Knut Sjöberg (uno de los farmacéuticos más destacados de Suecia),
siendo además su primer asesor científico. Este químico alemán dirigió sus
estudios hacia las enzimas, las vitaminas y la genética. Su libro "Plant
Chemistry" sigue siendo hoy día un clásico en el campo de la bioquímica.
En 1929 recibió el Premio Nobel de química por sus estudios sobre la fermentación
de los azúcares y sobre los enzimas implicados. Sus investigaciones en
bioquímica contribuyeron al descubrimiento de numerosos fármacos.
Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey.- En 1933 Ernst Boris Chain destacó por su estudio de los
enzimas y comenzó a colaborar con Howard Walter Florey, un patólogo que se
había interesado por los trabajos de Fleming sobre las propiedades de la
lisozima. Partiendo de los estudios de Fleming sobre el hongo Penicilium
notatum, Chain y Florey consiguieron aislar un potente antibiótico al que Chain
bautizó como penicilina. En 1941 Florey se incorporó a Zéneca como asesor y
publicó un artículo (calificado como el artículo más importante jamás
publicado) que impulsó definitivamente este descubrimiento cuya aplicación ha
salvado miles de vidas. A Florey se debe especialmente el aislamiento de la
penicilina y la confirmación de sus efectos antibióticos, así como la
producción masiva de este antibiótico en Estados Unidos gracias a su
descubrimiento que permitía cultivar la penicilina con licor de maíz. Por su
parte Chain firmó un contrato con Astra en 1945, que cubría la fabricación de
penicilina. En 1945, Chain, Florey y Fleming, recibieron conjuntamente el
Premio Nobel de medicina por este descubrimiento aunque, curiosamente, cuando
se pregunta a la gente quién ganó el prmio Nobel por la penicilina, todos
responden “Fleming” y se olvidan que dicho premio fue compartido por tres
científicos que –cada uno en su campo- hizo viable la utilización de este
antibiótico.
Arne Tiselius.- Otro de los colaboradores de
Astra fue Arne Tiselius, a quien se debe la invención de la electroforesis para
el estudio de las proteínas y otras macromoléculas. En 1948 fue galardonado con
el Premio Nobel de química por sus trabajos sobre la naturaleza del plasma
sanguíneo. Inició su investigación en torno a los procesos de difusión y
adsorción y, con la ayuda de una beca de la Fundación Rockefeller, en la
Universidad de Princeton, consiguió desarrollar el plasma sanguíneo sintético.
A su retorno a Uppsala (Suecia), en donde Astra tenía uno de sus grandes
centros de investigación, reanudó su interés por las proteínas y por el uso de
métodos físicos en los problemas bioquímicos, lo cual le condujo a desarrollar
un método mejorado de análisis electroforético que fue mejorando en los años
posteriores.
Hugo Theorell.- También en la década de los 30
Hugo Theorell se unió a Astra como asesor, y su ayudante Bertil Sjögren fue
nombrado jefe de investigación. El premio Nobel le fue concedido en el año 1955
por sus descubrimientos relativos a la naturaleza y al modo de acción de los
enzimas implicados en las oxidaciones biológicas. Uno de los principales logros
de este bioquímico sueco fue conseguir la primera cristalización de la
mioglobina, la proteína transportadora de oxigeno del músculo, y fue también el
primero en describir con todo detalle un mecanismo enzimático. A él se debe el
descubrimiento del fermento amarillo (vitamina B2+apoenzima) e importantes
trabajos sobre el citocromo C.
Ulf von Euler.- Con Ulf von Euler se da el
único caso en la historia en que un padre y su hijo han sido galardonados con
el Premio Nobel (de química, el padre, y de medicina, el hijo) y ambos han
trabajado para la misma compañía. Hijo de Hans von Euler, uno de los fundadores
de Astra, Ulf trabajó junto a otro galardonado, Hugo Theorell, en los
laboratorios de Astra en Suecia. Fue el primer médico investigador que probó el
anestésico local Xylocaína, desarrollado por esta compañía, y descubrió la
noradrenalina y las prostaglandinas. Sugirió la existencia de una sustancia que
ejercía una acción contráctil unas veces y relajante otras, sobre la
musculatura uterina. En 1970 recibió el Premio Nobel de medicina por sus
descubrimientos acerca de los transmisores humorales en los terminales
nerviosos y el mecanismo para su almacenamiento, liberación e inactivación,
compartiendo dicho premio con Bernard Katz y Julius Axelrod.
Sune Bergström.- Por lo que se
refiere a este investigador, que colaboró con Astra como asesor, recibió el Premio
Nobel de medicina en el año 1982 por sus descubrimientos relativos a las
prostaglandinas y a diversas sustancias biológicas emparentadas con las mismas.
Dicho premio fue compartido con los doctores Bengt I. Samuelsson y John R.
Vane.
