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jueves, 17 de abril de 2025

Primera novela traducida al inglés

El periodista y comunicador español Vicente Fisac ha escrito más de 30 libros pero hasta ahora no existía versión en inglés de ninguno de ellos. A partir de ahora esto ha cambiado y su primer libro traducido al inglés ya está disponible: “Life debt”. Se trata de una novela histórica que nos traslada a la Grecia clásica de hace 2.600 años; una historia que transcurres durante la celebración de unos Juegos Olímpicos y en donde se dan la mano el amor, la amistad, el honor. Era una época en donde la palabra y un simple apretón de manos tenían más valor jurídico que cualquier contrato. No como ahora…


An enthralling story of love, friendship and honor in the Olympic Games (2,600 years ago)
“Life debt”: https://a.co/d/hono34C

sábado, 27 de abril de 2024

Historia de un manuscrito de 1.794

(AZprensa) Un manuscrito del año 1.794 está ahora al alcance de todo aquél que quiera revisarlo y comprobar cómo se divulgaba la literatura cuando no existían los medios de divulgación masiva. En este artículo cuento la historia de cómo llegó a mi manos este manuscrito (que cuenta una historia de amor ambientada en la Grecia clásica) y cómo decidí ponerlo a disposición de todos los lectores interesados en el mismo o simplemente lectores curiosos de revisar una obra de estas características.
 
Hace ya muchos años, revisando la biblioteca heredada de mis antepasados, llamó mi atención entre los numerosos libros un pequeño cuaderno, ajado por el tiempo, sin ninguna indicación en su exterior. Lo abrí con cuidado, pues se veía tenía muchos años, y comprobé se trataba de un antiguo manuscrito.
 
Sus hojas eran de un papel apergaminado, ya amarillento por el transcurso del tiempo, y estaba cosido a mano por el lomo. Se veía que estaba escrito a mano y parecía haberlo sido mediante pluma antigua de ave, de esas que se metían en el tintero y no eran capaces de dar la misma intensidad a todas las letras pues la misma se iba clareando según avanzaba. Sin embargo, todo hay que decirlo, la caligrafía era excelente y cuidada al máximo, de tal forma que se entendía cuanto allí estaba escrito. La tinta, quién sabe si por el paso del tiempo o porque realmente era así, tenía un color sepia, en un tono oscuro que afortunadamente le hacía contrastar sobre el papel y no impedía la lectura.
 
Me fui entonces a la primera hoja, nada más abrir la solapa. Pude comprobar para sorpresa mía que, según se indicaba, había sido escrito por un tal Wenceslao de Argumosa en el año 1.794. Tenía entre mis manos una auténtica antigüedad, así que me dispuse a leerla con detenimiento para comprobar de qué iba aquello.
 
Se trataba de unos versos que traducían, al castellano de aquella época, otros versos más antiguos, los cuales relataban una historia de amor, de honor, de lucha, de amistad... en la Grecia clásica, y citaba personajes que –como pude comprobar después- habían existido, o al menos así se reflejaba en los libros de Historia.
 
Como despedida de la obra, Wenceslao de Argumosa pedía disculpas de esta forma (y cito textualmente): “...por lo atrevido de esta empresa, pues dudo que en su género pueda haverla mas atrevida...”. Decía, igualmente, que había hecho esa traducción de los antiguos textos “de modo que pueda cantarse”, y finalizaba diciendo: “Desearía que mi empeño pusiera a otros en el de mejorarme. Acaso no hai entre las vivas otra lengua fuera de la nuestra que admita la satisfacción de dar su carta de naturaleza al poeta del alma”.
 
Suficientemente intrigado con aquél descubrimiento y las palabras de su autor que tantos años después me llegaban, me dispuse a leerlo. Descubrí una historia llena de emoción, de sensibilidad, de acontecimientos sorprendentes, de acción, de aventura, de nobles sentimientos... la verdad es que disfruté muchísimo con su lectura y me dije –todavía era un joven muchacho en aquella época- que quizás algún día le tomase la palabra a tal autor y me atreviese a seguir su empresa y si no a mejorarle, al menos a dar continuidad o quién sabe qué posterior utilidad a su obra para que esta no se perdiese allí, ignorada en mi modesta librería, ajena a los ojos de otros lectores que hubieran disfrutado –igual que yo lo hice aquella tarde- con su lectura.
 
Y pasaron los años, muchos años; tantos que me llegó la hora de la jubilación. Pero el viejo manuscrito seguía todavía junto a mi lado, descansando el sueño de sus palabras dormidas en un rincón de mi librería, esperando, quién sabe cuándo, cómo ni por qué, una chispa de emoción, un impulso repentino que le devolviese la vida y le hiciese esparcir con el viento su secreto olvidado.
 
