(AZprensa)
Durante este mes de agosto he venido compartiendo unas reflexiones sobre 40
películas muy especiales, de esas que podemos llamar “películas con mensaje”,
un mensaje que unas veces está muy claro mientras que en otras ocasiones no
llegamos a captarlo hasta que hacemos un segundo o tercer visionado de las
mismas.
Como
resumen de todo lo publicado en este mes de agosto, aquí te dejo una lista de
las 40 películas de las que hemos hablado. En el índice del lateral derecho de
este blog (en versión web) puedes acceder fácilmente al enlace de la que te
apetezca leer…
ÍNDICE
DE PELÍCULAS SELECCIONADAS
2001,
una odisea del espacio
Ahora
o nunca
A
las duras y a las maduras
Atrapado
en el tiempo
Cocoon
Como
un torrente
Dave,
presidente por un día
Deja
vu
Dulce
noviembre
El
cielo próximamente
El
cielo puede esperar
El
cielo se equivocó
El
fantasma y la Sra. Muir
El
final de la cuenta atrás
El
nadador
El
planeta de los simios
Eternamente
joven
Family
man
Horizontes
perdidos
Imitación
a la vida
Increíble
pero falso
Interestelar
La
casa del lago
La
escapada
La
hora incógnita
La
llegada
La
vida secreta de Walter Mitty
Las
verdes praderas
Los
hijos del ayer
Lost
in translation
Mansiones
verdes
Me
ha caído el muerto
Mientras
dormías
Next
Obsesión
Rescate
en el tiempo
Serafino
Sólo
el cielo lo sabe
St.
Vincent
Yesterday
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
(AZprensa)
Family Man (2000), protagonizada por Nicolas Cage y dirigida por Brett Ratner,
es una conmovedora comedia dramática con tintes navideños que invita a los
espectadores a reflexionar sobre las elecciones de vida, las prioridades y el
verdadero significado de la felicidad. A través de una narrativa que combina
elementos de fantasía y realismo, la película entrega un mensaje universal
sobre la importancia de equilibrar el éxito profesional con los lazos
familiares y el amor.
Dos vidas, una elección
En
Family Man, conocemos a Jack Campbell (Nicolas Cage), un exitoso hombre de
negocios de Wall Street que vive una vida de lujo, ambición y aparente
satisfacción. Soltero, adinerado y enfocado en su carrera, Jack parece tenerlo
todo. Sin embargo, un encuentro sobrenatural en Nochebuena, orquestado por un
misterioso personaje interpretado por Don Cheadle, lo transporta a una realidad
alternativa. En este mundo, Jack está casado con Kate (Téa Leoni), su novia de
la universidad a la que dejó por priorizar su carrera, y vive una vida modesta
como vendedor de neumáticos, con dos hijos y una rutina familiar.
Esta
premisa, que recuerda al clásico It’s a Wonderful Life de Frank Capra, plantea
una pregunta central: ¿qué habría pasado si Jack hubiera elegido el amor y la
familia por encima de su ambición profesional? A lo largo de la película, Jack
se enfrenta a esta vida "alternativa" con desconcierto, pero poco a
poco descubre las alegrías y los desafíos de una existencia centrada en los
lazos humanos.
La
verdadera riqueza está en las relaciones humanas
El
mensaje principal de Family Man es claro: el éxito material y profesional,
aunque importante, no puede reemplazar el valor de las relaciones personales y
el amor. Jack, al principio, está cegado por su vida de lujos, donde su
autoestima depende de su estatus, su cuenta bancaria y su poder. Sin embargo,
al experimentar la vida familiar, descubre que la felicidad genuina radica en
los momentos cotidianos: las risas con sus hijos, la complicidad con su esposa
y el sentido de pertenencia que solo una familia puede ofrecer.
La
película no demoniza la ambición ni el éxito profesional, pero sí subraya la
importancia de no sacrificar lo verdaderamente esencial por metas
superficiales. Jack aprende que el dinero y el prestigio no llenan el vacío
emocional que surge de la soledad o de la falta de vínculos significativos. La
relación con Kate, en particular, es el corazón de la historia, mostrando que
el amor verdadero requiere compromiso, sacrificio y presencia.
Lecciones
sobre el arrepentimiento
Otro
aspecto no menos baladí es el arrepentimiento y la posibilidad de redención.
Jack, al ver lo que pudo haber sido su vida, enfrenta el dolor de las
decisiones pasadas. La película nos invita a preguntarnos: ¿qué caminos hemos
tomado y cuáles hemos dejado atrás? ¿Estamos viviendo una vida alineada con
nuestros valores más profundos? A través de Jack, el espectador comprende que
siempre hay una oportunidad para reevaluar las prioridades y buscar un cambio,
incluso si el tiempo ha pasado.
El
arco de transformación de Jack es especialmente conmovedor porque no es un
cambio instantáneo. Al principio, se resiste a su nueva realidad, añorando su
vida de riqueza. Pero a medida que se conecta con Kate y sus hijos, su
perspectiva cambia, mostrando que el crecimiento personal requiere tiempo,
introspección y apertura al cambio.
Un
mensaje universal
El
mensaje de Family Man resuena porque aborda una lucha universal: el equilibrio
entre el trabajo y la vida personal. En un mundo donde la sociedad a menudo
mide el éxito en términos de logros materiales, la película nos recuerda que la
felicidad no se encuentra en lo que poseemos, sino en con quién lo compartimos.
La historia trasciende su contexto navideño y su tono ligero para ofrecer una
reflexión profunda sobre lo que realmente importa.
