martes, 31 de mayo de 2022

Los días más cortos y los días más largos

(AZprensa) ¿Cuáles son los días más cortos y los días más largos de los planetas de nuestro sistema solar? Si vivieses en Júpiter (es un decir) no te daría tiempo a hacer muchas cosas en el día, porque sólo dura 10 horas; en cambio si vivieses en Venus (es un decir) te ibas a aburrir un rato: el día allí dura 2.802 horas... ¡el equivalente a 116 días!

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lunes, 30 de mayo de 2022

Sacar adelante a un alumno imposible

(AZprensa) No hay mayor satisfacción para un profesor que conseguir que salga adelante un alumno al que todos dan por irrecuperable. Esta es la historia de cómo conseguí que se convirtiera en un Visitador Médico de éxito un joven sin apenas formación previa pero mucho entusiasmo y ganas de aprender… y la sorpresa que me llevé al final.
 
Una de mis funciones era la formación de los visitadores médicos para que aprendiesen cómo transmitir al médico las bondades de nuestros, persuadirle para que lo recetasen; no basta con que un vendedor conozca muy bien el producto, además tiene que saber cómo comunicar.
 
Junto a mi compañero Diego García Alonso, nos ocupábamos de dar la formación correspondiente a conocimiento de los productos y técnica de ventas, dejando a cargo de un médico la formación básica en conceptos médicos.
 
Nuestros alumnos no sólo aprendían y salían bien formados, sino que también se divertían en aquellas duras jornadas. Por otra parte, nunca escatimamos tiempo para lograr el éxito de todos nuestros alumnos. Incluso en el caso más difícil que se nos presentó. Era un chico de Lérida cuya experiencia previa era haber trabajado como... tornero. Por lo tanto su experiencia previa era cero y su nivel cultural... pues casi eso. Pero tenía algo que nosotros y nuestra empresa valoraba mucho: interés. Para él, aprender esos nombres raros de enfermedades y principios activos era todo un suplicio. Sólo a base de insistir una y otra vez, de quedarnos al acabar cada jornada con él para continuar dándole clases particulares, etc., conseguimos que fuera progresando. Afortunadamente, sus cualidades para las relaciones personales y la labor comercial eran bastante buenas, así que sólo debíamos esforzarnos en lograr que se aprendiese todos esos tecnicismos y ciencia médica que era precisa para presentar los productos.
 
En cualquier caso, sabíamos que algunos de nuestros visitadores tenían un buen nivel de conocimientos y en base a ellos desarrollaban eficazmente su trabajo; pero también había otros –normalmente personas mayores que llevaban muchos años en la empresa- cuyo nivel cultural era muy bajo pero lo suplían con una gran pericia comercial y artes naturales para el trato con clientes y la persuasión. El nuevo aspirante de Lérida entraba en este segundo grupo y por consiguiente sabíamos que podría triunfar en esta profesión (en aquellos años, por supuesto, porque actualmente no tendría ninguna posibilidad) si conseguía aprenderse y dominar unos conocimientos básicos y su terminología correspondiente. Tenía que aprenderse, por ejemplo, que nuestra vitamina “B12 Latino Depot” era un “tanato complejo de hidroxicobalamina en un gel de monoestearato de magnesio y aceite de sésamo”, o que nuestro antibiótico “Bronco Biotic” era “succinato de cloranfenicol-pirrolidin-metil-tetraciclina, guayacol glicolato sódico y vitamina C”; tenía que aprenderse qué era el ritmo circadiano, cuáles eran las principales enfermedades de la piel, qué tipo de situaciones orgánicas precisaban el aporte suplementario de una o varias vitaminas, cómo los antibiogramas demostraban la eficacia comparada de diversos antibióticos, etc.
 
Debo confesar que tanto él como nosotros estuvimos muchas veces a punto de tirar la toalla y darle vía libre para que se dedicase a otra cosa; pero nos picaba el amor propio y nos negábamos a descartar a una persona que tanto interés mostraba y tanto esfuerzo ponía. Incluso el Jefe de Ventas nos comentó –tras asistir a alguna de las sesiones- que no creía que superase el curso. Sin embargo, y contra todo pronóstico, conseguimos que se aprendiese lo básico, que lo supliese con sus dotes naturales de vendedor, y que sorprendiese gratamente a los responsables de ventas en el examen teórico y práctico final, siendo admitido finalmente como Visitador Médico.
 
