martes, 10 de junio de 2025

Los satélites no bailan rock and roll

(AZprensa) Imagina por un momento que eres un piloto de aerolíneas, con miles de horas de vuelo, un experto en leer el cielo como si fuera un libro abierto. Has visto amaneceres desde 30,000 pies, tormentas que parecen pintar el horizonte y constelaciones que te guían en la noche. Pero de repente, algo aparece en tu radar, o peor, frente a tus ojos: un objeto que se mueve como si estuviera rompiendo todas las leyes de la física, haciendo piruetas que ni el mejor drone de Hollywood podría imitar. Y entonces, cuando lo reportas, alguien en tierra te dice, con tono serio: “Tranquilo, capitán, eso que viste fue… el planeta Venus”. ¿En serio? ¡Los satélites no bailan rock and roll, y Venus no hace giros de 90 grados a 2,000 kilómetros por hora!
 
La historia de los avistamientos de OVNIs por parte de pilotos de aerolíneas está llena de momentos que rozan lo cómico, no por los avistamientos en sí, sino por las explicaciones “racionales” que se ofrecen después. Porque, seamos honestos, decir que un piloto confundió un objeto volador no identificado con un globo sonda, una estrella o las luces de una central eléctrica es como decirle a un chef de alta cocina que no sabe distinguir un filete de un zapato. Estos profesionales del aire no son novatos que se asustan con un reflejo en el parabrisas. Saben lo que es un avión, un satélite, un meteorito o incluso un dron. Y, sin embargo, cuando reportan algo que no encaja en el manual, la respuesta oficial parece sacada de un guion de comedia.
 
Tomemos el caso del planeta Venus, la explicación favorita de los escépticos. Venus es brillante, sí, pero no hace loopings, no acelera de 0 a Mach 5 en un parpadeo, ni se detiene en seco como si hubiera chocado contra una pared invisible. Un piloto de aerolíneas, que ha pasado años mirando el cielo, no va a confundir un planeta con algo que se mueve como si estuviera bailando breakdance en el espacio. Y luego están los globos sonda, esos pobres chivos expiatorios de la ufología. ¿Un globo sonda? Claro, porque los globos son famosos por sus maniobras impredecibles, sus giros en ángulos imposibles y su capacidad para dejar en ridículo a un jet comercial. ¡Por favor! Si un globo sonda pudiera moverse así, ya lo estaríamos usando para entregar pizzas en tiempo récord.
 
Y qué decir de la excusa de “las luces de una central eléctrica”. Imagina la escena: un piloto, a 10 kilómetros de altura, ve un objeto luminoso que zigzaguea a velocidades imposibles, y alguien en la torre de control le dice: “Eso que viste era la chimenea de la fábrica de la esquina, que estaba particularmente brillante hoy”. ¿En serio? ¿Una central eléctrica que proyecta luces danzantes en el cielo nocturno? A menos que esa central esté organizando un rave cósmico con láseres, esa explicación no se sostiene ni con cinta adhesiva.
 
Lo que hace que estas explicaciones sean tan absurdas es que subestiman la capacidad de los pilotos para reconocer lo que ven. Estos profesionales están entrenados para identificar objetos en el cielo en fracciones de segundo, porque de eso depende la seguridad de cientos de pasajeros. Saben cómo se mueve un satélite, que sigue una órbita predecible y no hace piruetas como un acróbata de circo. Conocen la diferencia entre un reflejo, un fenómeno atmosférico o un avión enemigo. Cuando un piloto dice “esto no es normal”, no está hablando desde la ignorancia, sino desde la experiencia. Y cuando describen movimientos que desafían la aerodinámica conocida —giros imposibles, aceleraciones instantáneas, objetos que desaparecen sin dejar rastro—, merece la pena escucharlos antes de sacar la carta de “era un globo”.
 
No estoy diciendo que todos los avistamientos sean naves extraterrestres. Podría haber explicaciones tecnológicas avanzadas, fenómenos naturales raros o incluso proyectos militares secretos. Pero reducir algo tan extraño y fascinante a “Venus” o “un satélite” es, en el mejor de los casos, una falta de imaginación, y en el peor, un insulto a la inteligencia de quienes surcan los cielos. Porque si algo está claro, es que los satélites no bailan rock and roll, y los OVNIs, sean lo que sean, no parecen seguir las reglas de nuestro manual de vuelo. Así que, la próxima vez que un piloto reporte algo extraño, en lugar de ofrecerle una explicación de manual, tal vez deberíamos empezar por decir: “Cuéntanos más, capitán. Esto suena interesante”.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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