domingo, 18 de julio de 2021

Marte

(AZprensa) Vaya por delante, al comenzar este artículo, que nos han estado engañando durante muchos años, diciéndonos que Marte era rojo, frío, seco, inhóspito para la vida... De hecho, las fotos que divulgaban al público (bien fuesen vistas aéreas o desde la propia superficie del planeta tomadas por los robots que han recorrido su superficie) tenían un tinte rojizo. Sin embargo, el llamado “planeta rojo”, resulta que ya no es tan rojo. Sin saber por qué, la NASA ha comenzado a divulgar algunas fotos tomadas por el robot Curiosity en donde se observa claramente un cielo azul y una luminosidad muy parecida a la de la Tierra.

Para tener una idea clara de cómo es la luz del día en Marte no tenemos que recurrir a hipotéticas ilustraciones sino que disponemos de imágenes reales enviadas por las diferentes sondas que se han posado en su superficie y la han recorrido (y lo siguen haciendo) enviando múltiples fotografías. Marte es el planeta más parecido a la Tierra y desde allí el Sol se ve casi a mitad de tamaño que desde la Tierra, pero un tamaño suficiente como para que podamos disfrutar de una agradable luz solar. Aunque se nos dice que su albedo es de 0,15 (bastante inferior al de la Tierra que es de 0,3 a 0,4) la realidad es que todo depende del lugar en el que estemos, y teniendo en cuenta la presencia de hielo en muchos lugares y lo más o menos polvoriento que sean dichos lugares, la visibilidad puede variar y ser mucho mejor de lo que cabría esperar. En definitiva, aunque el Sol se vea de menor tamaño que en la Tierra, la luminosidad del día es bastante parecida, sólo un poco inferior, a la que tenemos aquí en la Tierra, y la superficie del propio planeta no es tan rojiza como nos la pintaban sino bastante más parecida a la de nuestro propio planeta.

Veamos ahora otros aspectos. Su tamaño es poco más de la mitad del de la Tierra, con un diámetro de 6.796 Km. frente a los 12.756 Km. del de nuestro planeta. La inclinación de su eje de rotación es muy parecida: 25º en Marte y 23,5º en la Tierra, lo que da lugar a que también tenga estaciones climatológicas. El día dura casi lo mismo que en la Tierra, concretamente 24h y 38’ y al año prácticamente el doble (debido a su mayor distancia del Sol) siendo de 687 días. En cuanto a su velocidad media orbitando alrededor del Sol, también es muy parecida: 24 Km./seg. en comparación con los 30 Km./seg. de la Tierra.

Marte muestra una geografía variada, con grandes montañas, valles, desiertos, campos de dunas, volcanes, cañones y cauces de ríos secos. Hace millones de años Marte tuvo océanos y ríos tal como revela su geomorfología. Entre los atractivos naturales del planeta destaca su monte Olimpus, el volcán más grande de todo el sistema solar, con 27 Km. de altura y un diámetro en la base de 600 Km. A nivel de suelo, la gravedad es un tercio que en la Tierra, 100 Kg. en la Tierra pesan allí sólo 38 Kg.

Hay otros accidentes geográficos que han llamado poderosamente la atención de muchos investigadores y estudiosos del tema. En la región de Cydonia se fotografiaron unas estructuras que parecían antiguas pirámides y una cara humana que miraba al espacio. Graham Hancock escribió un libro sobre este asunto, titulado “El misterio de Marte” y muchos otros escritores han abundado apoyado la verosimilitud de estas hipótesis; sin embargo años después la NASA publicó unas fotos de esa supuesta “cara” tomadas desde otro ángulo, en donde se veía claramente que no se trataba de una cara sino de una colina que por obra y arte de los juegos de luz y sombra tenía el aspecto de una cara. Pero lo que se veía también, analizando estas segundas fotografías, es que habían sido retocadas, con lo cual más que desmentir a las primeras daban pábulo a seguir con las especulaciones.

El 15 de agosto de 2012 diversos medios de comunicación (“El País” entre ellos) publicaban una curiosa noticia: el descubrimiento de unas nuevas pirámides en Egipto. Estas presuntas pirámides habían pasado desapercibidas hasta ahora al encontrarse completamente sepultadas por la arena, pero –gracias a las fotografías de los satélites- ha sido posible deducir su presencia. Están situadas a unos 12 Km. de la ciudad de Abu Sidhum y una de las principales autoras del hallazgo, Angela Micol, ha declarado que estas imágenes “hablan por sí mismas” y según esta experta “es obvio que ambos lugares pudieron acoger en su día unas pirámides”.