Sentí el deseo de leer de nuevo aquella historia y disfruté como el primer día. Pero ¿quién va a querer leer una historia a través de tales versos, en un castellano que hace mucho dejó de utilizarse y que hoy nos parece plagado de faltas de ortografía? Y sin embargo la historia que contaban esos versos tenía el interés y el empaque suficiente como para afrontar nuevas empresas. Fue así como decidí contar dicha historia a mi manera, como si de una novela de amor y de aventuras se tratara. El resultado final ha sido la novela, “La Olimpiada” (Vicente Fisac. Amazon). Cumplo así una deuda con Wenceslao de Argumosa para rescatar del olvido aquél trabajo primero y traer a la memoria en forma de novela una historia de amor, aventura, amistad y honor que –ambientada en la Grecia clásica- nos hará pasar unos momentos de lectura inolvidable.

Y para aquél que quiera revisar el manuscrito original, lo he escaneado y volcado en una página de Internet de acceso libre, según puedes comprobar en este enlace: https://wenceslaodeargumosa.blogspot.com/
 
Pero ¿quién era Wenceslao de Argumosa?
 
Según cuenta el historiador Alberto Gil Novales en la web de las biografías (http://www.mcnbiografias.com), Wenceslao de Argumosa y Bourke era un abogado español que nació en Guadalajara el 27 de septiembre de 1761 y murió en 1831.
 
Al quedar huérfano cuando apenas contaba 15 años, el arzobispo de Toledo, Lorenzana, se ocupó de ayudarle para que terminara sus estudios de filosofía en Madrid y de jurisprudencia en Toledo.
 
En 1971 viajó a Italia y después regresó a Madrid en donde ejerció la abogacía y fue agente fiscal en el Consejo Real. Fue propuesto como diputado a la Junta de Bayona, cargo que no aceptó, marchándose a Francia en donde vivió seis años y medio. Al regresar recibió la condecoración “ob auxilium pro Rege et patria” y fue caballero y secretario del Rey Carlos III. Fue también procurador síndico de Madrid y académico de San Fernando.
 
Como persona culta e interesada por la historia, escribió diversas obras, tales como “Relación de los ejercicios literarios, grados y méritos” (1792), “Los cinco días célebres de Madrid” (1820), y “Memorial del pleito entre el Infante de España D. Carlos María Isidro de Borbón y D. Juan VI, Rey de Portugal (1821)”, pero permanecía oculta hasta hoy una de sus obras manuscritas “La Olimpiada” (1794) en cuya despedida decía “Desearía que mi empeño pusiera a otros en el de mejorarme”. Pues bien, no ha sido mi deseo el de mejorarlo, sino el de dar a la luz pública aquél trabajo y así, la historia que contaba en aquellos versos, la he transformado en una novela, “La Olimpiada”, una historia –inspirada en hechos reales- que nos habla de amor, aventura, amistad y honor en la Grecia clásica, en una época donde un apretón de manos tenía más valor que cualquier contrato.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Así se comía en la antigua Grecia

(AZprensa) Probablemente la palabra “banquete” deriva de “banqueta” y eso era lo que utilizaban los griegos de hace 2.600 años en sus grandes celebraciones gastronómicas. Nada mejor que organizar un banquete para celebrar cualquier acontecimiento y en ello se ponía el máximo empeño para que todos los comensales quedaran saciados. Eso sí, los banquetes eran solo para hombres, las mujeres se iban a  comer a otro lado lejos de ellos. Las únicas mujeres que se veían por los banquetes eran las esclavas, las sirvientas y las bailarinas que, junto con los músicos, servían y amenizaban la velada.
 
El plato estrella y que no todos se podían permitir siempre era la carne, principalmente de cerdo y de cordero. El pescado era mucho más frecuente y variado y se consumía casi a diario. También gustaban de comer mariscos, sepia, calamares… Y también degustaban algunas sopas y purés de verduras, aunque de estas últimas no había excesiva oferta en los mercados. Un plato típico, a medio camino entre la sopa y el sólido, era el kykeón (una mezcla de sémola de cebada y agua, aromatizada con diversas hierbas como poleo, menta o tomillo). Otro alimento típico era el hidromiel, una mezcla de agua y miel.
 
La comida principal del día era la cena (hubiese gran banquete o no), que se tomaba siempre al caer el sol, mientras que el almuerzo de mediodía solía ser bastante ligero. Por lo que se refiere al desayuno, este se hacía a base de pan de cebada mojado en vino, higos, dátiles y aceitunas. El queso, la fruta y los dulces, tampoco faltaban en su alimentación, como tampoco la leche de cabra.
 
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sábado, 24 de julio de 2021

Vive los Juegos Olímpicos tal como eran antes

(AZprensa) Ahora que estamos de lleno en unos Juegos Olímpicos, no está de más echar un vistazo a la Grecia clásica para conocer y vivir por dentro cómo eran estos juegos en aquella época.
 
“La Olimpiada” es una novela –inspirada en hechos reales- que nos habla de amor, aventura, amistad y honor en la Grecia clásica, en una época donde un apretón de manos tenía más valor que cualquier contrato.
 
La acción se desarrolla en la Grecia antigua, durante el reinado del rey Clístenes (601-570 a.c.) en la ciudad-estado de Sición, en el Peloponeso, entre Corinto y Acaya.
 