Recuerdo, como anécdota, que al despedirnos de él, antes de que marchase a Lérida para iniciar su trabajo, nos dio efusivamente las gracias ya que reconocía que sin nuestra dedicación especial hacia él fuera del horario laboral, no hubiera sido capaz de superar el curso. Entonces nos dijo que le pidiésemos lo que quisiéramos, que él estaría encantado de dárnoslo, y  no recuerdo si fue Diego o fui yo, quien en broma le dijo: “pues ya que eres de Lérida y allí hay muy buena fruta, mándanos una caja de frutas”. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando al cabo de unos pocos días llegaron al laboratorio dos grandes cajas de madera, una a nombre de Diego y otra a nombre mío, llenas de peras, manzanas, melocotones, ciruelas... Se lo tomó en serio y cumplió su palabra... y también cumplió profesionalmente como Visitador Médico en aquella provincia. Esto último fue lo que sinceramente más nos alegró a Diego y a mí.


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domingo, 29 de mayo de 2022

Los médicos cabestros

(AZprensa) Todos los aficionados a los Toros saben qué es eso de los “cabestros”, es decir, unos toros mansos que se utilizan cuando hay que retirar de la plaza a un toro que se ha quedado cojo o es demasiado manso para continuar la lidia. Es tal caso, sale un rebaño de cabestros, se ponen alrededor de ese toro, y se dirigen con él a los corrales. Vale, pero ¿qué tiene eso que ver con los médicos? ¿Es que hay médicos cabestros? Pues no diré ni que sí ni que no, para que no se enfaden conmigo los médicos, simplemente contaré que hace años me dijeron que sí existían… y hasta tuve ocasión de verlos actuar. Esta es la historia…
 
Es cierto, quizás nadie ha oído hablar nunca de los “médicos cabestros” pero yo escuché hace muchos años esta definición. Nos la dijo un directivo que era bastante bruto y temperamental, aunque era de esos que siempre iba de frente, vamos, de esos que son brutos pero nobles. Estábamos preparando la presencia del laboratorio en un congreso. Yo me ocupaba de supervisar el diseño del stand pero había muchos otros frentes que cubrir y fue entonces cuando este directivo le dijo al Jefe de Ventas que necesitaba “algún cabestro” para uno de los simposios que se iban a celebrar en ese congreso. Captada mi atención con semejante palabra, estuve al tanto de la conversación posterior para enterarme qué era eso de los “médicos cabestros”. Según pude saber, se trataba de pedir a un par de médicos amigos que asistiesen al citado congreso y cuando llegase el turno de las preguntas, hiciesen cada uno la pregunta que les indicaba el laboratorio. ¿Qué clase de pregunta? Pues ese tipo de preguntas cuya respuesta obligada no hace sino poner en evidencia las ventajas de un determinado producto (evidentemente el nuestro) aun cuando dicho simposio estuviese organizado por la competencia o simplemente por la propia organización del congreso. De esta forma se obligaba al ponente de turno, profesional de prestigio, a reconocer que tal cualidad de un producto (el nuestro) era importante.
 
Como ese tipo de preguntas la formulaban médicos asistentes, nadie la relacionaba con los intereses del laboratorio, y como la respuesta la daba un líder de opinión en el trascurso de un simposio ajeno a los intereses del laboratorio y ante una gran audiencia, se conseguía un gran impacto y una gran credibilidad. Si esa misma pregunta la formulase alguien del laboratorio, la respuesta no tendría credibilidad porque se vería que había sido inducida, pero al hacerse de esta forma se conseguía el protagonismo de una forma completamente “imparcial”.
 
Es posible que tal definición, “médicos cabestros”, sólo haya sido utilizada por aquél directivo en cuestión, pero después de cuatro décadas en la industria farmacéutica he podido comprobar que con ese, otro nombre, o con ningún nombre específico, ese tipo de médicos sí que ha existido.

Fuente: “Memorias de un Dircom” https://amzn.to/32zBYmg

sábado, 28 de mayo de 2022

La revista que saltó por los aires

(AZprensa) 
Alguna vez se ha dado un atentado que hizo saltar por los aires la redacción de un periódico o una revista pero, fuera de estos tristes sucesos, ¿habéis visto alguna vez a una revista saltar (literalmente) por los aires? Yo puedo decir que sí, y esta es la historia…
 
Latino-Syntex tenía algo que no tenía ningún laboratorio y que nunca jamás ha tenido después ningún otro laboratorio: dos revistas. Pero no me refiero a los clásicos “house organ” o “revistas de empresa” sino a revistas científicas. El nombre de estas revistas era “Medicamenta” y se editaban mensualmente dos ediciones, una para farmacéuticos (cubierta verde) y otra para médicos (cubierta amarilla). En cada una de ellas tenían cabida los artículos científicos que escribían médicos y farmacéuticos respectivamente y que, antes de su publicación, pasaban la revisión y aprobación correspondiente; porque en ningún caso se trataba de artículos que cantasen las bondades de los productos del laboratorios sino que eran artículos científicos de cualquier aspecto y área de interés en la medicina y la farmacia. Así se hacía constar bajo el nombre de la publicación, donde se indicaba claramente: “Revista de estudios y trabajos profesionales de ciencias médicas”.
 