Además,
la química entre Nicolas Cage y Téa Leoni aporta autenticidad a la narrativa,
haciendo que el espectador se conecte emocionalmente con los personajes. Las
escenas de Jack adaptándose a la vida familiar —desde cambiar pañales hasta
compartir momentos simples con Kate— son un recordatorio de que la vida está
hecha de pequeños instantes que, acumulados, forman una existencia
significativa.
Family
Man es más que una película navideña; es una invitación a reflexionar sobre
nuestras prioridades y las decisiones que moldean nuestra vida. A través de la
historia de Jack Campbell, la película nos enseña que el verdadero éxito no se
mide en bienes materiales, sino en el amor, la familia y las conexiones
humanas. Su mensaje atemporal nos anima a valorar lo que tenemos, a no dar por
sentado a quienes amamos y a buscar un equilibrio que nos permita vivir con
autenticidad y plenitud. En última instancia, Family Man nos recuerda que,
aunque no podemos cambiar el pasado, siempre tenemos el poder de moldear
nuestro futuro con las elecciones que hacemos hoy.
(AZprensa)
La película Yesterday (2019), dirigida por Danny Boyle y protagonizada por
Himesh Patel, es una comedia romántica con un toque de fantasía que combina
música, humor y una premisa ingeniosa para explorar temas profundos sobre la
autenticidad, el éxito y el poder transformador del amor. Con las canciones de
The Beatles como telón de fondo, Yesterday nos invita a reflexionar sobre lo
que significa vivir una vida fiel a uno mismo, el impacto de las decisiones
personales y la importancia de priorizar las conexiones humanas por encima de
la fama y el reconocimiento.
¿Qué
hubiera pasado en un mundo sin The Beatles?
En
Yesterday, Himesh Patel interpreta a Jack Malik, un músico británico de origen
indio que lucha por destacar en una industria musical competitiva. Tras un
accidente durante un misterioso apagón global, Jack despierta en un mundo donde
The Beatles nunca existieron, pero él recuerda sus canciones. Al interpretar
clásicos como “Yesterday”, “Let It Be” y “Hey Jude” como si fueran suyos, Jack
alcanza la fama mundial, pero esta oportunidad viene acompañada de dilemas
morales y personales. Mientras lidia con el éxito, su relación con Ellie (Lily
James), su amiga de toda la vida y manager, se pone a prueba, llevándolo a
cuestionar qué es lo que realmente valora.
La
premisa, imaginada por el guionista Richard Curtis, utiliza la ausencia de The
Beatles para explorar cómo el arte, la autenticidad y el amor dan forma a
nuestras vidas, ofreciendo una historia que es tanto un homenaje a la música
como una reflexión sobre la identidad.
El
éxito basado en la mentira
El
mensaje principal de Yesterday es que la autenticidad y las conexiones humanas
son más valiosas que el éxito superficial. Jack, al principio, ve la
oportunidad de apropiarse de las canciones de The Beatles como un pasaporte
hacia la fama que siempre soñó. Sin embargo, a medida que su popularidad crece,
se enfrenta a un vacío interno: el éxito basado en una mentira no le brinda la
satisfacción que esperaba. La película subraya que la verdadera realización no
proviene del reconocimiento externo, sino de vivir de acuerdo con nuestros
valores y ser fieles a nosotros mismos.
La
lucha interna de Jack refleja una pregunta universal: ¿hasta dónde estamos
dispuestos a comprometer nuestra integridad por alcanzar nuestros sueños? Su
decisión final de revelar la verdad sobre las canciones, renunciando a la fama,
es un acto de valentía que resalta el poder de la honestidad. Yesterday nos
enseña que el éxito genuino no se mide por la riqueza o la admiración, sino por
la paz que sentimos al vivir una vida auténtica.
La
fuerza que da sentido a la vida
Otro
tema central de la película es el amor como una fuerza que da sentido a la
vida. La relación entre Jack y Ellie es el corazón emocional de Yesterday.
Ellie, quien ha apoyado a Jack desde sus días como músico desconocido,
representa un amor incondicional que no depende de su éxito. A medida que Jack
se pierde en la vorágine de la fama, se da cuenta de que su conexión con Ellie
es lo que realmente le da propósito. La película utiliza su romance para
mostrar que el amor verdadero, basado en la comprensión mutua y el apoyo, es
más importante que cualquier logro material.
Una
escena clave, en la que Jack interpreta “Something” para expresar sus
sentimientos, encapsula este mensaje: las cosas más valiosas en la vida son las
personas que nos aman por lo que somos, no por lo que logramos. Este tema
resuena profundamente, recordándonos que las relaciones auténticas son el
verdadero tesoro en un mundo obsesionado con la fama.
El
poder del arte y la creatividad
Yesterday
también rinde homenaje al impacto del arte, específicamente de la música de The
Beatles, en la cultura y las emociones humanas. Las canciones, interpretadas
con frescura por Himesh Patel, cobran nueva vida en un mundo que las escucha
por primera vez, mostrando su capacidad para unir a las personas y evocar
sentimientos universales. La película sugiere que el arte genuino, creado desde
el corazón, tiene un valor intrínseco que trasciende el tiempo y las
circunstancias.
Sin
embargo, la película también plantea una crítica sutil a la industria del
entretenimiento, que a menudo prioriza el lucro sobre la creatividad. La
presión que enfrenta Jack para “comercializar” las canciones de The Beatles
refleja cómo el arte puede ser distorsionado por intereses económicos,
reforzando el mensaje de que la autenticidad en la creación es esencial para
mantener su pureza.
Un
mensaje atemporal sobre la autenticidad
El
mensaje de Yesterday resuena porque aborda anhelos y dilemas humanos
universales: la búsqueda de propósito, el deseo de ser amado por lo que somos y
la tentación de sacrificar nuestros valores por el éxito. La actuación de
Himesh Patel, ofrece una mezcla de vulnerabilidad y carisma, mientras que la
química con Lily James aporta calidez y autenticidad al romance. La banda
sonora, con las canciones inmortales de The Beatles, amplifica el impacto
emocional, recordándonos el poder de la música para conectar y sanar.
