Sí, porque en las cajas que me encontré, aparecía el nombre de la empresa (como es natural) y a continuación el nombre del pueblo en donde estaba ubicada la fábrica y la provincia a la que pertenecía. Pues bien, las letras de “O Porriño” eran el doble de grandes que las letras de “Pontevedra” e incluso mayores que las letras del nombre de la empresa. O sea, que para cualquier observador que mirase la caja, lo primero que se veía era “O Porriño” y luego había que esforzarse para leer el resto de textos que lo acompañaban (nombre de la empresa, provincia, dirección...) ¡Eso es amor a un pueblo!
Finalmente, y tras muchos esfuerzos, conseguí implantar un nuevo diseño para las cajas, incorporando los colores corporativos, el logotipo de la empresa bien visible, y en tamaño mucho más pequeño la dirección de la fábrica. Esto, que parece algo lógico, no veáis el trabajo que me costó porque a partir de ese momento cuando mirabas una cala podías leer perfectamente “ICI-Zeltia” mientras que antes, aunque estuvieses a decenas de metros de distancia, lo que se leía era siempre: “O Porriño”.
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