El rey Clístenes (o Clistene en otros escritos) tiene una hija que se enamora de un ateniense, pero el rey no ve con buenos ojos esa relación, la prohíbe y ordena que el citado ateniense, el atleta Megacles (en otros escritos citado como Megacle) salga de su reino y no vuelva a ver a su hija Aristea (Agariste en otros escritos). No es difícil encontrar referencias a Clístenes, aunque hay que tener cuidado de no confundirlo con el que luego fue su nieto y llevó el mismo nombre, y sobre el cual existe más información que sobre el primero, o incluso sobre un sobrino del primero, ateniense y con el mismo nombre. Por su parte, sobre su hija, apenas si hay información.
 
En otro lugar, en el reino de Creta, Lycida (o Licida o también Lycidas, según la fuente consultada) mantiene una relación amorosa con una noble ateniense, Argene, pero tampoco aquél rey ve con buenos ojos esta otra relación y la prohíbe igualmente.
 
La celebración de unos Juegos en la cercana ciudad de Olimpia desencadenará una serie de acontecimientos en donde se cruzarán todas estas historias y sorprenderán continuamente al lector por los giros inesperados que irán tomando.
 
“La Olimpiada”, disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
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viernes, 23 de julio de 2021

Comienzan los Juegos Olímpicos

(AZprensa) Hoy día está aceptado referirse a unos “Juegos Olímpico” como una “Olimpiada”, aunque esto no siempre fue así. En realidad la gente suele confundir estos términos y llamar “Olimpiada” a la celebración de unos Juegos Olímpicos. Sin embargo el término “Olimpiada” es el espacio de cuatro años que va desde la celebración de unos Juegos Olímpicos a la celebración de los siguientes; y tanto es así, que en la Grecia clásica el término “Olimpiada” se utilizaba como medida de tiempo: “Eso sucedió hace cuatro Olimpiadas” significa “Eso sucedió hace 16 años”.
 
Por otra parte, los Juegos Olímpicos en honor de Zeus, aun siendo los más populares, no eran los únicos, puesto que también se celebraban los Juegos Nemeos, también en honor de Zeus; los Juegos Ístmicos, en honor a Poseidón, hermano de Zeus; y los Juegos Píticos, en la ciudad de Delfos, en honor a Apolo, hijo de Zeus. Estos eran los cuatro grandes juegos, aunque los principales eran los Olímpicos y ninguno de ellos se superponía en fechas con otro, sino que iban celebrándose sucesivamente para que de esta forma los atletas siempre tuviesen algunos Juegos en los que competir y para asegurar al pueblo la distracción.
 
Tanta era la importancia que los griegos daban a los Juegos Olímpicos (fuesen Olímpicos, Nemeos, Ístmicos o Píticos) que durante su celebración se hacía una tregua en todas las guerras... e incluso se paralizaba la fabricación de armas.
 
Había cuatro agones (tipos diferentes de certámenes) de Juegos, según las disciplinas que abarcasen. Estaban, por ejemplo, los Luctarios que incluían deportes de contacto físico como la lucha; los Hípicos, para diferentes carreras en donde intervenían los caballos bien fuera montados por jinetes o tirando de cuadrigas u otro tipo de carros; los Atléticos, donde destacaban el salto de longitud y el lanzamiento de disco y jabalina; y por supuesto el Pentatlon (cinco disciplinas como la carrera de velocidad, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, salto de longitud y lucha), que durante mucho tiempo fue la estrella de los Juegos.
 
No todos los Juegos Olímpicos tenían las mismas pruebas ni el mismo número de ellas, sino que a lo largo de los años se fueron añadiendo más disciplinas y no siempre se repetían las mismas de una edición a otra.
 
Y ya que estamos metidos en estos Juegos Olímpicos, bueno será que le eches un vistazo a esta novela, inspirada en hechos reales, que te traslada a la Grecia clásica y te hará vivir la emoción de estos juegos:
 

“La Olimpiada”, una novela de amor, amistad, honor y deporte, en la Grecia clásica, inspirada en hechos reales.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3cDkAS7

martes, 16 de febrero de 2021

Un manuscrito de 1.794 al alcance de tu mano

(AZprensa) Wenceslao de Argumosa (1761-18319) fue un abogado español que nació en Guadalajara. Fue caballero y secretario del rey Carlos III y recibió distintas condecoraciones, ejerciendo además como procurador y académico. Viajó por Italia y Francia y, como persona culta, escribió diversos libros, pero uno de los más curiosos y que nunca llegó a publicar es “La Olimpiada” del que solo se conserva el original manuscrito del año 1.794. 

Tras muchos años en la biblioteca familiar, pasando de una generación a otra, llegó a mis manos este manuscrito y pensé que debía darle una oportunidad para que se conociera y pudieran disfrutar del mismo todos los lectores interesados o simplemente curiosos. 