La
película también nos invita a reflexionar sobre nuestras propias elecciones.
¿Estamos persiguiendo metas que realmente nos hacen felices? ¿Valoramos a las
personas que nos rodean? En un mundo donde la fama y el éxito a menudo se
idealizan, Yesterday nos anima a priorizar lo que da sentido a nuestra vida: el
amor, la honestidad y la creatividad.
Yesterday
es una película que utiliza una premisa fantástica para entregar un mensaje
atemporal sobre la autenticidad, el amor y el valor de vivir una vida fiel a
uno mismo. A través de la historia de Jack Malik, nos enseña que el éxito
basado en la mentira es efímero, mientras que las conexiones humanas y la
integridad son las verdaderas fuentes de felicidad. La película celebra el poder
del arte y nos recuerda que, incluso en un mundo sin The Beatles, el amor y la
honestidad siempre encontrarán la manera de brillar. En última instancia,
Yesterday nos deja con una sensación de esperanza: cuando elegimos ser
auténticos y valoramos a quienes nos aman, encontramos el verdadero significado
de la vida.
(AZprensa)
Como un torrente (Some Come Running, 1958), dirigida por Vincente Minnelli y
protagonizada por Frank Sinatra, Dean Martin y Shirley MacLaine, es un drama
vibrante que adapta la novela de James Jones con una mezcla de intensidad
emocional y crítica social. Ambientada en una pequeña ciudad estadounidense de posguerra,
la película sigue a Dave Hirsh, un veterano de guerra y escritor frustrado que
regresa a su pueblo natal, enfrentándose a las tensiones de su pasado, las
expectativas sociales y su propia búsqueda de propósito. A través de su
narrativa rica en matices, Como un torrente transmite un mensaje profundo sobre
la alienación, la lucha por la autenticidad y la posibilidad de redención en un
mundo lleno de hipocresía y conformismo.
La
alienación en un mundo conformista
Dave
Hirsh (Frank Sinatra) regresa a Parkman, Indiana, tras años de ausencia,
cargando con las cicatrices de la guerra y una vida marcada por el desencanto.
Su llegada al pueblo pone en evidencia el contraste entre su espíritu inquieto
y la mentalidad rígida y conservadora de la comunidad. La película retrata una
sociedad obsesionada con las apariencias, donde las jerarquías sociales, el
éxito material y la respetabilidad dictan el comportamiento de sus habitantes,
como el hermano de Dave, Frank, quien encarna el ideal del “hombre de familia”
exitoso pero vacío.
El
mensaje central de Como un torrente es una crítica al conformismo y a la
superficialidad de la vida en una pequeña ciudad estadounidense de los años 50.
Dave, con su rechazo a encajar en las normas sociales, representa la lucha del
individuo por mantener su autenticidad frente a un entorno que castiga la
diferencia. La película nos invita a reflexionar sobre el costo de sacrificar
la individualidad por la aceptación social y sobre la soledad que conlleva elegir
un camino propio.
La
búsqueda de autenticidad
Dave
es un personaje complejo: un escritor talentoso pero bloqueado, un veterano
desilusionado y un hombre que anhela conexiones genuinas. Su relación con dos
mujeres opuestas —Ginny (Shirley MacLaine), una joven sencilla y emocionalmente
vulnerable, y Gwen (Martha Hyer), una maestra culta pero emocionalmente
distante— refleja su lucha interna entre la autenticidad y las expectativas
sociales. Mientras Gwen representa un ideal de refinamiento que podría integrarlo
a la sociedad “respetable”, Ginny ofrece un amor puro y desinteresado que
resuena con la verdadera esencia de Dave.
La
autenticidad, aunque dolorosa y a menudo incomprendida, es esencial para
encontrar un propósito en la vida. Dave, a través de su relación con Ginny,
comienza a redescubrir su capacidad para conectar con los demás y para aceptar
sus propias imperfecciones. La película sugiere que la verdadera plenitud no se
encuentra en el éxito externo o en la aprobación de los demás, sino en vivir de
acuerdo con los propios valores y emociones.
El
poder redentor del amor y la empatía
La
relación entre Dave y Ginny es el corazón emocional de Como un torrente. Ginny,
interpretada con una vulnerabilidad conmovedora por Shirley MacLaine, es una
mujer marginada por la sociedad debido a su falta de sofisticación y su pasado
turbio. Sin embargo, su amor incondicional por Dave, que trasciende las
barreras sociales, ofrece un contraste con la hipocresía y el juicio de la
comunidad. A través de Ginny, Dave encuentra una forma de redención, no solo
para sí mismo, sino también para su visión del mundo.
El
amor es una fuerza transformadora, capaz de sanar heridas y de ofrecer
esperanza incluso en los momentos más oscuros. La tragedia que marca el clímax
de la película refuerza la idea de que el amor, aunque a veces efímero, tiene
el poder de dejar una huella perdurable, redimiendo incluso a aquellos que se
sienten perdidos.
La
crítica a la hipocresía social
Como
un torrente no solo explora la lucha interna de sus personajes, sino que
también ofrece una crítica mordaz a la hipocresía de la sociedad estadounidense
de posguerra. El hermano de Dave, Frank, y su esposa, Agnes, representan la
fachada de respetabilidad que oculta ambiciones egoístas y una vida emocionalmente
vacía. La película expone cómo la obsesión por el estatus social y las
apariencias puede sofocar las relaciones humanas y perpetuar la infelicidad.
