(El Inefable) Humberto Arnés, el director general de Farmaindustria, la
patronal de los laboratorios farmacéuticos, ha declarado a la luz de los
últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que “estos datos nos insuflan algo de oxígeno y nos
permiten mirar al futuro con un moderado optimismo”, añadiendo que
considera imprescindible que se dote al sector de un “marco regulatorio y
económico estable y predecible” y no al capricho de las diferencias normativas
que incluyen y modifican constantemente en cada Comunidad Autónoma. Vamos, lo
mismo que venía diciendo tanto él como los directivos de los principales
laboratorios farmacéuticos desde hace más de 10 años y es que en todo este
tiempo los Gobiernos central y autonómico han hecho lo que han querido sin que
les haya influido lo más mínimo la opinión del sector que, como se ve, lleva
año tras año protestando tímidamente, reclamando las mismas cosas, y agachando
finalmente la cabeza.
En todo este tiempo, el sector farmacéutico
no ha sabido hacer valer su importancia no sólo para la salud sino también para
la economía nacional. Los laboratorios farmacéuticos (según el INE) representan
el 19,3% de toda la inversión industrial que se hace en España y la
productividad de sus trabajadores (de los cada vez menos que van quedando)
supera ya en un 79% a la media nacional.
Después de años en caída libre, el
crecimiento de un 0,7% en las ventas a oficinas de farmacia y de un 1,2% en las
ventas a hospitales, es visto por los directivos de esta industria como algo
esperanzador, aunque si tenemos en cuenta cómo el valor de las ventas al
extranjero ha crecido un 11% en lo que va de siglo y supera desde 2011 los
10.000 millones, veremos que la verdadera esperanza del sector no está dentro
del país sino fuera del mismo.
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