sábado, 31 de julio de 2021

Mitos sobre el protector solar que no debes creer

(AZprensa) Hay muchos mitos o falsas creencias sobre los protectores solares. Hoy vamos a repasar algunos de ellos para que no caigas en el error:
 
1.- Cuanto más alto sea el SPF más durará la protección solar (Falso)
No importa cuán alto sea su nivel de protección, normalmente deberás aplicarlo cada 2 horas. La razón de esto es que su actividad disminuye con el calor, la humedad y el sol, al igual que lo hace con el contacto o cuando te secas la piel
 
2.- Las ventanillas del coche te protegen del sol (Falso)
Los parabrisas de los coches suelen proteger contra los rayos UVB y UVA pero los de las puertas laterales no. Esos vidrios sólo bloquean los rayos UVB pero no los UVA que penetran en la piel y causan más daño.
 
3.- El protector solar reduce la absorción de vitamina D (Falso)
La pequeña cantidad de rayos UVB que atraviesan el protector solar son suficientes para que tu cuerpo produzca vitamina D.
 
4.- Puedes hacerte un protector solar casero (Falso)
Si no eres químico especializado en cosmética, no podrás hacerlo. Además, es complicado conseguir todos los ingredientes que necesita un protector solar.
 
5.- El protector solar es más importante para los niños que para los adultos (Falso)
Si bien es cierto que las quemaduras solares en la niñez pueden poner en riesgo de padecer cáncer de piel en el futuro, es igualmente peligroso -tanto para niños como para adultos- padecer quemaduras de sol.
 

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viernes, 30 de julio de 2021

¿Cómo se ve el sol desde los planetas?

(AZprensa) En Mercurio, el Sol se vería bastante más grande de cómo vemos la Luna y contrastaría poderosamente con el cielo oscuro, ya que aunque tiene una atmósfera muy débil, la sensación sería como la de estar en la Luna pero con un Sol mucho mayor.

En Venus el Sol se vería a doble tamaño de cómo lo vemos en la Tierra, aunque a decir verdad si estuviésemos en su superficie no veríamos el Sol porque el planeta está completamente cubierto de nubes de forma permanente, sólo veríamos una fuerte luz amarillenta tiñendo todo el paisaje tal como han transmitido en sus fotografías algunas de las naves que han logrado posarse allí (como las naves soviéticas Venera).
En Marte, el Sol se ve casi a la mitad de tamaño que desde la Tierra, pero la luz percibida no es la mitad sino bastante más, pudiendo disfrutar de una agradable luz solar tal como han demostrado las múltiples fotografías que –por cierto- ya no muestran un planeta “rojo” sino uno “azul” bastante más parecido al nuestro. Aunque se nos dice que su albedo es de 0,15 (bastante inferior al de la Tierra que es de 0,3 a 0,4) la realidad es que todo depende del lugar en el que nos encontremos, y teniendo en cuenta la presencia de hielo en muchos lugares y lo más o menos polvoriento que sean dichos lugares, la visibilidad puede variar y ser mucho mejor de lo que cabría esperar en razón de su distancia al Sol.
En el cinturón de asteroides, en donde se encuentra el planeta enano Ceres, el Sol se ve como un punto más pequeño que la Luna pero más luminoso.
En Júpiter en realidad no podríamos ver el Sol puesto que su superficie posiblemente líquida, su enorme presión atmosférica y las radiaciones que emite, hacen imposible al ser humano poner un pie en el mismo; lo único que podríamos hacer es pisar alguno de sus satélites y en ese caso el Sol se vería tan solo como un pequeño punto luminoso –mayor que cualquier otra estrella, por supuesto- pero lejos de cómo lo vemos desde Marte, Tierra, Venus y no digamos ya Mercurio. Lo que sí habría, en cambio es luz suficiente para ver el paisaje y distinguir los objetos, no sólo porque la luz del Sol aun estando tan lejos daría visibilidad sino porque el enorme tamaño a que se vería Júpiter alumbraría la superficie del satélite, sobre todo la de aquellos que tienen atmósfera.
En Saturno la situación es muy similar a la de Júpiter: es imposible poner un pie en este planeta aunque sí podríamos hacerlo en cualquiera de sus satélites; allí el Sol se vería como un punto luminoso, simplemente algo más grande que las estrellas, y la reflexión de la luz en el gigante Saturno daría una luz adicional suficiente para el ser humano que pisase sus satélites.
En Urano ocurre otra tanto de los mismo, no podríamos acceder a él sino sólo a alguno de sus satélites; allí el Sol se vería como una estrella más aunque con más brillo y el reflejo de la luz solar en el enorme disco de Urano daría una luz suficiente para ver el entorno pero muy distinta y mucho más apagada que lo que estamos acostumbrados a considerar como luz de día.
En Neptuno estamos en el mismo caso, sin posibilidad de pisar este planeta tendríamos que conformarnos con pisar su satélite Tritón y desde allí distinguir una pequeña estrella más brillante que las demás, que sería nuestro Sol. Afortunadamente el reflejo de esa luz en Neptuno daría una poco más de claridad al paisaje, aunque no mucha más.