La revista para farmacéuticos se distribuía a todos los farmacéuticos de España (unos 17.000) y la de médicos a unos 25.000 ya que hubiera sido muy costoso enviarla a todos los médicos de España que en aquellos años era bastantes más de cien mil. Tanto una como otra tenían una excelente acogida: Para aquellos profesionales que conseguían que les publicasen un artículo, porque esto engordaba su curriculum y su ego; y para todos los demás por el interés en sí de los artículos.
 
Un inciso: Si los artículos no ensalzaban las cualidades de los productos de este laboratorio y la revista se repartía gratuitamente ¿qué beneficios aportaba al laboratorio? Era, sobre todo, una excelente plataforma para potenciar la imagen del laboratorio, para que todos los médicos y farmacéuticos sintiesen un afecto especial por el laboratorio que les proporcionaba ese servicio y esa formación continuada; y también porque en la revista lo que sí se incluían eran anuncios de los productos del laboratorio. Si cualquier revista médica editada por una editorial cualquiera lleva anuncios de todos los laboratorios que quieran anunciarse en la misma, en esta, los anuncios eran siempre del mismo laboratorio. Esa era la única diferencia, por lo demás, completamente lógica, razonable y ética.
 
Pero volvamos, porque un buen día ese enorme coste mensual llamó la atención del director general –hombre temperamental donde los hubiese- y amenazó con hacer desaparecer la revista si no se abarataban sus costes. Los responsables de la misma estudiaron diversas alternativas y al final optaron por cambiar el sistema de encuadernación. Como la revista tenía muchas páginas, se encuadernaba cosida, pero en aquél entonces acababa de aparecer una nueva forma de encuadernar que se llamaba “lomoflex” y consistía en que todas las hojas iban pegadas al lomo con una cola especial. Se conseguía el mismo resultado que con el cosido tradicional, pero a un coste sensiblemente inferior.
 
Con el primer ejemplar encuadernado de esta forma, subieron al despacho del director general para presentárselo. El director lo miró con interés y fue pasando las hojas, comprobando que estas estaban perfectamente pegadas al lomo; pero ya hemos dicho que era un hombre muy temperamental y en una de estas la hoja que pasaba se desprendió del lomo. Entonces empezó a pasar las hojas con más energía y se desprendió otra. Con la cara ya encendida de irritación al ver el fracaso de aquella propuesta, pasó más y más hojas con tanta fuerza que ya ninguna de ellas aguantaba pegada al lomo, hasta que en medio de una sarta de exabruptos lanzó la revista por los aires, se estrelló contra el techo, y bajó de allí convertida en una lluvia de hojas sueltas mientras se oían desde fuera toda una serie de palabras que no nos atrevemos a repetir para no herir la sensibilidad del lector.
 
Yo estaba junto a otros compañeros del laboratorio al otro lado de la pared del despacho, unas paredes modulares que no llegaban hasta el techo, por lo que pudimos ver perfectamente cómo la revista saltaba por los aires y bajaba hoja a hoja como en el otoño, acompañada eso sí, de rayos y truenos pero emitidos estos últimos por el director.
 
Unos meses después, la revista “Medicamenta”, tanto en su edición para los médicos como para los farmacéuticos, dejó de editarse y se perdió no sólo una magnífica revista sino también una excelente plataforma para insertar los anuncios del laboratorio. Quizás los únicos que se alegraron de todo aquello fueron los responsables de otras editoriales que vieron cómo desaparecía una revista rival y aparecía un nuevo cliente potencial que, al no tener revista propia, se vería obligado a poner anuncios ¿por qué no? en sus respectivas revistas.


Las divertidas e incluso instructivas anécdotas de un Director de Comunicación a lo largo de su vida profesional (Zeltia, Bristol Myers, AstraZeneca y Organización Médica Colegial): 

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viernes, 27 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Plutón

(AZprensa) A pesar de su enorme distancia al Sol (es el último de los planetas de nuestro sistema solar) Plutón es ahora un gran conocido gracias a las fotografías y los datos (muchos de los cuales aún están por descifrar) que ha aportado la sonda New Horizons. Gracias a esto disponemos de imágenes reales de su superficie tomadas desde el espacio, aunque la NASA se haya empeñado –una vez más- en mostrarlas sólo en blanco y negro (a excepción de un contraluz donde se aprecia el color azul de su atmósfera) según se aprecia en la doble fotografía que adjuntamos.


