Andaba
por aquél entonces preparando una campaña para el fungicida Milgo, el cual se
utiliza para combatir las infecciones por hongos que atacan a las cucurbitáceas
(melones, calabacines, pepinos, etc.), aunque en esa ocasión la campaña era muy
local, para la zona de Cartagena en donde se cultivan grandes extensiones de
melones. Tenía que hablar de Milgo y tenía que hablar de melones, pero eso poco
podría importar a los agricultores, lo que a ellos les interesaba era conseguir
una cosecha sana y abundante.

Junté
todas las piezas y el resultado fue el siguiente: llenar las cabinas
telefónicas de melones. Para ello, el artista gráfico Luis Díaz Ricote, compró
un montón de melones, los apiló unos encima de otros y los fotografió. Después
amplió la fotografía hasta que estos alcanzaron el tamaño real. Finalmente, esa
fotografía se imprimió sobre los acetatos en la medida reglamentaria para
vestir completamente las cabinas. De esta forma, cuando alguien entraba en la
cabina, se veía su cabeza asomando por encima de una montaña de sanos melones.
Una imagen insólita que llamaba la atención y transmitía la imagen de una
cosecha espléndida.
Contraté
todas las caninas telefónicas de la zona y preparé anuncios en prensa que
decían, como si fuese una noticia más del periódico: “Las cabinas del campo de
Cartagena aparecen llenas de melones”, para explicar luego en el texto que
gracias al funguicida Milgo se podrían obtener unas grandes cosechas. Y no sólo
eso, también edité folletos, carteles para los puntos de venta, pegatinas,
envíos de publicidad por correo, cuñas de radio... todo con el mismo mensaje.
La
campaña fue un éxito y también se exportó a otras zonas de España en donde se
cultiva esta cucurbitácea. El impacto visual era enorme, ya que con esa
fotografía a tamaño real de los melones parecía verdaderamente que las cabinas
telefónicas se habían llenado de melones.
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