Se
trata de una advertencia sobre los peligros de vivir para complacer a los
demás. Como un torrente nos desafía a cuestionar las normas sociales que
valoran la conformidad por encima de la autenticidad, mostrando que la
verdadera libertad surge de aceptar nuestras imperfecciones y de buscar
conexiones basadas en la sinceridad.
La
lucha contra el vacío existencial
Dave
Hirsh, como muchos personajes de la posguerra, encarna el vacío existencial de
una generación que ha sobrevivido a conflictos globales pero lucha por
encontrar sentido en la paz. Su alcoholismo, su incapacidad para escribir y su
rechazo a las convenciones reflejan una profunda desilusión con el “sueño
americano”. Sin embargo, su viaje en Parkman, aunque trágico, le permite
enfrentar sus demonios y encontrar momentos de conexión y redención.
El
mensaje final de la película es que, aunque la vida puede estar marcada por la
pérdida y la desilusión, la búsqueda de significado a través de las relaciones
humanas y la autenticidad ofrece una forma de trascender el vacío. Como un
torrente no promete finales felices, pero sí celebra la resiliencia del
espíritu humano y la posibilidad de encontrar luz en medio de la oscuridad.
Como
un torrente (1958) es una obra poderosa que combina el estilo visual exuberante
de Vincente Minnelli con actuaciones memorables para explorar temas universales
de alienación, autenticidad y redención. A través de la historia de Dave Hirsh
y su lucha por encontrar su lugar en un mundo conformista, la película nos
invita a reflexionar sobre el costo de vivir según las expectativas de los
demás y sobre el poder transformador del amor y la empatía. En una sociedad
obsesionada con las apariencias, Como un torrente nos recuerda que la verdadera
plenitud surge de abrazar nuestra humanidad, con todas sus imperfecciones, y de
buscar conexiones auténticas que den sentido a nuestras vidas. Más de seis
décadas después de su estreno, esta película sigue siendo una meditación
conmovedora y relevante sobre la lucha por ser uno mismo en un mundo que a
menudo exige lo contrario.
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
(AZprensa) Mansiones verdes (Green Mansions, 1959),
dirigida por Mel Ferrer y protagonizada por Audrey Hepburn y Anthony Perkins,
es una adaptación de la novela homónima de William Henry Hudson que combina
aventura, romance y misticismo en un entorno selvático. La película narra la
historia de Abel, un joven fugitivo que encuentra refugio en la selva
sudamericana y se enamora de Rima, una misteriosa joven que parece encarnar la
esencia de la naturaleza. A través de su narrativa, Mansiones verdes transmite
un mensaje profundo sobre la conexión con la naturaleza, la lucha entre la
pureza y la codicia humana, y la búsqueda de un ideal de armonía en un mundo
marcado por la violencia y el materialismo.
La naturaleza como refugio y fuente de pureza
El escenario de Mansiones verdes, una exuberante selva
sudamericana, no es solo un telón de fondo, sino un personaje en sí mismo.
Rima, interpretada con una delicadeza etérea por Audrey Hepburn, vive en
simbiosis con la naturaleza, comunicándose con los animales y encarnando una
pureza casi mítica. Su existencia contrasta con el mundo exterior, representado
por Abel (Anthony Perkins) y los indígenas y buscadores de oro que traen
consigo ambición y conflicto.
La película es una celebración de la naturaleza como un
espacio de pureza, armonía y refugio frente a la corrupción del mundo humano.
Rima, con su conexión espiritual con la selva, representa un ideal de inocencia
y equilibrio que desafía las motivaciones egoístas de quienes buscan explotar
la tierra. Mansiones verdes nos invita a reconsiderar nuestra relación con el
entorno natural, sugiriendo que en él podemos encontrar no solo belleza, sino
también una guía para vivir de manera más auténtica y respetuosa.
La lucha entre la codicia y la inocencia
Abel, un hombre que huye de la venganza tras un
levantamiento político en Venezuela, llega a la selva cargado de resentimiento
y desencanto. Su encuentro con Rima y su mundo idílico lo confronta con una
forma de vida opuesta a la codicia y la violencia que ha conocido. Sin embargo,
la película también muestra cómo las fuerzas externas —los buscadores de oro y
las tensiones entre las tribus indígenas— amenazan la paz de este paraíso.
La selva virgen se transforma en el escenario de una
lucha entre la inocencia y la vida en armonía con la Naturaleza frente a la
codicia y su impacto destructivo. Los buscadores de oro, que representan la
ambición desmedida, contrastan con la simplicidad y la espiritualidad de Rima,
cuya existencia está amenazada por la intrusión de estos valores. Mansiones
verdes sugiere que la avaricia no solo destruye el entorno natural, sino
también la capacidad humana para encontrar paz y propósito, recordándonos que
la verdadera riqueza reside en la armonía y no en la acumulación de bienes.
Entre lo humano y lo místico
La relación entre Abel y Rima es el corazón emocional de
la película. A través de su amor, Abel comienza a cuestionar su cinismo y a
redescubrir su capacidad para la esperanza y la compasión. Rima, por su parte,
encuentra en Abel una conexión con el mundo humano que le permite explorar su
propia identidad más allá de su papel como “hija de la selva”. Su relación,
aunque trágica, trasciende las barreras entre lo humano y lo místico.
El amor puede ser ese puente que una dos mundos opuestos,
transformando a quienes lo experimentan. La conexión entre Abel y Rima no solo
los cambia individualmente, sino que también simboliza la posibilidad de
reconciliar la humanidad con la naturaleza. La película nos invita a ver el
amor como una fuerza que inspira empatía, respeto y un deseo de proteger lo que
es puro y valioso.