Sin embargo, lo que más llama la atención, es cómo unos razonamientos son aceptados fácilmente por la ciencia oficial para unas cosas, y esos mismos argumentos son puestos en duda para otras. Porque si comparamos las fotos aéreas de esta región de Egipto con las fotos aéreas de la región de Cydonia, veremos algo muy similar en ambas: estructuras piramidales y de fortalezas. Por consiguiente, si se aceptan los argumentos de estos expertos para lo que han detectado ahora en Egipto, también habría que aceptar lo que algunos estudiosos del tema como Graham Hancock revelaron hace unos años sobre nuestro planeta vecino.

La atmósfera de Marte está compuesta en un 95% por dióxido de carbono, así como nitrógeno, argón, oxígeno, monóxido de carbono, neón, criptón, xenón y vapor de agua. Sin embargo es mucho más fina que en la Tierra, concretamente su presión atmosférica es de 0,007 Kg./cm3 mientras que en la Tierra es de 1,03 Kg./cm3. Cuando sube el aire caliente, baja a ocupar su lugar el aire frío de los polos, generando vientos de varios cientos de Km./h., envolviendo al planeta en tormentas de polvo. En el año 2016 se ha descubierto la existencia de auroras difusas sobre el planeta y que no dependen de un campo magnético global. También se ha comprobado que en el Polo Sur el ozono absorbe la luz ultravioleta luz, tal como hace en la Tierra para proteger la vida en nuestro planeta, e igualmente un toque de ozono también es visible cerca del Polo Norte. Como podemos comprobar, cada vez que se hace un nuevo descubrimiento sobre Marte descubrimos que se parece mucho más a la Tierra de lo que imaginábamos o de lo que hasta ahora nos habían hecho creer.

Se han observado además nubes, tornados, etc., así como corrientes de agua con alto contenido en sales (salmueras) que discurren por la superficie a modo de ríos, al igual que se ha observado hielo no solo en sus polos sino también en muchos otros lugares. Por ejemplo, en invierno su casquete polar desciende hasta unas latitudes que, por compararlo con la Tierra, serían el equivalente a que nuestro Polo Norte llegase hasta Francia.

Y es que su rango de temperaturas es el más asequible al ser humano de todos los que encontramos en el sistema solar, al ir desde los -143º C a los +17º C. En las zonas ecuatoriales y en verano la temperatura puede llegar hasta los 20º C aunque la fina atmósfera hace que conforme nos elevamos esta descienda rápidamente, algo así como tener los pies calientes y la cabeza fría. En Marte, pues, hace frío, pero también sus temperaturas se elevan por encima de los 10º C e incluso más.

A regañadientes, los científicos han reconocido que en Marte hay ríos, pero no sólo cauces de ríos secos sino también ríos activos. Sucesivas fotografías de las mismas zonas han mostrado cómo la morfología del terreno varía con el paso del tiempo según fluye el agua o no por dichos cauces. Se piensa, no obstante que no es agua líquida tal como la conocemos en la Tierra sino una especie de salmuera y que por esa misma razón soporta en estado líquido las bajas temperaturas del planeta.

¿Y la lluvia? Se han fotografiado nubes e incluso tornados pero no hay constancia de lluvia ¿o sí? En el año 2009 la sonda norteamericana Phoenix se posó en la superficie de Marte y envió numerosas fotografías. En alguna de aquellas fotografías (que en su día se hicieron públicas pero hoy ya no es posible encontrarlas en los archivos públicos de la NASA porque las han retirado de su vista al público) se pueden apreciar unas gotas de lluvia o rocío sobre las patas de esta nave, prueba evidente de que en Marte hay agua (esto ya lo han reconocido) pero también llueve (eso se niegan todavía a reconocerlo). La explicación oficial que se dio a estas fotos es que al aterrizar, la nave puso al descubierto el hielo (agua con abundancia de perclorato cálcico y otras sales) el cual se derritió con el calor desprendido por la nave y salpicó las patas formando esas gotitas. Hay que señalar que la salmuera tiene un punto de congelación mucho más bajo que el agua pura y por consiguiente, aun cuando la temperatura allí fuese bajo cero, pensar que dicho hielo de salmuera se hubiera derretido no resulta descabellado. Pero hay también algunas pruebas indirectas que sugieren la existencia de lluvia en Marte y una de esas pruebas indirectas son muchas de las fotos del rover Curiosity que, tras años y años recorriendo el desierto marciano mantiene sus paneles solares e intricados revoltijos de cabes limpios e inmaculados, sin apenas motas de polvo (dejad vuestro coche un par de días aparcado en el campo y ya me diréis si aparece tan limpio como el Curiosity o por el contrario aparece lleno de polvo).

