viernes, 6 de junio de 2025

Trump vs. Musk, una telenovela épica

(AZprensa) Imagina la escena: dos multimillonarios de proporciones míticas, uno con un peinado dorado y un talento para gobernar Estados Unidos como si fuera una sala de juntas, y el otro con una sonrisa infantil y sueños de conquistar Marte. Donald Trump, el 45.º y ahora 47.º Presidente de los Estados Unidos, y Elon Musk, el titán tecnológico amante de los memes, formaban una pareja inseparable, un dúo dinámico de política e innovación. Su amistad era legendaria… hasta que estalló más rápido que un prototipo de cohete SpaceX. Ahora, su drama de amor-odio tiene al mundo pegado a sus redes sociales, palomitas en mano, preguntándose: ¿Qué pasó? Vamos a sumergirnos en esta ruptura millonaria con una buena dosis de humor.
 
La Luna de Miel: Un romance forjado en Mar-a-Lago
 
Todo empezó como una comedia de amigos. Trump, el magnate inmobiliario convertido en CEO de la Casa Blanca, vio en Musk un alma gemela: un disruptor con un toque teatral. Musk, por su parte, estaba encantado de ser el “mejor amigo” del Presidente, sumándose a la campaña de Trump en 2024 como un niño en una feria. Donó más de 270 millones de dólares a su reelección, celebró en Mar-a-Lago la noche electoral y hasta se ganó el apodo de “Tío Elon” por parte de la nieta de Trump. Eran inseparables, sonriendo en el Despacho Oval, planeando recortar el gobierno con el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Musk (DOGE, sí, como la criptomoneda meme).
 
Trump quería dirigir América como uno de sus casinos (sin las quiebras, esperemos), y Musk, con su visión de un futuro interplanetario, estaba totalmente a bordo. Eran como dos niños construyendo un fuerte, solo que su fuerte era el presupuesto federal y sus herramientas eran órdenes ejecutivas y publicaciones en X. Musk recortaba programas gubernamentales con la alegría de un crío con un sable láser, mientras Trump lo animaba, prometiendo recortes fiscales más grandes que su cabello. Era perfecto… hasta que dejó de serlo.
 
Las grietas en la historia de amor cósmica
 
Como en toda comedia romántica, el problema comenzó con un malentendido. Musk, el soñador eterno, pensó que podía irrumpir en Washington y remodelarlo a su imagen: menos regulaciones, más Teslas, tal vez un Hyperloop hasta el Capitolio. Pero Trump, siempre el maestro de los tratos, tenía su propia agenda, impulsando un proyecto de ley fiscal gigantesco, apodado la “Ley del Gran Proyecto Hermoso”, que infló el déficit más rápido que un globo de helio. Musk, que había predicado eficiencia durante meses, lo vio como una traición: un “abominable desastre”, lo llamó en X, sonando como un superhéroe denunciando a un villano.
 
¿Fue solo una disputa política o había algo más? Los rumores sugieren que el ego de Musk sufrió un golpe mientras sus empresas tropezaban. Las ventas de Tesla en Europa cayeron casi un 50%, con manifestantes quemando autos y compradores rechazando la marca por las payasadas políticas de Musk. El último Starship de SpaceX explotó sobre el océano Índico, y la fortuna personal de Musk se redujo en 20 mil millones de dólares tras una caída del 14% en las acciones de Tesla en medio de la pelea con Trump. ¿Fue el berrinche de Musk el grito de un multimillonario con un imperio tambaleante? ¿O simplemente estaba molesto porque Trump no le dejó estacionar su Tesla rojo en el césped de la Casa Blanca?
 
La pelea de patio de escuela se vuelve viral
 
Sea cual fuere la causa, la ruptura fue un espectáculo puro. Estos dos no susurraron sus quejas en una cena privada; las ventilaron en sus respectivos imperios digitales, Truth Social y X, como niños peleando en el recreo. Trump disparó primero, insinuando en Truth Social que podría ahorrar “Miles de Millones” cancelando los contratos gubernamentales de Musk. Musk, que nunca retrocede, lanzó una bomba digital, tuiteando que Trump aparecía en los archivos de Jeffrey Epstein, un comentario que acumuló 23.3 millones de vistas y desató el caos en internet. “¡Que tengas un buen día, DJT!”, remató Musk, como si acabara de ganar una partida de Fortnite.
 
Trump, con el tono de un amante despechado, admitió estar “muy decepcionado” con Elon, quejándose de que Musk conocía el proyecto de ley al dedillo y solo se enfadó cuando le cortaron los subsidios para vehículos eléctricos. Musk contraatacó: “Sin mí, Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara y el Senado estaría 51-49”. ¡Zas! Era como ver a dos críos discutiendo sobre quién merecía el trofeo de “Mejor Jugador” en una fiesta de cumpleaños.
 
La pelea tenía la sutileza de un combate de la WWE. Trump alardeó de haberle ofrecido maquillaje a Musk (que Elon rechazó, buena decisión). Musk dejó de seguir a los aliados de Trump como si fueran tendencias malas de TikTok. Hasta Kanye West intentó mediar, pero Internet estaba demasiado ocupado con memes de “¡LAS CHICAS ESTÁN PELEANDO!” para prestarle atención.
 
Un duelo de egos descomunales
 
En el fondo, esto es un choque de egos descomunales. Trump, el autoproclamado genio de los negocios, quiere moldear el mundo a su antojo, mientras Musk, el visionario espacial, cree que es el tipo más listo de cualquier sistema solar. Sus personalidades públicas—la bravuconería de Trump, el caos excéntrico de Musk—hicieron de su alianza un espectáculo de fuegos artificiales, pero ahora se lanzan esas chispas el uno al otro.
 
¿Avivaron el fuego los problemas empresariales de Musk? Probablemente. La caída de Tesla y los tropiezos de SpaceX lo dejaron más sensible que un Model S con la batería agotada. Pero no le demos muchas vueltas: esto es menos Maquiavelo que Chicas Pesadas. La afirmación de Musk de que vivirá 40 años más que Trump (“¡Estaré aquí cuando te hayas ido!”) suena como un niño presumiendo: “¡Mi papá es más cool que el tuyo!”. Mientras, la amenaza de Trump de cancelar los contratos de Musk parece el matón del patio diciendo: “¡No te sientas con nosotros!”.
 
La moraleja: No apuestes por amistades millonarias
 
Entonces, ¿cuál es la lección de esta telenovela millonaria? Tal vez que incluso los tipos más ricos pueden actuar como niños peleones cuando sus egos se magullan. O quizás un recordatorio de que mezclar negocios, política y amistad es como combinar Mentos con Coca-Cola: explosivo y desastroso. En cuanto al impacto, las empresas de Musk están en apuros, y Trump enfrenta un dolor de cabeza de relaciones públicas justo cuando intenta avanzar con su agenda fiscal.
 
Al final, esta ruptura es la cima de 2025: dos megamagnates enfrentándose en redes sociales mientras el mundo observa, tuitea y crea memes. ¿Se reconciliarán con un beso y maquillaje? Lo dudo—Musk ya tiene la vista puesta en Marte, y Trump está ocupado redecorando el Despacho Oval. Por ahora, brindemos por lo absurdo de todo esto y esperemos que su próxima pelea sea menos dramática… como decidir quién pone su nombre a la próxima base lunar.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Tu último viaje”: https://amzn.eu/d/1zzOpM6

No hay comentarios: