miércoles, 6 de junio de 2012

Patrocinar se escribe con "P" de primo


Cuando leía en la prensa la noticia de un “Desayuno” con un famoso, patrocinado por (ya no me acuerdo) me di cuenta de que dicho medio daba esa noticia pero no mencionaba al patrocinador. Reflexioné, después, sobre cuántas otras noticias habría en ese mismo periódico y en otros, generadas por actos patrocinados y que yo era incapaz de reconocer puesto que en ninguna se citaba a los patrocinadores.

Las compañías (alentadas por “vendedores de humo”) destinan cada vez más dinero a patrocinar actos, con los que piensan que atraerán el interés de los medios y la marca de su empresa o producto saldrá fortalecida con “toda esa publicidad gratis” que les van a dar cuando dichos medios den cuenta del citado acto.

La realidad –casi siempre- es que los medios dan buena cuenta del acto informativo en sí pero omiten la mención del patrocinador (hasta muchas fotografías las cortan para que no aparezca el logo comercial). Por consiguiente, el objetivo de “publicidad gratis” no suele cumplirse y el lector no llega a saber qué empresa hizo posible aquél acto.

Curiosamente, los responsables de la compañía suelen quedar muy satisfechos: sus directivos se habrán codeado con gente de postín, se habrán dado un baño de multitudes, recibirán un amplio dossier con todo lo publicado y la reseña de lo que hubiera costado en publicidad toda esa presencia mediática (aunque en ese dossier se mezclarán hábilmente las tres o cuatro reseñas que sí citan la empresa o dejan ver su logo, con esa otra inmensa mayoría que ignora olímpicamente a los patrocinadores).

Se me ocurre pensar que si hubieran destinado el dinero que cuesta una acción de ese tipo a una buena acción de publicidad, hubieran impactado con mucha mayor eficacia a su audiencia. Porque ¿de qué les sirve que toda la prensa hable hoy del encuentro de un personaje famoso con los medios, si sólo dos de ellos han hecho una mínima referencia de quién era el patrocinador? ¿Va a tener eso fuerza emocional suficiente para captar o fidelizar un cliente o reforzar la imagen de marca?

Pero reconozco que los “vendedores de humo” son muy hábiles y la vanidad de los directivos produce ceguera comercial.

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