Plutón tiene una atmósfera mayor de lo que se pensaba (lo que ayuda a que haya más luz que la que por lógica cabría esperar), y además su superficie helada refleja la luz del sol contribuyendo a una mejor visibilidad. Como su órbita es muy excéntrica, está claro que las diferencias en la luminosidad han de ser muy variables según el lugar en donde se encuentre el planeta así como la hora del día, pero para que nos hagamos una idea, la NASA nos ha dado una regla muy sencilla: sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor en el campo unos minutos antes del amanecer, es decir, antes de que el sol asome por el horizonte. Esa es la luz que veríamos si estuviéramos sobre la superficie de Plutón un buen día de verano a mediodía.

Ahora que ya tenemos muchas fotografías de su superficie, podemos comprobar cómo las ilustraciones que había realizado Ron Miller se asemejan mucho a la realidad. Como ejemplo, esta recreación del Sol visto desde la superficie de Plutón.

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jueves, 26 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Neptuno

(AZprensa) Neptuno, el más alejado de los grandes planetas gaseosos que componen nuestro sistema solar, se encuentra a una distancia media de 4.500 millones de kilómetros del Sol, tanta, que nuestro astro sólo es un simple punto de luz –como cualquier otra estrella- en el cielo nocturno, si bien brilla con más intensidad que aquellas; por otra parte, al tratarse de un planeta gaseoso, la atmósfera de Neptuno hace que la luz solar sea mayor de lo que correspondería a tan gran distancia.

Esto es en el supuesto de que pudiéramos poner el pie en Neptuno, cosa imposible no ya por la distancia sino porque se cree que no tiene núcleo sólido, y para colmo la temperatura media es de –218ºC y su atmósfera presenta grandes cambios debido a los fuertes vientos. No es, pues, un lugar adecuado para contemplar el Sol, por eso el ilustrador Ron Miller ha elegido su satélite Tritón como emplazamiento para tener una hipotética vista del Sol y, en primer término, de su planeta Neptuno.

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miércoles, 25 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Urano

(AZprensa) Desde Urano el Sol no es mas que una estrella algo más luminosa y un poquito mayor que las demás. Pero Urano tiene un albedo incluso mayor que el de Júpiter y Saturno, compensando así en parte su mayor lejanía; dicho albedo está en torno a 0,45 aunque Urano y Neptuno son los dos planetas menos conocidos de nuestro sistema solar.

Al igual que los demás gigantes gaseosos, Urano 
posee una densa capa de nubes que no deja vislumbrar su interior, al que tampoco podríamos acceder en el hipotético caso de viajar hasta allí. Por eso la ilustración de Ron Miller nos sitúa en su satélite Ariel, desde donde esa estrella algo mayor que las demás que es el Sol ilumina su superficie al igual que lo hace esa otra fuente de iluminación que es el propio Urano.

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martes, 24 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Saturno

(AZprensa) Si Júpiter ya está lejos del Sol, Saturno aún mucho más, tanto que nuestra estrella sólo es... una estrella más aunque un poco más grande y brillante. Para que nos hagamos una idea, esa distancia es el equivalente a nueve veces y media la distancia que hay entre la Tierra y el Sol. Pero a pesar de la distancia, la densa atmósfera de Saturno refleja la luz con más intensidad aún que nuestro propio planeta (albedo de 0,47). Pero eso es a nivel de su atmósfera porque pisar Saturno ya sería otro cantar, es decir, una misión imposible: altísimas presiones y superficie líquida sobre posiblemente un
centro rocoso.

Por esto, el ilustrador especializado en estos temas, Ron Miller, nos ha dejado suspendidos en el aire sobre las nubes del planeta (ver ilustración artística) para que desde allí contemplemos el majestuoso espectáculo: los rayos del sol se reflejan en los cristales de hielo de agua y gases que componen dicha atmósfera, provocando ilusiones ópticas tales como soles falsos y brillantes areolas.

De la brillante luz que emite Saturno se benefician también sus satélites, que cuentan así con dos fuentes de emisión lumínica, el pequeño y lejano Sol (ver ilustración) y el brillante y espectacular Saturno.

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lunes, 23 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Júpiter

(AZprensa) Tenemos muchas fotografías de Júpiter y podemos ver cómo es la capa de nubes que cubre por completo a este planeta gaseoso... pero no podemos ver lo que hay debajo de esas nubes... ni podríamos posarnos en dicho planeta ya que según parece no tiene suelo sólido sino que es líquido, aparte –claro está- de las enormes presiones imposibles de soportar que se dan bajo esas capas de nubes.

Por eso, para continuar con esta serie de artículos diarios sobre cómo se ve el Sol desde los distintos planetas que componen nuestro sistema solar, vamos a abordar también este otro tipo de planetas en donde nos resultaría imposible posarnos sobre su superficie. Ya que no podemos pisar Júpiter, nos posamos hipotéticamente en uno de sus satélites, Europa, gracias a la habilidad basada en conocimientos científicos del ilustrados Ron Miller.