Finalmente en Plutón, el Sol sólo es una estrella más en el firmamento aunque brille con más fuerza, lo que unido a la atmósfera de este planeta y al refuerzo adicional del reflejo de Caronte, permitiría que al mediodía (cuando el Sol estuviese iluminando con más fuerza Plutón) la claridad fuese la equivalente a la que tenemos en la Tierra poco antes del amanecer, cuando el Sol aún no ha asomado por el horizonte.


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jueves, 29 de julio de 2021

Misterio en el maratón

(AZprensa) Las carreras de maratón están de moda y congregan a numerosas personas, no sólo atletas consumados sino también simples aficionados y hasta curiosos de vivir una nueva experiencia. La mayoría de ellos se preparan para estar en las mejores condiciones y aguantar tan dura prueba, mientras que otros (los menos) se limitan a hacer unos cuantos ejercicios de estiramiento unos minutos antes no sin antes haber dedicado muchas horas a comprar su vestimenta para la ocasión (zapatillas, camiseta, muñequeras, cinta para el pelo… todo ello de marca, por supuesto). El caso es que con tanta gente luego pasa desapercibida la marca de tus zapatillas o tu camiseta… y a veces sucede que algún corredor desaparece. Esta es una historia real, en la que sólo he cambiado el nombre del protagonista para salvaguardar su intimidad.

Un joven, pongamos que llamado Tomás, convenció a un amigo para apuntarse a un maratón de 15 km. Su experiencia en este tipo de pruebas: 0. Su bagaje y preparación deportiva: los paseos diarios con su perrito por el parque. Dos días antes de la prueba, y como preparación a la misma, corrieron algo más de media hora. La noche anterior, para culminar su preparación, estuvieron de copas hasta altas horas de la madrugada. Ya por la mañana, un completo desayuno: un yogur y una mandarina. Y por fin, salieron hasta el punto de concentración para la salida de la prueba. Como habéis podido comprobar, su preparación para la prueba había sido excelente.

Al llegar al punto de salida se encontraron con cerca de un millar de participantes, todos ellos de porte ágil y fibroso, como mandan los cánones del maratón. Lucían camisetas de diversos clubes deportivos y hacían ejercicios de estiramiento. Tomás y su amigo también estiraron, pero sólo el cuello, para seguir con interés las cosas que hacían esos participantes.

Con esmero se colocaron orgullosos su dorsal, pero se sorprendieron cuando los organizadores les dieron un chip que debían colocar en su zapatilla y que serviría a los jueces para validar los resultados de la prueba. “Me parece que esta no es una carrera popular sino de profesionales”, le dijo escamado Tomás a su amigo. Instantes antes del comienzo, los organizadores dijeron: “Los que vayan a cubrir la distancia en menos de 1 hora, que se pongan delante”. Y casi al unísono el 90% de los asistentes pujó por situarse en las primeras posiciones. Tomás y su amigo, más escamados aún, se quedaron en la parte de atrás.

Sonó el disparo de comienzo de la prueba y todos salieron corriendo en lo que a Tomás le pareció un sprint. “¿Pero cómo esprintan si la prueba es de 15 km?” se preguntó. El caso es que a los 30 segundos ya estaban los dos completamente descolgados y al cabo de dos minutos ya casi ni se veía al inmenso tropel de corredores.

Tomás y su amigo se miraron sorprendidos mientras continuaban trotando a su ritmo y se sentían un poco avergonzados cuando los espectadores les jaleaban y aplaudían. “¿Será en plan de cachondeo?” se preguntaron. Y lo peor vino después cuando se les ocurrió volver la cabeza y mirar hacia atrás: una ambulancia y el coche de policía que cerraba la carrera iban detrás de ellos... posiblemente en primera y a punto de que se les calase el motor.

Por fin divisaron una pancarta, pero a su cara asomó la decepción: ya estaban exhaustos y sin embargo sólo habían recorrido “2 km” mientras que a todos los demás corredores hacía tiempo ya que no se les divisaba. No quedaba más solución que el consabido “tierra, trágame” o el hacerse invisible y desaparecer; pero no era tarea fácil. Se hicieron unas señas y comenzaron a desatarse el dorsal y al llegar a una curva saltaron entre dos coches aparcados, se quitaron el dorsal y se perdieron entre las calles disimulando cuanto pudieron.

