lunes, 22 de septiembre de 2025

En España vuelven a nacer pigargos

(AZprensa) En un rincón remoto del norte de Castilla y León, donde los ríos serpentean entre bosques de ribera y el eco de las aguas murmura secretos ancestrales, ha ocurrido un milagro de la naturaleza. El pasado mayo de 2025, un diminuto polluelo rompió el cascarón en un nido improvisado, marcando el primer nacimiento de un pigargo europeo (Haliaeetus albicilla) en España en más de un siglo. Esta águila gigante, extinguida en la península Ibérica desde finales del siglo XIX, regresa no solo como un símbolo de esperanza, sino como prueba tangible de que la conservación puede revertir el curso de la historia. Tras años de esfuerzos incansables, las parejas reintroducidas han comenzado a formar territorios, construir nidos y, finalmente, criar. ¿Cómo se ha logrado este hito?
 
El pigargo europeo, conocido también como águila pigarga o águila de cola blanca, es la rapaz más grande de Europa, un depredador imponente que evoca la grandeza de los paisajes boreales. Con una envergadura alar que puede superar los 2,5 metros –equivalente a la longitud de un coche pequeño– y un peso de hasta 7 kilogramos, esta ave es un maestro de los cielos acuáticos. Su plumaje es de un pardo oscuro, con la cola blanca característica que le da su nombre (del latín haliaeetus, "águila marina", y albicilla, "blanca cola"). Prefiere hábitats ribereños, estuarios y costas, donde se alimenta principalmente de peces como salmones y anguilas, pero no desdeña aves, mamíferos pequeños o carroña.
 
En Europa, el pigargo prospera en el norte, desde Noruega hasta Rusia, donde poblaciones de miles de parejas crían cada año. Sin embargo, en España su historia es de tragedia: se extinguió a finales del siglo XIX debido a la persecución humana –cazadores lo veían como amenaza para el ganado y la pesca– y la destrucción de humedales por la urbanización y la agricultura intensiva. Aunque hay debates sobre si realmente fue una especie reproductora estable en la península (algunos expertos cuestionan evidencias históricas), el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) lo incluyó en 2018 en el "Listado de especies extinguidas en el medio natural español", abriendo la puerta a su reintroducción legal. Hoy, con solo unas 12.000 parejas en toda Europa, el pigargo figura en el Anexo I de la Directiva de Aves de la UE, lo que obliga a proteger sus hábitats y promueve su recuperación.
 
El camino de la reintroducción: De Noruega a la cornisa cantábrica
 
La resurrección del pigargo en España no fue un capricho, sino un proyecto meticuloso impulsado por la ONG GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), con el respaldo inicial del MITECO y las comunidades autónomas de Asturias y Cantabria. Lanzado en 2021 como "Proyecto Pigargo", este plan experimental –autorizado por la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad– buscaba reintroducir ejemplares de origen noruego en el litoral cantábrico, un ecosistema rico en ríos y embalses similar al histórico del pigargo.
 
El proceso comenzó con la obtención de pollos y juveniles de centros de cría en Noruega, coordinados por el Norwegian Institute for Nature Research (NINA) y el Norwegian Environment Agency (NEA). Entre 2021 y 2023, GREFA liberó 25 individuos en la costa oriental asturiana, equipados con emisores GPS para monitorear su adaptación. Estos "pioneros" –bautizados con nombres como "Mansolea", "Pimiango" o "Bruxa"– fueron soltados en áreas protegidas de la Red Natura 2000, donde el acceso humano es limitado y la oferta de alimento abundante. La primera fase, de dos años, evaluó su supervivencia y compatibilidad con el ecosistema: el 100% de los liberados se adaptó, explorando territorios de hasta 100 km² y mostrando un uso intensivo de embalses para cazar.
 
No todo fue un camino de rosas. El proyecto generó polémica: biólogos y ecologistas, como los de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies, criticaron la falta de pruebas irrefutables de su presencia histórica en España y advirtieron de posibles desajustes ecológicos, como competencia con otras rapaces o impacto en especies locales de peces. En 2023, Asturias y Cantabria paralizaron nuevas liberaciones, aunque el proyecto siguió adelante con los ejemplares ya en libertad. GREFA respondió con datos: la tasa de emparejamiento superó el 50%, y no se registraron conflictos significativos con la avifauna local. Además, colaboraciones con compañías eléctricas eliminaron electrocución en tendidos, un riesgo mortal para grandes águilas.
 
De la soledad al nido: Cómo se forman parejas y llega la cría
 
La clave del éxito radica en la biología del pigargo: monógamos y longevos, estos águilas forman parejas estables que defienden territorios de por vida, con una esperanza de vida de hasta 30 años en libertad. Tras la liberación, los individuos noruegos, criados en cautiverio pero con instintos intactos, comenzaron a interactuar. A mediados de 2024, GREFA detectó las primeras señales: vuelos sincronizados, vocalizaciones y compartición de carroña. Para finales de ese año, se confirmaron tres parejas estables –una preliminar y dos consolidadas–, compuestas por hembras y machos que habían recorrido cientos de kilómetros para reunirse.
 
El proceso de reproducción es un ritual paciente. En febrero de 2025, una pareja inició la construcción de un nido en un árbol alto junto a un embalse en León, usando ramas, musgo y plumas, con el macho aportando materiales mientras la hembra supervisa. A finales de marzo, la hembra –de unos 5 años, edad mínima para criar– puso huevos, incubándolos durante 35-40 días alternando turnos con el macho, quien también caza para alimentarla. El polluelo macho nació a principios de mayo, pesando apenas 100 gramos, y fue anillado con GPS por agentes medioambientales de Castilla y León y el MITECO para su seguimiento.
 
Este nacimiento no es aislado: GREFA reporta que al menos dos parejas más muestran signos de nidificación para 2026, con plataformas artificiales instaladas para facilitar el proceso. La alta supervivencia (sin mortalidades por causas antropogénicas) y la adaptación a presas locales, como truchas y cormoranes, confirman que el pigargo se integra sin desequilibrios. "Es un hito histórico para la biodiversidad española", celebra Ernesto Álvarez, presidente de GREFA, quien compara este logro con reintroducciones exitosas en Escocia e Irlanda.Un renacer con ecosistemas restaurados y debates abiertos
 
El regreso del pigargo trasciende lo simbólico: como "ingeniero ecosistémico", esta águila regula poblaciones de peces y aves, dispersa semillas y mantiene limpios los ríos al consumir carroña, contribuyendo a la salud de humedales amenazados por el cambio climático. En España, donde el 50% de los ríos están degradados, su presencia podría impulsar la restauración de la Red Natura 2000, atrayendo fondos europeos y turismo ecológico.
 
Sin embargo, el debate persiste. Críticos argumentan que sin evidencia fósil clara, se trata de una "introducción" más que reintroducción, con riesgos impredecibles. Defensores, avalados por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), ven en ello una reparación ética: España, pionera en legislar sobre especies extinguidas, debe actuar. Con solo 25 liberados y ya un pollo volando, el Proyecto Pigargo demuestra que la voluntad humana puede curar heridas del pasado.
 
En las alturas de Castilla y León, el joven pigargo extiende sus alas, recordándonos que la extinción no es irreversible. Si las parejas siguen criando, pronto manadas de estas águilas surcarán de nuevo los cielos ibéricos, tejiendo un tapiz de vida renovada. El pigargo ha vuelto; ahora, depende de nosotros que se quede.
 

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