Desde Júpiter y sus satélites, el Sol se ve como un pequeño punto luminoso –mayor que cualquier otra estrella, por supuesto- pero lejos de cómo lo vemos desde Marte, Tierra, Venus y no digamos ya Mercurio. En la ilustración de arriba, ese punto luminoso deja de estar tapado por Júpiter para iluminando poco a poco la superficie de Europa. 

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domingo, 22 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Ceres

(AZprensa) Hasta llegar a Marte el Sol es perfectamente visible e ilumina con claridad los planetas que llamaos interiores (Mercurio, Venus, Tierra y Marte), pero luego llegamos a los llamados planetas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón) y el Sol sólo es un pequeño punto luminoso en el cielo.

Entre los planetas interiores y los exteriores lo que hay es un cinturón de asteroides (restos quizás de un planeta que no llegó a formarse) y el cuerpo celeste más grande que hay en dicho cinturón es Ceres. Este planeta enano lo estamos conociendo ahora gracias a los datos de la sonda Dawn y se muestra como un mundo rocoso, en donde también hay hielo y vapor de agua. Nos dan para él un albedo de 0,09 pero la NASA no ha querido mostrar imágenes en color de Ceres y todas las que ha hecho públicas (como la primera que ofrecemos) son en blanco y negro.

Ceres marca, pues, la frontera entre los planetas cercanos y los lejanos. En esta otra imagen, una reproducción artística, podemos hacernos una idea de cómo se vería el Sol desde Ceres: un pequeño punto algo menor que la Luna pero bastante más luminoso.

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sábado, 21 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Marte

(AZprensa) Para tener una idea clara de cómo es la luz del día en Marte no tenemos que recurrir a hipotéticas ilustraciones sino que disponemos de imágenes reales enviadas por las diferentes sondas que se han posado en su superficie y la han recorrido(y lo siguen haciendo) enviando múltiples fotografías.

Marte es el planeta más parecido a la Tierra y desde allí el Sol se ve casi a mitad de tamaño que desde la Tierra, pero el suficiente para que podamos disfrutar de una agradable luz solar. Aunque se nos dice que su albedo es de 0,15 (bastante inferior al de la Tierra que es de 0,3 a 0,4) la realidad es que todo depende del lugar en el que estemos, y teniendo en cuenta la presencia de hielo en muchos lugares y lo más o menos polvoriento que sean dichos lugares, la visibilidad puede variar y ser mucho mejor de lo que cabría esperar.

Por otra parte, sobre Marte siempre nos han mentido, haciéndonos creer que era el “planeta rojo” y que allí tanto el suelo como el color del cielo era de color rojo. Sin embargo, desde hace unos pocos años –y sin dar explicaciones- la NASA ha ido divulgando fotos (tomadas por el robot Curiosity) en donde se ve claramente que el cielo es de color azul (ver imagen) y la superficie del planeta es igual que la que podemos ver en muchos lugares de nuestro propio planeta.

En definitiva, aunque el Sol de vea de menor tamaño que en la Tierra (abajo imagen real de una puesta de sol en Marte), la luminosidad del día es bastante parecida, sólo un poco inferior, a la que tenemos aquí en la Tierra.

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viernes, 20 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Venus

(AZprensa) Las naves soviéticas Venera consiguieron posarse en la superficie de Venus y transmitir algunas fotografías (ver doble imagen a la izquierda, tomada en el año 1981) lo cual nos da una pequeña idea de la luminosidad del día en este planeta. Sin embargo, poca información más hay al respecto, ni podríamos ver el Sol desde su superficie, porque una densa capa de nubes cubre de forma permanente este planeta, creando además un efecto invernadero que lo convierte en el más caliente de nuestro sistema solar, y eso que está más lejos del Sol que Mercurio.


El albedo (el de sus nubes, que es lo único visible desde el exterior, ya que no se ha podido determinar el de su superficie) es de 0,65 y el dibujante especializado en estos temas, Ron Miller, ha hecho una representación artística (abajo) de cómo veríamos el día desde la superficie de Venus.
 
Luz no nos iba a faltar, a pesar de las nubes, aunque el ambiente nos iba a resultar un tanto... sofocante. Sin olvidar que a nivel de suelo hay que soportar una presión atmosférica equivalente a la que se experimenta en nuestro planeta a 900 metros bajo el mar.
 
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jueves, 19 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde Mercurio

(AZprensa) Nadie se ha posado aún sobre Mercurio, el planeta de nuestro sistema solar que está más cercano al Sol, por lo que no podemos saber con exactitud cómo se vería el Sol desde allí. Sí sabemos en cambio, que su albedo es de 0,1 (bastante oscuro) aunque su enorme proximidad al Sol y su tenue atmósfera, hacen que la luz sea cegadora. Esta representación artística nos muestra cuál sería el tamaño al que veríamos el Sol si estuviéramos posados en su superficie.
 