Los locutores deportivos que narraban la carrera fueron anunciando la llegada de los corredores y allí se fue estableciendo el panel de ganadores, la clasificación de los participantes, la relación de abandonos y... una nueva categoría que hubieron de introducir: dos corredores desaparecidos.

Poco después, una llamada en el móvil se interesó por ellos y les pidió... que devolviesen el chip. Sí, los sistemas de seguimiento de los organizadores no habían fallado.


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miércoles, 28 de julio de 2021

Planetas: Tablas comparativas


(AZprensa) Para conocer un poco mejor los planetas que componen nuestro sistema solar, bueno es echar un vistazo a las siguientes tablas comparativas:



Distancia al Sol (M Km.)
Velocidad orbital (Km./s)
Duración día (horas)
Duración año (días)
Mercurio
58
47,4
1.407
88
Venus
108
35,0
2.802
224
Tierra
150
29,8
24
365
Marte
228
24,1
25
687
Júpiter
779
13,1
10
4.331
Saturno
1.434
9,7
11
10.747
Urano
2.873
6,8
17
30.589
Neptuno
4.496
5,4
16
59.800
Plutón
5.906
4,7
153
90.560



Temperatura media (º C)
Gravedad (m/s)
Inclinación del eje (º)
Satélites
Mercurio
167
3,7
0,1
0
Venus
464
8,9
177
0
Tierra
15
9,8
23
1
Marte
-65
3,7
25
2
Júpiter
-110
23,1
3
67
Saturno
-140
9,0
27
62
Urano
-195
8,7
98
27
Neptuno
-200
11,0
28
14
Plutón
-225
0,7
120
5


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martes, 27 de julio de 2021

Morder para no ser mordido

(AZprensa) Cuando dos animales salvajes se enfrentan en su lucha por la supervivencia, la clave está en comer y no ser comido, en morder y matar a la presa antes que esta te muerda a ti y te conviertas tú es su presa. En la civilización moderna nos lo dan todo hecho y lo que nos sirven ya está muerto e incluso cocinado, por lo que sólo hay que morderlo para saborearlo. Pero ¿has tenido alguna vez la necesidad de morder a tu presa antes que esta te muerda a ti? Seguro que no, pero algunos sí que se han visto en esa tesitura. Esta es la historia.

Las aventuras de nuestro compañero Luis García por países exóticos servían para amenizar nuestros ratos de descanso durante el trabajo. De su viaje a la India nos contó que una vez llegaron a un poblado y poco después vieron cómo el jefe del poblado dabas unas órdenes que no entendieron, pero sí que vieron cómo tres personas asentían con reverencia las palabras de quien les mandaba y al poco salían corriendo del poblado.

No se les volvió a ver durante todo el día y al llegar la noche y la hora de la cena, invitaron a Luis y sus acompañantes a la cena. Para ello se había dispuesto en una choza una estera en el suelo y sobre ella diversos cuencos, unos con puré de no se sabe qué, otro con algunos frutos, otros con unas hierbas que se suponía eran comestibles… y un recipiente de madera más hondo pero que no tenía nada. Ese recipiente parecía ser el plato principal de la cena… aunque de momento no había nada en su interior.

Ya estaban todos sentados en el suelo alrededor de la estera con todos los “manjares” pero nadie comenzaba a cenar. Echando cuentas, comprendieron que faltaban las tres personas que habían salido esa mañana a no se sabe qué y parecía que, por cortesía, los estaban esperando.

Al cabo de un rato alguien gritó y dio la voz de alerta: ¡Ya llegaban los tres emisarios! Cuando entraron en la choza fueron recibidos con desbordada alegría, sobre todo cuando ellos mostraron una bolsa que parecía contener una buena cantidad de algo, sin duda aquello que habían ido a buscar para cenar y que les había costado todo un día de trabajo.

Le dieron la bolsa al jefe y este, todo orgulloso, dijo algo a nuestros invitados que estos no entendieron, pero que reflejaba la importancia que daba al contenido de esa bolsa que habían traído como homenaje a los visitantes. Abrió la bolsa y echó el contenido en el cuenco de madera. ¡Cuál no sería la sorpresa de Luis y sus amigos cuando vieron que lo que allí echaba eran escarabajos vivos!

