miércoles, 11 de junio de 2025

El PET y los bioplásticos en la década de 1970

(AZprensa) La década de 1970 se distinguió, entre otros aspectos, por los esfuerzos de investigación por encontrar alternativas ecológicas a los plásticos, lo que se dio en llamar “bioplásticos”. Protagonista destacado, aunque no único, de estos esfuerzos investigadores, fue la multinacional británica ICI (Imperial Chemical Industries). Repasemos un poco y recordemos qué se logró en aquella época…
 
PET (Tereftalato de Polietileno)
 
El PET fue patentado en 1941 por los científicos británicos John Rex Whinfield y James Tennant Dickson en los laboratorios de la Calico Printers' Association, aunque ICI más tarde comercializó fibras de poliéster bajo la marca Terylene.
En la década de 1970, el PET comenzó a usarse ampliamente para envases, especialmente botellas de bebidas, tras la patente de Nathaniel Wyeth en 1973 para el moldeo por soplado de botellas PET.
El PET convencional no es biodegradable debido a su alta cristalinidad y la naturaleza aromática de sus moléculas, lo que lo hace resistente a la degradación natural.
Aunque se ha investigado la biodegradación del PET (por ejemplo, mediante enzimas como la PETasa o la PHL7 descubierta en 2022), en la década de 1970 no existía tecnología que permitiera que el PET se biodegradara rápidamente.
Bioplásticos de ICI: Biopol (PHA):
 
En 1976, ICI desarrolló el Biopol, un polihidroxialcanoato (PHA), que se comercializó como el primer plástico totalmente biodegradable en 1983. Este material era producido por microorganismos y podía degradarse en condiciones de compostaje industrial, descomponiéndose en dióxido de carbono, agua y biomasa.
 
¿Por qué no se popularizó el Biopol de ICI?
 
A diferencia del PET, el Biopol no tuvo un éxito comercial significativo en la década de 1970 ni en las posteriores por varias razones:
 
Alto costo de producción. El Biopol costaba hasta 20 veces más que los plásticos convencionales como el PET, lo que lo hacía poco competitivo para aplicaciones masivas como envases de bebidas o yogures.
 
La producción de PHA requería procesos biotecnológicos complejos, como el cultivo de microorganismos en condiciones controladas, lo que encarecía el producto frente a los plásticos derivados del petróleo, que eran más baratos y tenían mejores propiedades mecánicas.
 
Limitaciones técnicas. Los bioplásticos como el Biopol no ofrecían las mismas propiedades de resistencia, claridad y versatilidad que el PET, que se convirtió en el estándar para botellas de bebidas debido a su ligereza, transparencia y reciclabilidad mecánica.
La biodegradación del Biopol requería condiciones específicas, como compostaje industrial con altas temperaturas y oxigenación, lo que limitaba su practicidad en entornos reales.
Dependencia del petróleo y auge del PET
 
En la década de 1970, tras la crisis del petróleo de 1973, la industria plástica buscó materiales sostenibles, pero los plásticos derivados del petróleo, como el PET, seguían siendo más económicos y adecuados para la producción a gran escala.
El PET se consolidó como el material preferido para envases debido a su reciclabilidad (aunque no biodegradabilidad) y su eficiencia en términos de energía y logística. Por ejemplo, un camión puede transportar un 60% más de contenido con envases PET en comparación con vidrio, reduciendo el consumo de combustible.

Falta de infraestructura para bioplásticos
 
En los años 70 y 80, no existía una infraestructura global para el compostaje industrial, necesaria para degradar bioplásticos como el Biopol. Esto contrastaba con el PET, que podía integrarse en los sistemas de reciclaje mecánico que comenzaban a desarrollarse.
La falta de regulaciones ambientales estrictas en esa época también redujo los incentivos para adoptar bioplásticos costosos frente a alternativas más baratas.
Evolución del mercado
 
En la década de 1990, el interés por los bioplásticos creció, pero el Biopol siguió siendo un producto de nicho. En 1996, ICI vendió la tecnología de Biopol a Monsanto, y más tarde esta pasó a otras empresas, como Metabolix. La producción a gran escala de PHA continuó siendo un desafío económico.
Mientras tanto, el PET se benefició de mejoras tecnológicas en reciclaje (como el reciclaje botella a botella) y de su adopción masiva por grandes empresas como Coca-Cola y Pepsi, lo que consolidó su dominio en el mercado.

¿Y qué fue del Biopol?
 
El Biopol no se dejó de fabricar por completo, pero su producción a gran escala no prosperó en la década de 1970 ni en las siguientes debido a los factores mencionados. ICI transfirió la tecnología, y los PHA (como el Biopol) han seguido siendo investigados y producidos en pequeña escala, especialmente para aplicaciones biomédicas y de nicho.
En las últimas décadas, otros bioplásticos, como el ácido poliláctico (PLA), han ganado popularidad por ser más económicos y versátiles, aunque también requieren compostaje industrial para degradarse.
Desde la década de 2010, se han descubierto enzimas (como la LCC en 2012 y la PHL7 en 2022) que pueden degradar el PET lentamente, pero estas tecnologías no estaban disponibles en los años 70. Incluso hoy, la biodegradación del PET es limitada y requiere pretratamientos o condiciones específicas.
Modificar el PET para hacerlo biodegradable sin perder sus propiedades (resistencia, claridad, reciclabilidad) era y sigue siendo un desafío. Los intentos de desarrollar PET biodegradable han avanzado, pero no al punto de reemplazar al PET convencional en aplicaciones masivas.
Situación actual
 
Problema ambiental: El PET, aunque reciclable, contribuye significativamente a la contaminación plástica, con solo un 9% de los plásticos reciclados globalmente y un 22% terminando en vertederos o la naturaleza.
Avances en bioplásticos: Actualmente, bioplásticos como el PLA y los PHA están ganando terreno, pero su producción sigue siendo más costosa que la del PET. Además, requieren sistemas de compostaje especializados, lo que limita su impacto.
Soluciones propuestas: La investigación se centra en mejorar la biodegradabilidad del PET (mediante enzimas) y en desarrollar bioplásticos más accesibles. También se promueve el reciclaje químico del PET, que permite obtener material de alta calidad para aplicaciones alimentarias.
 
Actualmente, los esfuerzos para desarrollar un PET biodegradable o mejorar los bioplásticos continúan, pero el PET convencional sigue siendo el estándar debido a su eficiencia económica y técnica.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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