Nadie más ha tenido hasta el momento conocimiento de su existencia. Por consiguiente, y aprovechando las oportunidades que nos brinda Internet, he querido compartir este documento único e inédito con todos aquellos que puedan estar interesados a través de este enlace: 
https://wenceslaodeargumosa.blogspot.com/

Pero eso no es todo. Además debo añadir que he aceptado el reto que el autor lanzó al final de dicho manuscrito y así, basándome en su contenido (que está escrito en verso), lo he transformado en una novela, “La Olimpiada”, que nos habla de amor, aventura, amistad y honor en la Grecia clásica, en una época donde un apretón de manos tenía más valor que cualquier contrato. 


“La Olimpiada”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
https://amzn.to/3cDkAS7

martes, 8 de diciembre de 2020

El break dance cambió la historia... hace2.600 años

(AZprensa) Dicen que el break dance surgió en las comunidades afro-americanas de algunos barrios de Nueva York como Bronx y Brooklyn en los años 70. Sin embargo tal vez tuviera su origen mucho antes, concretamente hace 2.600 años y no en Estados Unidos sino en la Grecia clásica.
 
Había un tal Hipóclides que era un consumado atleta que participaba en cuantas competiciones deportivas podía con notable éxito y también tuvo su oportunidad en unos Juegos Olímpicos. Sin embargo en aquella ocasión su triunfo tuvo una celebración un tanto especial, un baile parecido al break dance… y claro, los griegos de aquella época no estaban acostumbrados a esas extravagancias.
 
Por culpa del break dance se produjo un brusco cambio en los acontecimientos, tal como se relata en la novela “La Olimpiada” en donde se suceden las aventuras, el amor, la lealtad, los celos, la competición deportiva… en un trepidante carrusel de acontecimientos con giros inesperados.
 
Inspirada en hechos reales, esta novela nos recrea cómo era la vida cotidiana en la Grecia clásica y nos cuenta una historia en donde el honor, la amistad y el amor, eran sagrados, y en donde el break dance dio un giro a los acontecimientos.
 

La Olimpiada”, de Vicente Fisac. Diponible en Amazon en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3cDkAS7

domingo, 31 de mayo de 2020

Del manuscrito a la novela


(AZprensa) Las viejas y amarillentas páginas de un manuscrito del año 1.794 han dado paso a una singular novela histórica en donde se mezclan el deporte olímpico, el amor, la amistad, el honor y, de paso, nos hace conocer más de cerca cómo era la vida cotidiana en la Grecia clásica hace 2.600 años.

Clístenes, rey de la ciudad-estado de Sición, no ve con buenos ojos los amores de su hija con un ateniense. Por su parte el rey de Creta tampoco acepta la relación de su hijo con una noble. La celebración de unos Juegos Olímpicos dará un giro inesperado a estas historias en donde el amor, la amistad, el valor y el honor serán puestos a prueba. Una novela de amor y aventuras en la Grecia clásica que nos hace revivir el esplendor de aquella época heroica.

Fuente.- “La Olimpiada”, de Vicente Fisac.
Disponible en Amazon (www.amazon.es) en ediciones digital e impresa.

lunes, 14 de octubre de 2019

Amor, honor y amistad, en la Grecia clásica


(AZprensa) Ya está disponible en Amazon “La Olimpiada”, de Vicente Fisac, una novela de ficción, basada en hechos reales, que nos ayuda a conocer mejor cómo eran la vida cotidiana y los Juegos Olímpicos en Grecia hace 2.600 años.

Clístenes, rey de la ciudad-estado de Sición, no ve con buenos ojos los amores de su hija con un ateniense. Por su parte el rey de Creta tampoco acepta la relación de su hijo con una noble. La celebración de unos Juegos Olímpicos dará un giro inesperado a estas historias en donde el amor, la amistad, el valor y el honor serán puestos a prueba. Una novela de amor y aventuras en la Grecia clásica –basada en hechos históricos- que nos hace revivir el esplendor de aquella época heroica.

Disponible en Amazon en ediciones eBook y papel:



jueves, 21 de diciembre de 2017

Un manuscrito al alcance de todos

(AZprensa) Para todos aquellos que alguna vez han sentido curiosidad por ver en detalle cómo es un auténtico manuscrito, ahora tienen la oportunidad de examinar libremente uno de ellos a través del siguiente enlace:

Se trata de “La Olimpiada”, una historia de amor, honor, amistad y deporte, escrita por Wenceslao de Argumosa en 1.794. Según cuenta el historiador Alberto Gil Novales en la web de las biografías “mcnbiografias.com”, Wenceslao de Argumosa y Bourke era un abogado español (Guadalajara, 1761-1831) que nos legó diversas obras aunque esta en concreto ha permanecido inédita y sólo es posible acceder a ella a través del enlace citado.

No obstante, todos ellos que quieran conocer la historia que allí se cuenta, convertida en novela histórica, pueden adquirir la edición digital o la edición impresa del libro “Deuda de vida”, una novela –inspirada en hechos reales- que nos habla de amor, aventura, amistad y honor en la Grecia clásica, en una época donde un apretón de manos tenía más valor que cualquier contrato.