La fragilidad del paraíso
La selva de Mansiones verdes representa un paraíso
frágil, vulnerable a las fuerzas externas que buscan explotarlo. La tragedia
que se desarrolla en la película subraya la dificultad de preservar la pureza
en un mundo dominado por el conflicto y la ambición. La figura de Rima, casi un
espíritu de la selva, encarna esta fragilidad, mientras que su destino refleja
el costo de la incapacidad humana para proteger lo que es sagrado.
La película nos lanza una advertencia sobre la fragilidad
de los espacios naturales y de los ideales de pureza, mucho antes de que en el
mundo se empezase a hablar de ecologismo o de protección del medio ambiente. Mansiones
verdes nos desafía a reconocer nuestra responsabilidad de preservar el medio
ambiente y los valores que nos conectan con lo mejor de nosotros mismos, antes
de que se pierdan irremediablemente.
La búsqueda de significado en un mundo roto
Abel, como muchos personajes de la época, es un hombre en
busca de propósito tras experimentar la desilusión en el mundo “civilizado”. Su
viaje a la selva y su encuentro con Rima representan una búsqueda de
significado más allá de las ambiciones políticas o materiales. Aunque la
película no ofrece un final feliz convencional, deja entrever que el verdadero
propósito se encuentra en la conexión con algo más grande, ya sea la
naturaleza, el amor o un ideal de bondad.
El mensaje final de Mansiones verdes es una invitación a
buscar sentido en un mundo a menudo caótico y destructivo. La película sugiere
que, aunque los paraísos como el de Rima puedan ser efímeros, la inspiración
que nos brindan puede guiarnos hacia una vida más consciente y significativa.
Mansiones verdes (1959), con su evocadora mezcla de
aventura, romance y misticismo, es una obra que nos invita a reflexionar sobre
nuestra relación con la naturaleza y los valores que dan sentido a nuestras
vidas. A través de la historia de Abel y Rima, Mel Ferrer nos presenta un
mensaje atemporal sobre la pureza amenazada por la codicia, el poder
transformador del amor y la necesidad de proteger los espacios de belleza y
armonía en un mundo roto. La interpretación de Audrey Hepburn, con su aura casi
sobrenatural, y la sensibilidad de Anthony Perkins hacen que esta película
resuene como un canto a la conexión con la naturaleza y a la búsqueda de una
existencia más auténtica. Más de seis décadas después de su estreno, Mansiones
verdes sigue siendo una poderosa meditación sobre la fragilidad del paraíso y
la esperanza de encontrar un propósito más profundo en nuestras vidas.
(AZprensa) La primera vez que veas la película, puedes
verla en plan pasivo, como cualquier espectador. La segunda vez, en cambio,
puedes centrar toda tu atención en la interpretación de los actores, en sus
gestos, expresividad, la forma en que transmiten sus emociones, etc. En un
tercer visionado, puedes centrar toda tu atención en los diálogos, intentando
descubrir segundas lecturas en esas palabras, y posiblemente te sorprenderá la
gran riqueza de pensamientos a los que te lleva esta clase de visionado. Puedes
seguir y volver a verla, pero esta vez centrando toda tu atención en la música,
en cómo resalta el contenido de cada escena, cómo se acompasa con el discurrir
de la acción, cómo se integra en la película como un personaje más y cómo sirve
de herramienta de transmisión de las emociones. Y puedes verla una vez más, en
esta ocasión fijándote sólo en los decorados, el tipo de muebles que configuran
cada escena, el tipo de escenario natural que se ha elegido para cada una de
ellas… y lo mismo podríamos decir de la iluminación, de los encuadres elegidos
para cada escena, de los movimientos de cámara…
Pero ¿quiere decir con esto que hay que ver cada película
muchas veces? No, pero sí que hay algunas películas que tras un segundo o
tercer visionado nos gustan y nos impactan más que la primera vez. Si cada vez
que ves una misma película centras toda tu atención en uno sólo de estos
aspectos, comprobarás que cada vez estarás viendo una nueva película, descubriendo
algo que te enriquecerá culturalmente y –si es el caso de películas con mensaje
como las incluidas en este libro- te enriquecerá como persona. Pero si te
acostumbras a poner en práctica esta técnica, serás capaz de descubrir con un
solo visionado todos esos matices que esconde. Es cuestión de práctica, de ir
al cine con el propósito de descubrir algo, no sólo de pasar un rato de
entretenimiento intrascendente.
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
(AZprensa) Horizontes perdidos (Lost Horizon, 1937),
dirigida por Frank Capra y basada en la novela de James Hilton, es una obra
maestra del cine clásico que combina aventura, drama y una profunda reflexión
filosófica. Protagonizada por Ronald Colman, la película narra la historia de
un grupo de viajeros que, tras un accidente aéreo, llegan a Shangri-La, una sociedad
utópica escondida en los Himalayas donde reinan la paz, la longevidad y la
armonía. A través de su narrativa, Horizontes perdidos transmite un mensaje
poderoso sobre la búsqueda de la felicidad, el anhelo de un mundo mejor y la
tensión entre los ideales utópicos y la realidad humana.
El anhelo de una utopía en un mundo fracturado
Lanzada en 1937, en un contexto de incertidumbre global
marcado por la Gran Depresión y el ascenso de los totalitarismos previos a la
Segunda Guerra Mundial, Horizontes perdidos refleja el deseo humano de escapar
del caos y encontrar un refugio de paz. Shangri-La, con su comunidad idílica
donde no existen la guerra, la pobreza ni la enfermedad, representa una utopía
que contrasta con el mundo exterior, lleno de conflictos y ambiciones
destructivas.
La película es una invitación a soñar con un mundo mejor,
donde los valores de cooperación, tolerancia y espiritualidad prevalezcan sobre
el materialismo y la violencia. Sin embargo, Capra no presenta Shangri-La como
una solución definitiva, sino como un ideal que desafía a los personajes (y al
espectador) a cuestionar sus prioridades y a imaginar cómo podrían contribuir a
un mundo más armonioso.