Las gafas de sol serían necesarias... al igual que un buen traje aislante de las extremas temperaturas.
 
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miércoles, 18 de mayo de 2022

Así se ve el Sol desde otros planetas













(AZprensa) Estamos tan acostumbrados a la luz del Sol en nuestro planeta que no solemos plantearnos cómo veríamos a plena luz del día si estuviésemos en otro de los planteas de nuestro sistema solar.
 
La medida que nos indica la luminosidad de cualquier objeto es el albedo, el cual es el porcentaje de radiación solar que refleja cualquier superficie. Una superficie clara como la nieve tiene un albedo muy alto (0,8 siendo 1,0 el máximo) y una superficie oscura como la ceniza volcánica tiene un albedo bajo (0,7 en este caso).
 
Aparte del albedo habría que considerar también la atmósfera, su densidad y composición, la cual hace que la luminosidad del planeta o satélite en cuestión se potencia o no. Un planeta con atmósfera tendrá más luminosidad que uno sin ella; en el primero –además- la luz estará más uniformemente repartida (como sucede en la Tierra) con una amplia variedad de intensidades. Por el contrario en un cuerpo celeste sin atmósfera (o a penas sin atmósfera, como es , por ejemplo, la Luna) la luminosidad será menor y dependerá en exclusiva de la composición de su superficie; y en ese cuerpo además, las zonas que no reciban directamente la luz del sol estarán en completa oscuridad. En un planeta con atmósfera, el cielo se verá de color, de un color que dependerá según sea la composición de su atmósfera; por el contrario, en un planeta sin atmósfera, el cielo ser verá completamente negro, será un completo conjunto de contrastes de luz (allá donde ilumine el Sol) y negrura (allá donde la luz del Sol no llegue).
 
Durante los próximos post vamos a ir revisando los planetas de nuestro sistema solar y vamos a poder comprobar cómo veríamos si estuviésemos sobre él, y comprobaremos cómo la distancia –aunque influye y mucho- no es el único factor.
 
Para empezar, podemos ver en la imagen un ejemplo del tamaño al que se vería el Sol desde cada uno de esos planetas. En Venus se vería a doble tamaño que en la Tierra (en el supuesto de que sus nubes perennes nos dejasen verlo), en Marte se vería casi a la mitad de tamaño, y en Plutón tan sólo se vería como una estrella aunque con un brillo más potente que las demás.
 
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martes, 17 de mayo de 2022

Distancia del Sol a los planetas


(AZprensa) 
A muchos les gusta hablar de “unidades astronómicas”, que es la distancia que hay entre el Sol y la Tierra, para indicar la distancia que hay entre distintos cuerpos estelares, lo cual no deja de ser un ejemplo más de egocentrismo, ya que la “unidad astronómica” toma como medida de unidad la distancia media que hay del Sol a la Tierra (¡como si no hubiese más planetas en el universo!).
 
Nosotros aquí hablaremos sencillamente de millones de kilómetros a la hora de referirnos a la distancia que hay entre el Sol y los diferentes planetas de nuestro sistema solar. Esta es la tabla comparativa:
 

Millones Km

Mercurio

46 – 70

Venus

107 – 109

Tierra

147 – 152

Marte

205 – 249

Júpiter

741 – 817

Saturno

1.350 – 1.510

Urano

2.750 – 3.000

Neptuno

4.450 – 4.550

Plutón

4.440 – 7.380

 
Como veis se indican dos cifras, ya que ninguno de esos planetas tiene una órbita que sea una circunferencia perfecta alrededor del Sol y por consiguiente la distancia sea la misma cualquiera que sea la posición que ocupe en su recorrido. Todos tienen, pues, órbitas elípticas, aunque algunas son casi circunferencias perfectas (como en el caso de Venus) y otras son tan elípticas (como en el caso de Plutón) que hasta llegan a cruzarse con las del planeta vecino en algún momento. La distancia mínima se llama perihelio y la máxima, afelio.
 
En la imagen, distancias reflejadas en unidades astronómicas.


Una completa guía de todos los planetas y satélites de nuestro sistema solar:

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lunes, 16 de mayo de 2022

La “Biblioteca Fisac” se asoma a la Feria del Libro



















(AZprensa) Con motivo de la “Feria del Libro” que se está celebrando en muchos pueblos y ciudades, la “Biblioteca Fisac” muestra a través de Internet todo su catálogo de libros que abarcan una amplia variedad de temas. 

Esta es la relación completa de todos los libros editados por este autor, los cuales están disponibles en Amazon, tanto en edición digital como en edición impresa.
 