Más información:

domingo, 10 de septiembre de 2017

La Poesía como asignatura

(AZprensa) En la Grecia clásica de hace 2.600 años, se daba mucha importancia a la oratoria y a la recitación de todo tipo de textos incluidas las poesías, de ahí que desde pequeños se les fomentase este arte que después pondrían en práctica no solo en este tipo de acontecimientos sino sobre todo en su vida pública y en la actividad política.

Ya desde pequeños los distraían y educaban con historias, leyendas y fábulas, lo cual servía como introducción al más complicado mundo de la mitología y las leyendas de los héroes, que ocupaban una parte importante de la educación en los años posteriores de juventud.

De niño se empezaba a leer y escribir recitando las letras y cuando ya aprendían a hacerlo venía lo más difícil: la lectura; puesto que en aquella época los griegos no separaban las palabras sino que escribían todo seguido. Una vez sabían leer les enseñaban a escribir sobre tablillas de cera. Pero también aprendían aritmética, geometría, física, astronomía, medicina, arte, técnica, filosofía e incluso música, ya que la música (cuyo nombre viene de las Musas, las diosas de la inspiración) era un signo de identidad de los hombres cultivados. Entre los instrumentos que solían utilizar los estudiantes estaban la cítara y el aulós (flauta de dos cuerpos) y el talento que adquirían en este arte lo ponían después de manifiesto en fiestas de todo tipo pero sobre todo en las religiosas.

También desde pequeños, en concreto a partir de los 12 años de edad, se les instruía en la educación física y desarrollaban los ejercicios en la palestra, un terreno deportivo al aire libre, cuadrado y rodeado de muros. Finalmente, a partir de los 18 años el niño se convertía en ciudadano de pleno derecho y aprendía el manejo de las armas.

Por su parte, sólo las mujeres de las clases más pudientes recibían educación, puesto que su misión era tener hijos y cuidar de la casa y del marido. En el caso de las mujeres de clase acomodada, contaban con esclavos y sirvientes para realizar las tareas de la casa y ellas simplemente se limitaban a supervisarlos.

viernes, 21 de julio de 2017

Ni pijama ni calzoncillos

(AZprensa) Los hombres de la Grecia clásica, hace unos 2.600 años, no usaban pijama para dormir, sino que solían dormir con la misma ropa (túnica) que usaban para vestir, y tampoco usaban ropa interior, por eso si a alguno se le ocurría dar volteretas, pues se le verían las pelotillas, lo cual era de muy mala educación. Su vestimenta era la túnica y sobre ella podían ponerse para protegerse una clámida (manto de tejido tosco y tieso que se sujetaba a un hombro y era frecuente entre los soldados y caballeros).

Los baños públicos era el lugar de encuentro más apreciado, tal como ahora lo son los bares y restaurantes, y había que acudir a ellos no solo para estar limpios y frescos sino sobre todo para fomentar las relaciones sociales. Otro lugar típico de encuentro de los hombres eran las peluquerías, que ya en esta época empezaron a usarse más. Hasta entonces, los griegos solían dejarse barba pero poco a poco se fue imponiendo la moda de afeitarse; así, por ejemplo, la navaja de afeitar que hasta entonces se había considerado un instrumento típicamente femenino (para depilarse ellas) pasó a utilizarse también para afeitar a los hombres. Por lo que se refiere a los niños, solían llevar el pelo largo hasta que entraban en la edad adulta en torno a los 16 o 18 años. Las mujeres, por el contrario, llevaban el pelo largo salvo cuando en señal de duelo se lo cortaban.

Fuente de información: 

viernes, 23 de junio de 2017

Cuando la Poesía era un deporte

(AZprensa) La primera edición de los Juegos Olímpicos consistió tan solo en una carrera de velocidad sobre una distancia de 192,27 metros cuyo vencedor fue Coroebo, de Élide, y su nombre grabado figura desde entonces en el estadio. La tendencia fue la de ir introduciendo cada vez carreras más largas, así como ir introduciendo cada vez mayor número de pruebas atléticas diferentes, aunque no siempre se repetían las mismas de una edición a otra.

Unos Juegos Olímpicos podía durar podían hasta seis días y no sólo constaban de competiciones deportivas sino que también se incluían representaciones artísticas, certámenes musicales y... ¡concursos de poesía!

La deportividad estaba a la orden del día y el reglamento era muy estricto, estableciendo la prohibición de cualquier intento de soborno, empujar al adversario salvo en las pruebas en donde estuviese permitido, o expresar públicamente el desacuerdo con alguna medida tomada por los jueces de los Juegos.

Desde sus orígenes y hasta hace 2.600 años, las competiciones eran “deportivas” incluso en el caso de la lucha, ya que la misma exigía fuerza, técnica y habilidad puesto que consistía en lanzar al adversario tres veces al suelo para proclamarse vencedor del combate. No había entonces ni sangre ni muerte, ya que esa degeneración vino después y se extendió y popularizó mucho después con el imperio romano. Quizás los precursores de aquellas salvajes prácticas fueran, primero el Pugilato (en donde se golpeaban unos a otros con los puños sin ningún tipo de reglas) y después el Pankration (auténtica lucha a muerte).