La búsqueda de la paz interior
El protagonista, Robert Conway (Ronald Colman), es un
diplomático británico desencantado con la política y las ambiciones mundanas.
Su llegada a Shangri-La le ofrece la oportunidad de descubrir una paz interior
que no había encontrado en su vida anterior. La filosofía de Shangri-La, basada
en la moderación, la contemplación y el respeto por los demás, contrasta con la
agitación y el egoísmo del mundo exterior, representado por personajes como el
hermano de Conway, George, quien rechaza la utopía y anhela volver a su vida
anterior.
Esta historia nos muestra que la verdadera felicidad no
depende de las posesiones materiales o el éxito externo, sino de un estado de
paz interior y armonía con uno mismo y con los demás. Horizontes perdidos
sugiere que esta paz requiere desapego de las ambiciones mundanas y una
apertura a los valores espirituales, un tema que resuena profundamente en un
mundo moderno a menudo dominado por el estrés y la competencia.
La tensión entre el ideal y la realidad
Aunque Shangri-La se presenta como un paraíso, la
película no elude las complejidades de la utopía. Conway se enfrenta a un
dilema: quedarse en Shangri-La y abrazar su serenidad, o regresar al mundo
exterior para compartir su visión de un futuro mejor. La decisión de su hermano
George de abandonar Shangri-La, influenciado por su escepticismo y su apego a
la “realidad”, lleva a consecuencias trágicas, subrayando la dificultad de
mantener los ideales utópicos frente a las presiones del mundo real.
Pero aunque anhelamos un mundo perfecto, la realidad
humana está marcada por imperfecciones, deseos y conflictos. Horizontes
perdidos no ofrece respuestas fáciles, pero nos invita a reflexionar sobre cómo
podemos integrar los valores de Shangri-La —paz, compasión, comunidad— en
nuestras vidas, incluso en un mundo imperfecto.
El amor como puente entre mundos
La relación entre Conway y Sondra, una habitante de
Shangri-La interpretada por Jane Wyatt, añade una dimensión romántica al
relato. Sondra, quien conoce el mundo exterior a través de libros pero elige la
vida en Shangri-La, representa la posibilidad de un amor que trasciende las
diferencias culturales y filosóficas. Su conexión con Conway simboliza un
puente entre el idealismo de Shangri-La y la realidad del mundo exterior.
Como siempre, el amor puede ser una fuerza
transformadora, capaz de inspirar cambios personales y de conectar mundos
opuestos. La relación entre Conway y Sondra sugiere que los ideales de paz y
armonía no son solo abstracciones, sino que pueden vivirse a través de las
conexiones humanas auténticas.
La esperanza en un futuro mejor
A pesar de su tono melancólico, Horizontes perdidos es,
en última instancia, una película esperanzadora. Frank Capra, conocido por su
optimismo en obras como ¡Qué bello es vivir!, imbuye la película con una fe en
la capacidad humana para aspirar a algo más grande. La pregunta final que
plantea la película —si Conway regresará a Shangri-La o llevará sus enseñanzas
al mundo— deja abierta la posibilidad de que los ideales de paz y humanidad
puedan influir en la realidad, incluso si no se alcanza la utopía perfecta.
El mensaje final es un llamado a la acción: aunque
Shangri-La pueda ser un sueño, cada individuo tiene el poder de cultivar
valores de bondad, tolerancia y comunidad en su propia vida. En un mundo al
borde del conflicto, como lo era en 1937, este mensaje resuena como un
recordatorio de la importancia de mantener la esperanza y trabajar por un
futuro mejor.
Horizontes perdidos (1937) es una obra atemporal que
combina aventura, romance y filosofía para explorar el anhelo humano por un
mundo mejor. A través de la historia de Robert Conway y su encuentro con
Shangri-La, Frank Capra nos invita a reflexionar sobre la búsqueda de la paz
interior, la tensión entre los ideales y la realidad, y el poder transformador
del amor y la esperanza. En un contexto histórico de incertidumbre, la película
ofrece un mensaje de optimismo y responsabilidad: aunque la utopía perfecta
pueda ser inalcanzable, los valores de Shangri-La —compasión, armonía y
humanidad— pueden guiarnos hacia una vida más plena y un mundo más justo. Casi
nueve décadas después de su estreno, Horizontes perdidos sigue siendo una
poderosa reflexión sobre los sueños que dan sentido a nuestra existencia.
(AZprensa) El fantasma y la Sra. Muir (The Ghost and Mrs. Muir,
1947), dirigida por Joseph L. Mankiewicz y protagonizada por Gene Tierney y Rex
Harrison, es una joya del cine clásico que combina romance, comedia y elementos
sobrenaturales en una narrativa profundamente emotiva. La película cuenta la
historia de Lucy Muir, una joven viuda que se muda a una casa costera encantada
por el espíritu del capitán Daniel Gregg, un marinero rudo pero carismático. A
través de su relación, la película transmite un mensaje poderoso sobre la
búsqueda de la independencia, la fuerza del amor más allá de las barreras
físicas y la importancia de vivir una vida auténtica.
La emancipación y la búsqueda de la independencia
En el corazón de El fantasma y la Sra. Muir está el viaje
de Lucy Muir hacia la emancipación. Ambientada a principios del siglo XX, la
película presenta a Lucy como una viuda que desafía las expectativas de su
época al decidir vivir sola, lejos de la influencia opresiva de su familia
política. Su mudanza a Gull Cottage, a pesar de los rumores de que está
encantada, es un acto de valentía y un símbolo de su deseo de forjar su propio
camino.
La libertad personal requiere coraje y determinación.