El que les servía de intérprete les explicó que ese era un manjar muy difícil de conseguir y que había costado todo un día de trabajo a tres hombres de aquél poblado, y todo eso lo habían hecho en honor de los invitados, así que no se podía hacer el feo de no comerlos. Luis y sus amigos sudaron tinta pero comprendieron que estaban obligados a comer algunos de esos escarabajos y además darles las gracias a sus anfitriones.

Como invitados de honor que eran, debían ser ellos los primeros que degustasen ese manjar, así que Luis, con la mano temblorosa cogió un escarabajo y se lo llevó a la boca. “Stop!”, gritó el intérprete, mientras los demás miraban con cara de susto cómo Luis estaba a punto de meterse el escarabajo en la boca. El intérprete le explicó cómo debía comerse: “Primero tienes que matarlo de un mordisco y luego ya te lo puedes comer, porque si te lo metes vivo en la boca, será él el que te muerda”.

Y así fue cómo mi amigo Luis tuvo que convertirse en depredador para no verse transformado en presa.


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lunes, 26 de julio de 2021

El peso en los planetas

(AZprensa) Un aspecto curioso que a veces se pasa por alto es el peso que tendríamos si pusiésemos el pie en cualquiera de los cuerpos de nuestro sistema solar. Se suele dar por descontado –y no caen en la cuenta de este hecho ni la mayoría de los escritores de ciencia ficción ni los directores de películas del espacio- que tendríamos el mismo peso y nos moveríamos con la misma soltura en otros planetas que en la Tierra, pero esto no es así. La gravedad, con el añadido de la presión atmosférica, hace que en el hipotético caso de visitar otros planetas nuestra agilidad de movimientos fuese muy distinta a como es aquí en la Tierra.

En la siguiente tabla ofrecemos cuánto pesarían 100 Kg. en la Tierra si estuviesen en otro planeta o en alguno de los principales satélites. Con una sencilla regla de tres, podéis calcular cuánto pesaríais vosotros: 


100 Kg. de la Tierra pesarían:
Mercurio
37,8
Venus
90,6
Luna
16,6
Marte
37,9
Júpiter
253,3
Saturno
106,6
Urano
90,5
Neptuno
113,3
Plutón
6,7
Ío
12,7
Europa
13,4
Ganímedes
14,5
Calisto
18,3


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domingo, 25 de julio de 2021

¡Agua va!

(AZprensa) No hay que remontarse 2.500 años antes de Cristo, a la época de la Grecia clásica, para encontrar casas sin agua corriente, calles de tierra y ausencia de alcantarillado. Todo esto existía en España, incluso en Madrid capital, en la década de los 60. Por entonces, y en tales barrios, la gente solía tirar el agua sucia a la calle sin más contemplaciones que gritar “¡Agua va!” para que se apartasen los viandantes. Tal costumbre acarreaba consecuencias no deseadas. Esta es la historia de lo que pasó y de sus consecuencias…

La farmacia de mi padre estaba en el barrio de Palomeras, en el extrarradio de Madrid. Tan pobre era aquella zona que las calles ni siquiera tenían nombre, sólo números. La suya era la calle “Cuatro”. El suelo era de tierra y no había aceras. A cada lado, casas bajas individuales, algunas con agua corriente, otras no. Y allí al final, estaba la farmacia. Cada día tenía que hacer mi padre ese recorrido y alguna que otra vez escuchaba ese grito de “¡Agua va!” y se paraba para que no le cayese encima el agua sucia que lanzaban con un cubo hasta el centro de la calle. Pero el oído no era el punto fuerte de mi padre, así que una vez no lo escuchó bien y le cayó toda el agua sucia encima.

Cuando llegó a casa contó lo que le había sucedido y yo estaba presente. Ya se sabe que los niños son una esponja y absorben todo lo que ven y escuchan aunque no nos demos cuenta. Total, que aquél niño que era yo interpretó que era una cosa normal eso de tirar cubos de agua sucia a la calle y así lo archivé en mi memoria.

Semanas más tarde (o quizás fueron meses más tarde) se murió Cleo, el pez rojo que con tanto mimo cuidaba en su pecera de cristal. ¿Qué hacer con él? Me vino entonces a la memoria la costumbre que tenían los mayores del “¡Agua va!” así que ni corto ni perezoso me fui a la terraza y grité “¡Agua va!” al tiempo que lanzaba toda el agua de la pecera junto con el cadáver del pez por la terraza… ¡y vivía en un octavo piso!

Por fortuna no le cayó encima a nadie, lo cual quiere decir que a mí no me cayó ninguna bronca, pero sí pude aprender después que esas cosas no se hacen aunque las hagan los mayores.