Por desgracia duró poco aquella moda de las competiciones poéticas; de haberse mantenido en el tiempo quizás el mundo actual hubiera sido mejor.

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domingo, 18 de junio de 2017

Olimpiada no es lo mismo que Juegos Olímpicos

(AZprensa) La gente suele confundir estos términos y llamar “Olimpiada” a la celebración de unos Juegos Olímpicos. Sin embargo el término “Olimpiada” es el espacio de cuatro años que va desde la celebración de unos Juegos Olímpicos a la celebración de los siguientes; y tanto es así, que en la Grecia clásica el término “Olimpiada” se utilizaba como medida de tiempo: “Eso sucedió hace cuatro Olimpiadas” significa “Eso sucedió hace 16 años”.

Por otra parte, los Juegos Olímpicos en honor de Zeus, aun siendo los más populares, no eran los únicos, puesto que también se celebraban los Juegos Nemeos, también en honor de Zeus; los Juegos Ístmicos, en honor a Poseidón, hermano de Zeus; y los Juegos Píticos, en la ciudad de Delfos, en honor a Apolo, hijo de Zeus. Estos eran los cuatro grandes juegos, aunque los principales eran los Olímpicos y ninguno de ellos se superponía en fechas con otro, sino que iban celebrándose sucesivamente para que de esta forma los atletas siempre tuviesen algunos Juegos en los que competir y para asegurar al pueblo la distracción.

Tanta era la importancia que los griegos daban a los Juegos Olímpicos (fuesen Olímpicos, Nemeos, Ístmicos o Píticos) que durante su celebración se hacía una tregua en todas las guerras... e incluso se paralizaba la fabricación de armas.

Había cuatro agones (tipos diferentes de certámenes) de Juegos, según las disciplinas que abarcasen. Estaban, por ejemplo, los Luctarios que incluían deportes de contacto físico como la lucha; los Hípicos, para diferentes carreras en donde intervenían los caballos bien fuera montados por jinetes o tirando de cuadrigas u otro tipo de carros; los Atléticos, donde destacaban el salto de longitud y el lanzamiento de disco y jabalina; y por supuesto el Pentatlon (cinco disciplinas como la carrera de velocidad, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, salto de longitud y lucha), que durante mucho tiempo fue la estrella de los Juegos.

No todos los Juegos Olímpicos tenían las mismas pruebas ni el mismo número de ellas, sino que a lo largo de los años se fueron añadiendo más disciplinas y no siempre se repetían las mismas de una edición a otra.

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miércoles, 14 de junio de 2017

Así eran las casas en la antigua Grecia

(AZprensa) Las ciudades de la Grecia clásica, hace 2.600 años, solían estar bastante sucias y la gente tiraba la basura a las calles. Sin embargo algunas ciudades “modernas”, diseñadas de una forma más cuadriculada frente a la anarquía de la mayoría, se distinguían por estar más limpias. Los sistemas de alcantarillado eran muy rudimentarios y un signo de distinción era poner en las calles unos bloques de piedra salteados para facilitar el cruce, evitando así meter la sandalia en el barro o la porquería del suelo. El ágora, la gran plaza pública, era bastante amplia y constituía el centro neurálgico de la ciudad; allí se celebraba el tradicional mercado, y próximos a ella se encontraban el barrio de los artesanos y el de los comerciantes.

Las casas podían ser de uno o dos pisos (aunque a los propietarios de casas de dos pisos les tocaba pagar más impuestos). Generalmente había un patio central con un pozo, una zona de reunión para los hombres (androceo) y otra zona distinta para las mujeres (gineceo). La misión de una mujer estaba en su casa, para tener hijos y cuidar del marido y la descendencia. Las clases pudientes contaban siempre con esclavos y sirvientes, y en ese caso la dueña de la casa simplemente se ocupaba de darles las órdenes correspondientes y supervisar su trabajo. Por el contrario en las clases medias y en el proletariado, la mujer debía cargar con el peso de todas las faenas de la casa. Las mujeres solo se mezclaban con los hombres en las fiestas familiares o cuando salían para asistir a las fiestas religiosas en donde muchas de ellas solían cantar en los coros pero, en general, hacían vidas separadas, tanto era así que solían dormir separadas de sus esposos, excepto cuando les tocaba cumplir con sus obligaciones maritales

Al no haber agua corriente y ser Grecia un país de clima mediterráneo, el agua era un bien preciado y procuraban tener dispositivos para recoger el agua de lluvia y poder utilizarla después para beber y para su aseo. Las casas tenían pocos muebles, solo los estrictamente necesarios, y la iluminación nocturna se hacía a base de antorchas y lámparas de aceite. Por el contrario en las casas humildes apenas si había una única ventana y una única habitación que servía para todo y generalmente estaba muy mal ventilada, siendo además el suelo de tierra mientras que en las casas elegantes dicho suelo era de mosaico, mármol, etc.