Lucy no solo se enfrenta a las restricciones sociales de su tiempo, sino
también a sus propios miedos, demostrando que la verdadera independencia surge
de la confianza en uno mismo. La película celebra la fortaleza de una mujer que
elige definir su vida en sus propios términos, un tema progresista para la
década de 1940 que sigue resonando hoy en día.
El amor más allá de lo físico
La relación entre Lucy y el capitán Gregg es el eje
emocional de la película, y su conexión trasciende las barreras entre lo físico
y lo sobrenatural. Aunque el capitán es un fantasma, su vínculo con Lucy se
basa en una profunda comprensión mutua, respeto y admiración. Juntos colaboran
en la escritura de un libro basado en las experiencias del capitán, lo que
fortalece su relación y les permite compartir un propósito común.
El mensaje de la película sobre el amor es profundamente
romántico pero no convencional: el amor verdadero no está limitado por las
barreras del tiempo, la muerte o la realidad material. La conexión entre Lucy y
Daniel es platónica pero intensa, sugiriendo que las relaciones más
significativas se construyen sobre la compatibilidad emocional e intelectual,
más allá de lo físico. Este mensaje invita a los espectadores a valorar las
conexiones que enriquecen el alma, incluso si no encajan en las formas
tradicionales del amor.
La autenticidad y el propósito personal
A lo largo de la película, Lucy evoluciona desde una
viuda insegura hasta una mujer segura de sí misma, gracias en parte a la
influencia del capitán Gregg. Su decisión de escribir un libro basado en las
historias del capitán no solo le proporciona independencia económica, sino
también un sentido de propósito y realización personal. Este acto creativo
refleja su deseo de dejar una huella en el mundo y de vivir una vida auténtica.
La autenticidad y el propósito son esenciales para una
vida plena. El fantasma y la Sra. Muir nos anima a buscar aquello que nos
apasiona y a perseguir nuestros sueños, incluso cuando enfrentamos obstáculos
sociales o personales. La colaboración entre Lucy y Daniel subraya que el apoyo
de otros, incluso de los más inesperados, puede ser clave para descubrir
nuestra verdadera vocación.
La aceptación de la mortalidad y la trascendencia
La presencia del capitán Gregg, un espíritu atrapado
entre dos mundos, introduce una reflexión sobre la mortalidad y lo que hay más
allá de la vida. Aunque el capitán parece aceptar su condición, su relación con
Lucy revela su deseo de dejar un legado y de encontrar redención a través de su
historia. La película culmina en una escena final conmovedora que aborda la
idea de la muerte no como un final, sino como una transición hacia una forma
diferente de existencia.
El mensaje de El fantasma y la Sra. Muir sobre la
mortalidad es esperanzador: la vida y la muerte están interconectadas, y las
experiencias que vivimos y las conexiones que forjamos pueden trascender el
tiempo. La película sugiere que el amor y los recuerdos perduran, ofreciendo
consuelo frente a la inevitabilidad de la muerte.
El poder de la imaginación y la narrativa
La colaboración entre Lucy y el capitán para escribir un
libro sobre las aventuras marítimas de este último destaca el poder de la
imaginación y la narrativa. A través de la escritura, ambos personajes
encuentran una forma de inmortalizar sus experiencias y de conectar con el
mundo. La película celebra el arte de contar historias como una manera de dar
sentido a la vida y de dejar un impacto duradero.
Este mensaje resuena como un homenaje al poder
transformador del arte. El fantasma y la Sra. Muir nos recuerda que las
historias no solo nos permiten explorar nuestra propia humanidad, sino que
también nos conectan con los demás, trascendiendo las limitaciones del tiempo y
el espacio.
El fantasma y la Sra. Muir (1947) es una película que
combina con maestría el romance, la fantasía y la reflexión filosófica para
ofrecer un mensaje atemporal sobre la libertad, el amor y la trascendencia. A
través del viaje de Lucy Muir y su relación con el capitán Gregg, Joseph L.
Mankiewicz nos invita a valorar la independencia, a buscar conexiones
auténticas y a abrazar la vida con valentía, incluso frente a la incertidumbre
de la muerte. La película es un recordatorio de que la verdadera plenitud surge
de vivir fieles a nosotros mismos, de amar profundamente y de dejar un legado
que trascienda nuestra existencia terrenal. Con su delicada mezcla de humor,
emoción y magia, El fantasma y la Sra. Muir sigue siendo una obra que inspira y
conmueve, casi ocho décadas después de su estreno.
(AZprensa) Está claro que en algunas películas, la
intención del director es transmitir un determinado mensaje; pero no lo tengo
tan claro en muchas otras. Es muy frecuente que un director haga una película y
esté más pendiente de los diálogos, la interpretación, la iluminación, los
decorados, etc., que de un determinado mensaje que pudiera desprenderse de una
acción o comportamiento en un momento determinado. Y esa es la magia del cine:
Tiene muchas capas. Cada película se puede ver de muchas formas y en algunas de
ellas –si somos capaces de captarlas- es cuando surge con fuerza un mensaje
trascendente que toca la fibra más íntima de nuestro ser.
Te voy a poner un ejemplo. Tú puedes ver una película
varias veces y en cada visionado sucesivo podrás “ver” una película distinta.
Si te lo propones, puedes desdoblar esa película en varias películas distintas,
cada una de las cuales te dirá cosas distintas.
