(AZprensa)
Parece extraño este titular. ¿Cómo va a ser un problema hablar bien en público?
¡Todo lo contrario, el problema sería hablar mal en público! Pero no, no me he
equivocado, porque cuando yo comencé a hablar en público y era capaz de
mantener a mi auditorio atento, siguiendo mi presentación… se percataron de
ello mis jefes y lo compararon con los discursos que daban otros mandos de la
compañía en los que su audiencia se aburría soberanamente e incluso más de uno echaba una cabezada.
Hay
que tener en cuenta, además, que en las convenciones los asistentes se acuestan
muy tarde porque quieren aprovechar al máximo el tiempo libre disponible y la
oportunidad que ese viaje les brinda de estrechar lazos con otros compañeros.
Total, que tras una noche en la que sólo han dormido tres o cuatro horas,
llegar a un auditorio con todas las luces apagadas, salvo las del escenario;
sentados en una cómoda butaca, y escuchando un discurso monótono de cifras de ventas,
resultados, presupuestos, etc., lo más normal es que el peso de los párpados se
venza por la inercia.
El
caso es que, ante esa situación, me pidieron que en lo sucesivo yo hiciese mi
presentación a primera hora de la tarde, justo después de comer… que es el
momento ideal para echarse una siesta… y yo era el único que podía impedir que
se durmiesen!
Y
en general, esta fue la norma a lo largo de toda mi carrera profesional y para
ello utilicé todo tipo de trucos para que mis presentaciones les resultasen
atractivas y ejerciesen sobre ellos un efecto más eficaz que el de cualquier
café bien cargado. En fin, ya os iré contando…
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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1 comentario:
Alguno, tras leer este artículo, me ha preguntado: “¿Tú crees que hablas bien en público?”. Le he respondido: “En realidad nunca me ha preocupado hablar bien o no ante el público; lo que siempre he hecho ha sido transmitir entusiasmo, sorprender a la audiencia y mantenerla atenta a lo que digo”.
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