Si hay cambios estacionales, si hay atmósfera, si hay agua que fluye e incluso llueve, si las temperaturas son frías pero al menos soportables en algunas zonas, si hay luz solar suficiente... ¿puede haber algún tipo de vida? Todas las sondas espaciales enviadas  a explorar Marte han realizado miles de fotos y  nos han mostrado cientos de ellas, pero... la NASA sólo nos ha mostrado aquellas que le interesaban e incluso muchas de ellas retocadas y de una forma bastante chapucera en algunos casos. Un claro ejemplo de esto último lo constituye la fotografía “esp_035033_2635” tomada por la Mars Explorer Orbiter. En la misma se observa un paisaje nevado en la época en que comienza el deshielo, el cual deja a la vista unas estructuras que parecen claramente árboles. Todavía puede encontrarse esta fotografía en Internet aunque la NASA la sustituyó enseguida por otra en la que se dieron de forma chapucera una serie de brochazos sobre esos supuestos árboles, para que no pudieran identificarse como tales. Si no eran árboles ¿por qué retocaron la foto tachando burdamente esa zona? Y no es el único caso; hay bastantes más fotos que muestran –por forma y distribución- algo semejante a árboles o algún tipo de vegetación que se agrupa precisamente no en cualquier lugar sino sólo en torno a los lagos. ¡Qué curioso! ¿No?

Mientras que por un lado nuestro Sistema Solar parece estar anegado en agua en algunos lugares (por ejemplo el satélite de Júpiter, Europa), otros parecen haber perdido grandes cantidades de agua. Un ingeniero argentino de la NASA, Jerónimo Villanueva, ha encabezado un equipo de científicos que ha reconstruido el pasado de Marte. Para ello han utilizado los tres telescopios de infrarrojos más potentes y precisos del mundo (entre ellos el de Atacama en Chile) para fotografiar la atmósfera del planeta rojo. Durante seis años han estado analizando la proporción de dos tipos de moléculas de agua, la general (H2O) y otra denominada HDO que contiene deuterio, una variante más pesada de hidrógeno.

La proporción entre estos dos tipos de moléculas resulta muy ilustrativa ya que la versión pesada queda atrapada en el ciclo de agua marciano mientras que la versión ligera tiende a escapar hacia el espacio. Midiendo la proporción de las mismas en los polos de Marte han podido calcular la velocidad a la que este planeta está perdiendo agua y, en consecuencia, retroceder hacia el pasado para saber cuánta agua llegó a albergar.

En base a estos datos se estima que hace 4.500 millones de años Marte tuvo un gran océano que, aunque no era muy profundo (un kilómetro y medio de profundidad como máximo) se concentraba en las planicies del hemisferio norte ocupando una superficie similar a la de nuestro océano Ártico con un volumen total de unos 20 millones de kilómetros cúbicos de agua. “Marte fue húmedo durante unos 1.500 millones de años, mucho más tiempo del que fue necesario para que surgiera vida en la Tierra”, asegura Villanueva.

Ese océano pudo mantenerse unos 1.000 o 1.500 millones de años, tiempo más que suficiente para dar origen a la vida; sin ir más lejos, en la Tierra sólo fueron necesarios 800 millones de años para que surgiese la vida hace 3.500 millones de años.

Según sugiere este equipo de investigadores, Marte ha perdido el 87% del agua de sus océanos primitivos, quedando el 13% restante en los polos del planeta. Pero, ¿dónde se fue el agua? Para algunos está claro que dicha agua se encuentra en los casquetes polares de Marte y en numerosos lugares bajo la superficie marciana. También parece que gran parte de la atmósfera primitiva de Marte fue despojada por el viento de partículas cargadas que fluyen del Sol, haciendo que el planeta se seque. Sin embargo esta investigación ha servido también para conocer la existencia de diversos microclimas en distintas regiones del planeta y que, tal como indica Villanueva, “puede significar que hay reservorios de agua bajo la superficie de Marte”.