Vicente
Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El
cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW
(AZprensa) Las verdes praderas (1979), dirigida por José
Luis Garci, es una de las obras más emblemáticas del cine español, una comedia
agridulce que retrata con agudeza las contradicciones de la sociedad española
durante la Transición. Protagonizada por Alfredo Landa y María Casanova, la
película sigue la vida de José Rebolledo, un hombre atrapado en la rutina
urbana que anhela la felicidad en un chalé en las afueras, símbolo de estatus y
éxito. A través de su narrativa sencilla pero cargada de simbolismo, Las verdes
praderas transmite un mensaje profundo sobre la insatisfacción del consumismo,
la búsqueda de una felicidad auténtica y la importancia de los valores humanos
frente a las ambiciones materiales.
La trampa del consumismo y el sueño del éxito
En el contexto de la España de finales de los 70, marcada
por el auge económico y la modernización tras décadas de dictadura, Las verdes
praderas presenta una crítica mordaz al consumismo desenfrenado. José, un
oficinista de clase media, ve en el chalé de “las verdes praderas” el culmen de
sus aspiraciones: un símbolo de progreso, estatus y bienestar. Sin embargo, la
película muestra cómo esta obsesión por poseer bienes materiales —el chalé, el
coche, la piscina— no solo no garantiza la felicidad, sino que genera nuevas
formas de insatisfacción y alienación.
El mensaje central es que el sueño del éxito material,
alimentado por la sociedad de consumo, es una ilusión vacía. José y su esposa,
Conchi, descubren que el chalé, lejos de ser un refugio idílico, trae consigo
deudas, estrés y una desconexión de lo que realmente importa. La película
cuestiona la idea de que la felicidad se encuentra en las posesiones, invitando
al espectador a reflexionar sobre el costo humano de perseguir ideales
superficiales impuestos por la sociedad.
La nostalgia de la simplicidad
A lo largo de la película, José recuerda con añoranza su
infancia y los momentos felices pasados en el pueblo, en contacto con la
naturaleza y las relaciones humanas sencillas. Estos recuerdos contrastan con
su vida actual, dominada por la rutina urbana, el trabajo monótono y las
presiones sociales. El título, Las verdes praderas, evoca esa idealización de
un pasado más auténtico y libre, donde la felicidad no dependía de bienes
materiales.
Se trata de un canto a la simplicidad y a los valores
esenciales de la vida: la familia, la amistad y el disfrute de los pequeños
momentos. Garci utiliza el contraste entre la ciudad y el entorno rural para
sugerir que la verdadera plenitud no está en el progreso material, sino en la
conexión con nuestras raíces y con lo que nos hace humanos. La decisión final
de José de vender el chalé simboliza un rechazo a las falsas promesas del
consumismo y un intento de recuperar esa simplicidad perdida.
La presión de las expectativas sociales
Las verdes praderas también explora cómo las expectativas
sociales moldean nuestras decisiones y generan insatisfacción. José y Conchi se
sienten empujados a cumplir con un ideal de éxito que incluye el chalé, las
vacaciones de verano y la apariencia de una vida perfecta. Sin embargo, esta
presión los aleja de sus propios deseos y necesidades, llevándolos a una crisis
personal y de pareja.
La película nos invita a cuestionar las normas impuestas
y a buscar una felicidad que sea genuina, no dictada por lo que la sociedad
considera “correcto”. José, con su humor y su humanidad, representa a un hombre
común que lucha por encontrar su lugar en un mundo que lo empuja a ser alguien
que no es. Su viaje es un recordatorio de que la autenticidad y la
autoaceptación son esenciales para una vida plena.
El amor y la familia como refugio
A pesar de las tensiones que surgen por las ambiciones
materiales, la relación entre José y Conchi, así como su vínculo con sus hijos,
es el corazón emocional de la película. Los momentos de complicidad, las
discusiones y las reconciliaciones entre la pareja muestran que, más allá de
las dificultades, el amor y la familia son un refugio frente a las decepciones
de la vida moderna. La interpretación de Alfredo Landa, llena de ternura y
comicidad, y la de María Casanova, que aporta calidez y realismo, hacen que
estos personajes sean profundamente humanos y cercanos.
Las relaciones humanas auténticas —el amor, la comprensión
y el apoyo mutuo— son más valiosas que cualquier posesión material. La película
sugiere que, en última instancia, la felicidad reside en los lazos que
construimos con quienes nos rodean, no en los bienes que acumulamos.
Un retrato de la España de la Transición
Las verdes praderas no solo es una historia personal,
sino también un reflejo de la España de la Transición, un período de
transformación social y económica. La película captura el contraste entre la
modernización acelerada y la nostalgia por un pasado más sencillo, así como las
tensiones entre las clases sociales emergentes y las tradiciones rurales. José
Rebolledo, con su mezcla de ambición y desencanto, encarna las contradicciones
de una sociedad que buscaba definirse en un nuevo contexto democrático.
Pero esta película del año 1979 también nos ofrece un mensaje
histórico: Una advertencia sobre los peligros de perder la identidad y los
valores en la carrera por el progreso. Garci, con su estilo sensible y
nostálgico, nos invita a mirar con escepticismo las promesas de la modernidad y
a valorar lo que realmente da sentido a la vida.
Las verdes praderas (1979) es una obra maestra del cine
español que, con humor y ternura, ofrece una crítica atemporal al consumismo y
a las falsas promesas de la sociedad moderna. A través de la historia de José
Rebolledo, José Luis Garci nos invita a reflexionar sobre lo que realmente
significa ser feliz, cuestionando los ideales impuestos y celebrando la
simplicidad, el amor y la autenticidad. En un mundo obsesionado con el éxito
material, la película nos recuerda que la verdadera plenitud se encuentra en
los pequeños momentos, en las relaciones humanas y en la valentía de vivir
según nuestros propios términos. Las verdes praderas sigue siendo, más de
cuatro décadas después, un retrato conmovedor y relevante de la búsqueda
universal de la felicidad.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros
están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“El cine y el misterio”: https://www.amazon.es/dp/B0DJF3M3ZW