Libros sobre Espiritualidad: “No son coincidencias”

Novelas de ficción: “Castidad & Rock and Roll”, “La Biblia de Falcon Crest”

Novelas históricas: “La Olimpiada”

Diccionarios: “Diccionario Daimieleño – Español”, “Diccionario Político”

Biografías: “Médico, periodista y poeta”, “La edad de oro de la industria farmacéutica”, “Una santa desconocida”

Periodismo, Comunicación e Industria Farmacéutica: “La industria farmacéutica por dentro”, “El legado farmacéutico de Alfred Nobel”, “La Comunicación en la industria farmacéutica”, “La Comunicación en Medicina”, “Memorias de un Dircom”, “Cómo dar bien las malas noticias”, “Internet y Salud”, “Editoriales diferentes”, “Lecturas diferentes”

Divulgación científica: “Curiosidades del sistema solar”

Viajes: “Cosas de Noruega”, “Reflejos de Islandia”

Opinión: “Diario del caos”, “La verdad sólo es un punto de vista”

Formación literaria: “Asignatura: La vida”, “Los primeros pasos de un escritor”.

Teatro: “Sigue esperando”

Humor: “El mejor deporte es la sonrisa”, “Humormicina”

Poesía: “Todo Poesía”, “Arquitecto de emociones”, “Yo soy Alma & Algo así”, “Palabras de despedida”
 
Más información: “Biblioteca Fisac”: https://amzn.to/3sOO1Yq

 

El cielo azul de Marte











(AZprensa) Esta fotografía que veis es una panorámica de la superficie de Marte realizada por el rover Curiosity. Bueno, en realidad se trata –según explican- de un mosaico que se ha ido componiendo con decenas de fotografías tomadas por su cámara mástil (Mastcam) el 5 de agosto, cuatro años después del aterrizaje en el interior del cráter Gale. En la panorámica de 360º se observan mesetas y colinas de... ¿el “planeta rojo”? Parece que en esta ocasión se les ha vuelto a olvidar teñir de rojo la imagen, porque el cielo que se observa al fondo es azul, como en la Tierra. ¿Por qué tanto empeño de años en años por hacernos creer que Marte era “rojo” cuando en realidad es “azul”? Los de la NASA se despistan de vez en cuando y hacen públicas fotografías de la superficie de Marte sin retocar, mostrándonos el color real de su cielo que es azul, muy parecido al de nuestro planeta.
 
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domingo, 15 de mayo de 2022

El día que gané una etapa de la Vuelta Ciclista a España

(AZprensa) Siempre me ha gustado montar en bicicleta, aunque nunca he recorrido más de 30 o 40 kilómetros y en general mis paseos han sido de 10 o 15 kilómetros como mucho. Por otra parte, nunca he tenido una bicicleta de carreras sino que mis bicis han sido normalitas y de paseo, lo cual no ha impedido que me sintiese como un auténtico ciclista profesional cuando enfilaba la carretera o el carril bici. Pues bien, lo más sorprendente es que, con este panorama que os acabo de pintar, puedo afirmar que una vez gané una etapa de la Vuelta Ciclista a España. Esta es la historia…
 
En el departamento de Publicidad de ICI-Zeltia recibía a multitud de proveedores de todo tipo en el ámbito publicitario y una de las herramientas de mayor éxito en nuestras campañas y promociones eran los regalos publicitarios (gorras, camisetas, bolígrafos, paraguas, etc.). Uno de los proveedores de regalos publicitarios que me visitaba asiduamente dijo un día que era amigo del organizador de la Vuelta Ciclista a España y que, si me apetecía, podía ir con él un día en la caravana publicitaria que precede cada etapa de la Vuelta.
 
Me pareció una idea muy atractiva y así quedé con él para el día señalado. Fuimos muy temprano al lugar de salida de la etapa de ese día, que era la Valladolid-Zamora, y allí recogimos las acreditaciones, no sólo las que debíamos llevar colgadas al cuello sino también las pegatinas que debíamos pegar en el parabrisas del coche para que se viese bien a las claras que nuestro vehículo estaba autorizado.
 
En general, los vehículos de la caravana publicitaria salen antes que los ciclistas y van haciendo el mismo recorrido. De vez en cuando paran al paso de algún pueblo o lugar donde se haya concentrado la gente esperando ver a los ciclistas, y les regalan gorras, camisetas, bolígrafos, pegatinas, etc. Como no pueden interferir con el normal desarrollo de la carrera, van siempre muy por delante de los ciclistas y llegan a la meta con mucha antelación para continuar desde allí su actividad promocional porque, además, en las metas es donde se reúne mayor cantidad de gente. Pero a diferencia de ellos, en nuestro caso, el vehículo era un simple invitado para ver “por dentro” cómo es una etapa ciclista y todo lo que se mueve alrededor.
 