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sábado, 24 de julio de 2021

Vive los Juegos Olímpicos tal como eran antes

(AZprensa) Ahora que estamos de lleno en unos Juegos Olímpicos, no está de más echar un vistazo a la Grecia clásica para conocer y vivir por dentro cómo eran estos juegos en aquella época.
 
“La Olimpiada” es una novela –inspirada en hechos reales- que nos habla de amor, aventura, amistad y honor en la Grecia clásica, en una época donde un apretón de manos tenía más valor que cualquier contrato.
 
La acción se desarrolla en la Grecia antigua, durante el reinado del rey Clístenes (601-570 a.c.) en la ciudad-estado de Sición, en el Peloponeso, entre Corinto y Acaya.
 
El rey Clístenes (o Clistene en otros escritos) tiene una hija que se enamora de un ateniense, pero el rey no ve con buenos ojos esa relación, la prohíbe y ordena que el citado ateniense, el atleta Megacles (en otros escritos citado como Megacle) salga de su reino y no vuelva a ver a su hija Aristea (Agariste en otros escritos). No es difícil encontrar referencias a Clístenes, aunque hay que tener cuidado de no confundirlo con el que luego fue su nieto y llevó el mismo nombre, y sobre el cual existe más información que sobre el primero, o incluso sobre un sobrino del primero, ateniense y con el mismo nombre. Por su parte, sobre su hija, apenas si hay información.
 
En otro lugar, en el reino de Creta, Lycida (o Licida o también Lycidas, según la fuente consultada) mantiene una relación amorosa con una noble ateniense, Argene, pero tampoco aquél rey ve con buenos ojos esta otra relación y la prohíbe igualmente.
 
La celebración de unos Juegos en la cercana ciudad de Olimpia desencadenará una serie de acontecimientos en donde se cruzarán todas estas historias y sorprenderán continuamente al lector por los giros inesperados que irán tomando.
 
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viernes, 23 de julio de 2021

Comienzan los Juegos Olímpicos

(AZprensa) Hoy día está aceptado referirse a unos “Juegos Olímpico” como una “Olimpiada”, aunque esto no siempre fue así. En realidad la gente suele confundir estos términos y llamar “Olimpiada” a la celebración de unos Juegos Olímpicos. Sin embargo el término “Olimpiada” es el espacio de cuatro años que va desde la celebración de unos Juegos Olímpicos a la celebración de los siguientes; y tanto es así, que en la Grecia clásica el término “Olimpiada” se utilizaba como medida de tiempo: “Eso sucedió hace cuatro Olimpiadas” significa “Eso sucedió hace 16 años”.
 
Por otra parte, los Juegos Olímpicos en honor de Zeus, aun siendo los más populares, no eran los únicos, puesto que también se celebraban los Juegos Nemeos, también en honor de Zeus; los Juegos Ístmicos, en honor a Poseidón, hermano de Zeus; y los Juegos Píticos, en la ciudad de Delfos, en honor a Apolo, hijo de Zeus. Estos eran los cuatro grandes juegos, aunque los principales eran los Olímpicos y ninguno de ellos se superponía en fechas con otro, sino que iban celebrándose sucesivamente para que de esta forma los atletas siempre tuviesen algunos Juegos en los que competir y para asegurar al pueblo la distracción.
 
Tanta era la importancia que los griegos daban a los Juegos Olímpicos (fuesen Olímpicos, Nemeos, Ístmicos o Píticos) que durante su celebración se hacía una tregua en todas las guerras... e incluso se paralizaba la fabricación de armas.
 
Había cuatro agones (tipos diferentes de certámenes) de Juegos, según las disciplinas que abarcasen. Estaban, por ejemplo, los Luctarios que incluían deportes de contacto físico como la lucha; los Hípicos, para diferentes carreras en donde intervenían los caballos bien fuera montados por jinetes o tirando de cuadrigas u otro tipo de carros; los Atléticos, donde destacaban el salto de longitud y el lanzamiento de disco y jabalina; y por supuesto el Pentatlon (cinco disciplinas como la carrera de velocidad, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, salto de longitud y lucha), que durante mucho tiempo fue la estrella de los Juegos.
 
No todos los Juegos Olímpicos tenían las mismas pruebas ni el mismo número de ellas, sino que a lo largo de los años se fueron añadiendo más disciplinas y no siempre se repetían las mismas de una edición a otra.
 
Y ya que estamos metidos en estos Juegos Olímpicos, bueno será que le eches un vistazo a esta novela, inspirada en hechos reales, que te traslada a la Grecia clásica y te hará vivir la emoción de estos juegos:
 

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