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viernes, 9 de junio de 2017

El verdadero origen del “break dance”

(AZprensa) Wikipedia está equivocada al citar los orígenes del break dance. Al referirse al mismo dice: “Es una danza urbana que forma parte de la cultura Hip-Hop surgida en las comunidades afro-americanas de los barrios neoyorkinos como Bronx y Brooklyn en los 70; si bien es cierto que alcanzaría un reconocimiento más alto en la década de los 80, gracias a la influencia de diversos artistas como James Brown, y películas como ‘Breakin’y the freshest kids’ que extendieron el movimiento hacia los países europeos”.

Pues bien, eso es mentira. Los orígenes del break dance se remontan 2.600 años atrás cuando el atleta Hipóclides, en plena borrachera durante un banquete, se subió a la mesa y ejecutó esos típicos pases de baile... con inesperadas consecuencias. Esta es la historia:

Hipóclides (guapo, rico y creído atleta ateniense) había conseguido la mano de la más bella y distinguida dama y aquella noche se celebró un banquete para festejar el futuro enlace. Tanto bebió que cogió una cogorza de mucho cuidado y como era bastante prepotente y caprichoso, no se le ocurrió otra cosa que subirse a la mesa y ponerse a bailar ejecutando –por primera vez en la historia de la Humanidad, al menos que se tenga constancia escrita de tales hechos- pasos típicos del break dance, entre ellos ese girar sobre la cabeza con todo el cuerpo hacia arriba.

Pero, aparte de la grosería que suponía aquello, hubo algo peor: como los griegos de aquella época no usaban calzoncillos, al ponerse boca abajo enseñó sus partes. Eso fue una afrenta del todo intolerable, puesto que si bien los atletas debían estar desnudos para competir en los Juegos Olímpicos, en un banquete había que estar correctamente vestidos y por supuesto a nadie se le podía ocurrir mostrar sus partes.

Como consecuencia, el padre de la prometida, le gritó “¡Por tus pelotas la has perdido!” anulando así el compromiso de boda; pero el tal Hipóclides, que además de inventor del break dance debió ser el precursor de los “pasotas” le contestó algo similar a: “Me importa un bledo”.

Han pasado 2.600 años y aquellas dos frases siguen formando parte del lenguaje coloquial de los actuales griegos. Por eso no conviene olvidar que el break dance no nació en los barrios negros de Nueva York en la década de 1.970 sino que nació en Grecia hace 2.600 años.

lunes, 29 de mayo de 2017

El vino... mejor con agua

(AZprensa) ¿Tomar el vino con agua? Hoy día suena a sacrilegio echar agua a un buen vino, sin embargo hace muchos años la cosa era diferente. El vino griego de hace 2.600 años era bastante fuerte, tanto es así que antes de los convites lo mezclaban con agua en una gran jarra (“crátera”) y luego lo iban sirviendo a los comensales con unos largos cacillos de metal que usaban para sacarlo de las tinajas. Para su transporte usaban odres de piel de cabra pero si el transporte iba a ser a lugares lejanos preferían hacerlo en cántaros de barro.

El vino se servía en copas de metal o en cuencos de madera o barro. Se comía con las manos y sólo se utilizaba el cuchillo para partir el trozo de carne que luego se llevaban a la boca para irlo comiendo con las manos. Por supuesto, para tomar sopas o caldos sí usaban cuchara.

En ausencia de platos, usaban las “mazas” (unas sencillas tortas de pan candeal sobre las que se ponía el alimento –carne, pecado, queso, etc.- que iban a tomar).

Fuente de información:

martes, 23 de mayo de 2017

Usar tacones y depilarse es cosa antigua

(AZprensa) A las mujeres griegas de hace 2.600 años –al menos a las de las clases pudientes- les gustaba depilarse (usaban para ello una pasta especial o una navaja), tomar relajantes baños antes de acostarse (tenían bañeras en sus casas, aunque no hubiese agua corriente), lavarse bien con agua y polvos de arcilla o carbonato (no existía el jabón), darse lociones corporales para tener una piel fina e hidratada, maquillarse (cremas a base de esencia de flores sobre una base de aceite), cuidarse las uñas, e incluso a las más atrevidas les gustaba teñirse el pelo de rubio para resultar más atractivas a los hombres.

También les gustaba adornarse con joyas y protegerse del sol con algún sombrero o pañuelo. Debajo de la túnica solían llevar una camisola amplia y las túnicas (las había de lino para verano y de lana para invierno) solían dejar los brazos y hombros al aire y se sujetaban normalmente con algún cinturón o menos frecuentemente con algunos puntos de costura.

Para el calzado usaban sandalias y en algunos casos utilizaban tacones, aunque no como los de ahora sino que se trataba de unas alzas que se colocaban entre el zapato y el talón del pie, tal como se vende ahora a los hombres para parecer más altos sin que se note.