Con bastante antelación a la salida de los ciclistas se puso en marcha la caravana publicitaria y allí en medio estaba nuestro coche, rodeado de todos los vehículos que portaban megafonía y lucían todo tipo de publicidad. Al cabo de media hora o así, la caravana paró en la confluencia de la carretera principal con el cruce de un camino que llevaba a un pueblo, ya que toda la gente de ese pueblo había acudido al cruce para ver pasar la carrera. Cualquier aglomeración de gente, como la que se había producido en ese punto, era una oportunidad de oro que no se podía desaprovechar para hacer publicidad, y así ocurrió.
 
Sin embargo, cuando estos vehículos terminaron su labor publicitaria, arrancaron de nuevo para seguir. Pero nosotros estábamos allí como invitados, unos auténticos privilegiados que podíamos saltarnos el protocolo e ir a nuestro aire. Y el caso es que también nosotros teníamos ganas de ver pasar a los ciclistas, así que decidimos quedarnos allí esperando hasta que llegasen los corredores. Nos colocamos en primera fila y al cabo de un rato vimos pasar a los coches oficiales que preceden la cabeza de carrera y a los primeros ciclistas.
 
Decidimos entonces buscar otro punto más adelante, en concreto una Meta Volante, para llegar hasta allí y esperar a que pasasen los ciclistas. Pero ya no podíamos utilizar las carreteras marcadas en la ruta, ni por supuesto adelantarlos, puesto que la ruta marcada era sólo para ellos. Buscamos en el mapa otras carreteas secundarios (entonces no existían los GPS y de haber existido a ver cómo le explicas al GPS que quieres ir por caminos alternativos) con el objetivo de llegar a un punto más adelante antes que los ciclistas. Como íbamos en coche y éramos más veloces que ellos, podíamos llegar a la Meta Volante por otros caminos secundarios aun haciendo más kilómetros.
 
Llegamos a ese nuevo punto en donde ya estaba congregada la gente y al cabo de un rato vimos pasar a los coches oficiales y ciclistas. Otra vez –plano en mano- buscamos nuevos desvíos para adelantarlos y esperarlos... y así un par de veces más hasta que nos dimos cuenta que faltaba poco para llegar a Zamora, en donde estaba la Meta Final, pero... calculamos mal, los desvíos para adelantarlos nos habían hecho perder demasiado tiempo y cuando enfilamos la entrada a Zamora ya era tarde, los ciclistas nos estaban pisando los talones y pudimos ver cómo varios motoristas de la Policía de Tráfico empezaron a pitarnos y hacernos señas desesperadamente para que nos desviásemos.
 
Nuestro coche estaba autorizado, eso se veía a la legua, pero estábamos en el lugar y hora que correspondía a los ciclistas no a la caravana publicitaria, que hacía ya mucho tiempo había pasado por allí; en realidad los organizadores no podían entender qué hacía un coche de la caravana publicitaria en medio de la carretera principal a pocos segundos de que llegasen los ciclistas. Giré la cabeza y vi el coche de cabeza de carrera que casi nos estaba dando alcance, con las luces amarillas parpadeantes, otro par de motoristas a su lado... y los ciclistas que formaban el reducido grupo de cabeza de carrera. Vimos cómo cien metros delante de nosotros corrían unos operarios y movían unas vallas metálicas mientras un policía agitaba los brazos con frenesí para indicarnos que nos metiésemos por ese desvío. Así lo hicimos e inmediatamente colocaron la valla otra vez en su sitio. Apenas pasaron unos segundos desde el momento en que nos metimos por el hueco que nos habían dejado hasta que llegó el coche de cabeza y los primeros corredores dispuestos a disputar el tramo final.
 
Todavía les quedaba un pequeño circuito urbano antes de llegar a la Meta, por lo que nos dio tiempo a salir del coche, acercarnos a la Meta y ver y fotografiar el sprint final, aunque el verdadero ganador de aquella etapa fui yo que llegué a la meta antes que ellos.
 
Como recuerdo de aquella experiencia que muy pocas personas habrán vivido, conservo aún mi credencial y el libro de carrera en el que por cierto se detallaban todas las incidencias que habrían de encontrarse los ciclistas en la etapa: curvas, estado del piso en cada tramo, subidas y bajadas con el correspondiente porcentaje de desnivel, etc. y nos llamó la atención que en algunos lugares, antes de entrar en alguna ciudad se leía “bandas sonoras”. “¿Qué será eso?”, nos preguntamos. “¿Habrá una banda de música al entrar en esa ciudad?”, nos preguntamos. Pero no, comprendimos al pasar por encima de ellas y retumbar el coche, que ese era el nombre que se daba a los hoy tan populares resaltos para evitar que los coches corran mucho en determinados lugares, pero que en el año 1985 aún eran muy poco frecuentes.

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