Comprender la distribución del agua en nuestro sistema solar es de gran importancia para comprender cómo se formaron los planetas, satélites, cometas y otros objetos hace unos 4.500 millones de años a partir del disco de gas y polvo que rodeaba nuestro Sol. La existencia de agua es fundamental no sólo para la vida, tal como la conocemos, sino también para futuras misiones tripuladas al planeta, ya que la misma puede utilizarse –además de los usos conocidos por todos-para obtener hidrógeno que sirva de combustible que facilite la energía necesaria a las eventuales colonias de humanos que quizás algún día se instalen allí. Marte parece, pues, el destino que aguarda a la humanidad.

El profesor de genética y divulgador científico de la Universidad de Navarra, Javier Novo, considera que "dentro de un par de siglos tendremos que plantearnos seriamente la necesidad de habitar otro planeta, algo que se conseguirá cuando repliquemos las condiciones que hacen posible la vida, y que todavía no conocemos con detalle". Esta es una de las tesis que defiende en su libro “Genes, microbios y células” y que repasa en siete capítulos algunos de los avances científicos.

Otro de los grandes temas que aborda es la posibilidad, "cada vez más real", de prolongar la vida "venciendo a la enfermedad y al envejecimiento". En este sentido asegura que a finales del siglo XXI "el ser humano podría nacer con una esperanza de vida de 300 años".

Sin embargo, opina que el avance científico que más va a revolucionar la vida diaria será la nanotecnología, "que supondrá la aparición de una amplia variedad de dispositivos biomédicos -o lo que es lo mismo, artilugios minúsculos que se implantarán en nuestro cuerpo- para facilitar el funcionamiento del organismo, liberar fármacos de forma controlada, etc.". Sin embargo, de todo ya esto ya hablaba Kim Stanley Robinson en su trilogía “Marte rojo” que le dio fama mundial el siglo pasado, allá por 1993...

Y ya para terminar este capítulo reseñaremos también una curiosa teoría de esos que llaman “conspiranoicos” y que sugiere que al igual que muchas fotos del hombre sobre la Luna estaban tomadas en la Tierra, muchas fotos de los robots que supuestamente circulan sobre la superficie de Marte, en realidad no están allí sino mucho más cerca, concretamente en la isla de Devon (Canadá).

Ciertamente, la isla de Devon es el lugar de la Tierra más parecido a Marte. Se trata de la mayor isla deshabitada de nuestro planeta, con una superficie de 55.247 km2 (más de 500 Km. de un extremo a otro a lo largo, y unos 125 Km. de lado a lado a lo ancho en la mayor parte de la isla).

El clima de Devon es muy similar al de Marte, ya que al levantarse bastantes metros por encima del nivel del mar y estar situada por encima del círculo polar, sus temperaturas no sobrepasan los 10º C en verano, cayendo hasta los –50º C en invierno (unos extremos muy parecidos a los que se dan en Marte). Su geografía es desértica, con un cráter de 23 Km. de diámetro que se formó hace millones de años cuando un meteorito de unos 2 Km. de diámetro se estrelló en este lugar. Apenas si hay vegetación y la vida animal es muy escasa (lo más reseñable es la presencia de algún buey almizclero y de algún lobo). ¡Cómo será de desapacible esta isla que hasta los inuit (popularmente conocidos como esquimales) decidieron abandonarla en 1930 y en 1950 ya no quedó ni un solo habitante.

¿Habitantes? Alguno sí que hay: En el año 1997 se levantó un centro de investigación parcialmente financiado por la NASA, el denominado proyecto Haughton-Mars, y en el año 2000 instaló equipos e investigadores la Mars Society de la NASA. Robots que recorren su superficie y la fotografían, astronautas paseando por el desolado desierto, y unas pequeñas instalaciones científicas son las únicas huellas humanas que desde hace mucho tiempo pueden verse en Devon. Si te interesa puedes ver fotografías de esta isla en Internet e incluso utilizar Google Earth para acercarte a ella y comprobar por ti mismo estas similitudes.

La duda que nos entra es si no nos habrán estado engañando con fotos de Devon haciéndolas pasar como si fueran de Marte paliando así un eventual fracaso de los robots enviados a la superficie de aquél planeta y que –según nos dicen- llevan más de 10 años funcionando perfectamente... contra todo pronóstico.


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