domingo, 29 de mayo de 2022

Los médicos cabestros

(AZprensa) Todos los aficionados a los Toros saben qué es eso de los “cabestros”, es decir, unos toros mansos que se utilizan cuando hay que retirar de la plaza a un toro que se ha quedado cojo o es demasiado manso para continuar la lidia. Es tal caso, sale un rebaño de cabestros, se ponen alrededor de ese toro, y se dirigen con él a los corrales. Vale, pero ¿qué tiene eso que ver con los médicos? ¿Es que hay médicos cabestros? Pues no diré ni que sí ni que no, para que no se enfaden conmigo los médicos, simplemente contaré que hace años me dijeron que sí existían… y hasta tuve ocasión de verlos actuar. Esta es la historia…
 
Es cierto, quizás nadie ha oído hablar nunca de los “médicos cabestros” pero yo escuché hace muchos años esta definición. Nos la dijo un directivo que era bastante bruto y temperamental, aunque era de esos que siempre iba de frente, vamos, de esos que son brutos pero nobles. Estábamos preparando la presencia del laboratorio en un congreso. Yo me ocupaba de supervisar el diseño del stand pero había muchos otros frentes que cubrir y fue entonces cuando este directivo le dijo al Jefe de Ventas que necesitaba “algún cabestro” para uno de los simposios que se iban a celebrar en ese congreso. Captada mi atención con semejante palabra, estuve al tanto de la conversación posterior para enterarme qué era eso de los “médicos cabestros”. Según pude saber, se trataba de pedir a un par de médicos amigos que asistiesen al citado congreso y cuando llegase el turno de las preguntas, hiciesen cada uno la pregunta que les indicaba el laboratorio. ¿Qué clase de pregunta? Pues ese tipo de preguntas cuya respuesta obligada no hace sino poner en evidencia las ventajas de un determinado producto (evidentemente el nuestro) aun cuando dicho simposio estuviese organizado por la competencia o simplemente por la propia organización del congreso. De esta forma se obligaba al ponente de turno, profesional de prestigio, a reconocer que tal cualidad de un producto (el nuestro) era importante.
 
Como ese tipo de preguntas la formulaban médicos asistentes, nadie la relacionaba con los intereses del laboratorio, y como la respuesta la daba un líder de opinión en el trascurso de un simposio ajeno a los intereses del laboratorio y ante una gran audiencia, se conseguía un gran impacto y una gran credibilidad. Si esa misma pregunta la formulase alguien del laboratorio, la respuesta no tendría credibilidad porque se vería que había sido inducida, pero al hacerse de esta forma se conseguía el protagonismo de una forma completamente “imparcial”.
 
Es posible que tal definición, “médicos cabestros”, sólo haya sido utilizada por aquél directivo en cuestión, pero después de cuatro décadas en la industria farmacéutica he podido comprobar que con ese, otro nombre, o con ningún nombre específico, ese tipo de médicos sí que ha existido.

Fuente: “Memorias de un Dircom” https://amzn.to/32zBYmg

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