El matrimonio en aquella época era una cuestión de conveniencia que decidía el padre o tutor y la mujer poco o nada tenía que decir al respecto. No eran frecuentes los matrimonios por amor, aunque este pudiese luego sobrevenir en el transcurso del matrimonio; pero ellas se casaban entre los 16 y 18 años y ellos alrededor de los 25 ó 30.

Fuente de información:

domingo, 18 de septiembre de 2016

Historias curiosas: el verdadero origen del Break Dance

(AZprensa) Wikipedia está equivocada al citar los orígenes del break dance. Al referirse al mismo dice:
“Es una danza urbana que forma parte de la cultura Hip-Hop surgida en las comunidades afro-americanas de los barrios neoyorkinos como Bronx y Brooklyn en los 70; si bien es cierto que alcanzaría un reconocimiento más alto en la década de los 80, gracias a la influencia de diversos artistas como James Brown, y películas como ‘Beakin’y the freshest kids’ que extendieron el movimiento hacia los países europeos”.

Pues bien, eso ES MENTIRA. Los orígenes del break dance se remontan 2.600 años atrás cuando el atleta Hipóclides, en plena borrachera durante un banquete, se subió a la mesa y ejecutó esos típicos pases de baile... con inesperadas consecuencias (aunque a nadie se le ocurrió entonces bautizar aquello como Break Dance). Esta es la historia:

Hipóclides (guapo, rico y creído atleta ateniense) había conseguido la mano de la más bella y distinguida dama y aquella noche se celebró un banquete para festejar el futuro enlace. Tanto bebió que cogió una cogorza de mucho cuidado y como era bastante prepotente y caprichoso, no se le ocurrió otra cosa que subirse a la mesa y ponerse a bailar ejecutando –por primera vez en la historia de la Humanidad, al menos que se tenga constancia escrita de tales hechos- pasos típicos del break dance, entre ellos ese girar sobre la cabeza con todo el cuerpo hacia arriba.

Pero, aparte de la grosería que suponía aquello, hubo algo peor: como los griegos de aquella época no usaban calzoncillos, al ponerse boca abajo enseñó sus partes. Eso fue una afrenta del todo intolerable, puesto que si bien los atletas debían estar desnudos para competir en los Juegos Olímpicos, en un banquete había que estar correctamente vestidos y por supuesto a nadie se le podía ocurrir mostrar sus partes.

Como consecuencia, el padre de la prometida, le gritó “¡Por tus pelotas la has perdido!” anulando así el compromiso de boda; pero el tal Hipóclides, que además de inventor del break dance debió ser el precursor de los “pasotas” le contestó algo similar a: “Me importa un bledo”.

Han pasado 2.600 años y aquellas dos frases siguen formando parte del lenguaje coloquial de los actuales griegos. Por eso no conviene olvidar que el break dance no nació en los barrios negros de Nueva York en la década de 1.970 sino que nació en Grecia hace 2.600 años.

Estas y otras cosas de la vida cotidiana en la Grecia clásica de hace 2.600 años se cuentan en la novela de amor, aventura, amistad y honor "Deuda de vida"

miércoles, 24 de agosto de 2016

Hace 2.600 años las mujeres ya se depilaban y usaban tacones

(AZprensa) Las mujeres griegas de hace 2.600 años –al menos a las de las clases pudientes- les gustaba depilarse (usaban para ello una pasta especial o una navaja), tomar relajantes baños antes de acostarse (tenían bañeras en sus casas, aunque no hubiese agua corriente), lavarse bien con agua y polvos de arcilla o carbonato (no existía el jabón), darse lociones corporales para tener una piel fina e hidratada, maquillarse (cremas a base de esencia de flores sobre una base de aceite), cuidarse las uñas, e incluso a las más atrevidas les gustaba teñirse el pelo de rubio para resultar más atractivas a los hombres.

También les gustaba adornarse con joyas y protegerse del sol con algún sombrero o pañuelo. Debajo de la túnica solían llevar una camisola amplia y las túnicas (las había de lino para verano y de lana para invierno) solían dejar los brazos y hombros al aire y se sujetaban normalmente con algún cinturón o menos frecuentemente con algunos puntos de costura.

Para el calzado usaban sandalias y en algunos casos utilizaban tacones, aunque no como los de ahora sino que se trataba de unas alzas que se colocaban entre el zapato y el talón del pie, tal como se vende ahora a los hombres para parecer más altos sin que se note.

El matrimonio en aquella época era una cuestión de conveniencia que decidía el padre o tutor y la mujer poco o nada tenía que decir al respecto. No eran frecuentes los matrimonios por amor, aunque este pudiese luego sobrevenir en el transcurso del matrimonio; pero ellas se casaban entre los 16 y 18 años y ellos alrededor de los 25 ó 30.

Estas y otras cosas de la vida cotidiana en la Grecia clásica de hace 2.600 años se cuentan en la novela de amor, aventura, amistad y honor... "Deuda de vida"