Bergström, nacido en 1916, se formó en el Instituto
Karolinska de Estocolmo, en la Universidad de Columbia en Nueva York y en la
Universidad de Basilea en Suiza. En 1958 regresó al Instituto Karolinska como
profesor de química y a continuación fue nombrado decano de la facultad de
Medicina de la capital sueca y director del centro en 1969. Asimismo formó
parte del comité Nobel entre 1975 y 1987, y fue responsable de investigación
médica en la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre 1977 y 1982.
James Black.- En 1958 este joven doctor se
unió a la antigua Zéneca (entonces ICI) para desarrollar sus investigaciones
sobre los efectos de unos
neurotransmisores llamados catecolaminas. James Black descubrió que
bloqueando la acción de las catecolaminas en el corazón, se podía prevenir el
riesgo derivado del aumento en la intensidad y frecuencia de los latidos. Sus
investigaciones condujeron al descubrimiento del primer betabloqueante,
pronethalol. Por estas investigaciones y la vía terapéutica que abrieron, se le
concedió en 1988 el Premio Nobel de medicina, un premio compartido con Gertrude
Elion y George Hitchings. Investigaciones posteriores llevadas a cabo por Black
y su equipo de investigadores en los laboratorios de Zéneca en Alderley Park
(Reino Unido) condujeron al descubrimiento de Sumial (propranolol), uno de los
betabloqueantes de más amplia difusión y, posteriormente, al descubrimiento de
Tenormin (atenolol), uno de los dos betabloqueantes cardioselectivos más
prescritos en todo el mundo.
Arvid Carlsson.- Finalmente Arvid
Carlsson, profesor de Farmacología en la Universidad de Gotemburgo (Suecia),
fue galardonado con el Premio Nobel de medicina del año 2000 por sus estudios
sobre la transmisión de señales en el sistema nervioso. La Academia Sueca
destacó los "descubrimientos esenciales sobre un modo importante de
transmisión de la señal entre diferentes células nerviosas, la transmisión
sináptica lenta", que han sido determinantes "para la comprensión de
las funciones normales del cerebro y de las condiciones en las que
perturbaciones en la transmisión de la señal pueden inducir enfermedades
neurológicas o físicas". Este investigador ha sido reconocido por su
descubrimiento de que la dopamina es un transmisor en el cerebro que tiene una
gran importancia para nuestra capacidad de controlar los movimientos. Su
investigación ha demostrado que la enfermedad de Parkinson está causada por una
falta de dopamina en determinadas partes del cerebro por lo que un remedio
eficaz (L-dopa) para esta enfermedad puede desarrollarse. También ha demostrado
el modo en que actúan los fármacos usados en el tratamiento de la
esquizofrenia.
La figura de Carlsson cabe calificarla de decisiva en el
desarrollo de AstraZéneca, sobre todo en la década de los 60. Gracias a su
influencia, la compañía dirigió su investigación hacia los betabloqueantes, los
betaestimuladores y la también llamada hipótesis de la serotonina. En el caso
de los betabloqueantes, la investigación culminó con Seloken (metoprolol), un
betabloqueante cardioselectivo que se ha convertido en uno de los fármacos más
importantes para el tratamiento de la hipertensión arterial (comercializado
también como Beloken en algunos países). Por su parte, en el caso de los
betaestimuladores, la investigación condujo a un nuevo agente broncodilatador,
Terbasmin (terbutalina), un beta 2 agonista para el tratamiento del asma, que
revolucionó el tratamiento de esta enfermedad.
Y es que, en resumen… Para tratar las
enfermedades siempre han existido remedios, aun cuando la mayoría de ellos
fuesen de dudosa o nula eficacia. Y ¡qué decir del conocimiento sobre el origen
de las enfermedades y del modo de actuación que de esos tratamientos se tenía!
Realmente hasta el siglo XIX nadie era capaz de distinguir entre medicinas y
especias, y ni siquiera quienes prescribían dichos remedios podían añadir mucho
más sobre ellos. Uno de los tratamientos más comunes en aquella época era el
uso de sanguijuelas para que chuparan el “exceso de sangre” al que atribuían la
causa de muchos males. Igualmente se creyó, durante un tiempo, que la
electricidad proporcionaba un suministro extra de fuerza vital.
Afortunadamente el progreso del conocimiento en todas sus
áreas fue descartando viejas creencias y abriendo nuevos caminos en la medicina
y en el resto de las ciencias. Actualmente son muchas las enfermedades
conocidas y múltiples también sus opciones de tratamiento tanto médico como
quirúrgico. La era de los fármacos, tal como hoy la conocemos, comenzó
hace tan solo un siglo, sin embargo
sus orígenes hay que buscarlos hace doscientos años y en esa historia,
la compañía fundada por Alfred Nobel tuvo mucho que decir.
La primera parte de este artículo está en el siguiente enlace:
https://azpressnews.blogspot.com/2024/04/una-historia-ligada-nobel-1.html
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.
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