(AZprensa) En el rico acervo del Museo del
Prado, entre las obras maestras del Barroco español, se encuentra el cuadro “Santa
Ana enseñando a leer a la Virgen” (1674-78), un óleo sobre lienzo de Juan
Carreño de Miranda que, aunque actualmente no está expuesto, puede admirarse a
través de una copia fiel realizada en 1950 por Guillermo Saúco, ubicada en la
iglesia de San Martín, en la calle Desengaño, 26, de Madrid. Esta pintura, de
196 x 168 cm, es un testimonio vibrante de la devoción mariana de la
Contrarreforma y de la maestría técnica de Carreño, uno de los grandes pintores
del Siglo de Oro español.
La obra original de Juan Carreño de Miranda
Juan Carreño de Miranda (Avilés, 1614 -
Madrid, 1685) fue una figura clave del Barroco español, conocido por su
versatilidad como retratista de la corte de Carlos II y por sus obras religiosas
de profunda carga emotiva. Formado en Madrid bajo la influencia de maestros
como Velázquez, Carreño desarrolló un estilo que combina la elegancia veneciana
con la sobriedad española, caracterizado por pinceladas sueltas, colores
vibrantes y un manejo magistral de la luz. Su carrera estuvo marcada por
encargos eclesiásticos y reales, lo que lo situó como uno de los pintores más
destacados de su tiempo.
En “Santa Ana enseñando a leer a la Virgen”,
Carreño despliega todo su talento para transmitir espiritualidad y
monumentalidad en un lienzo concebido para un espacio sagrado. Esta obra, originalmente
destinada al ático del retablo mayor del convento de Santa Ana de Carmelitas
Descalzas en Madrid, refleja el fervor mariano propio de la Contrarreforma, un
movimiento que buscaba reafirmar los dogmas católicos frente a las críticas
protestantes. Los reformistas cuestionaban la virginidad de María y su papel
como intercesora ante Dios, lo que llevó a la Iglesia católica a promover temas
como la Inmaculada Concepción y escenas de la vida de la Virgen.
En este cuadro, Carreño representa un momento
íntimo y sagrado: Santa Ana, madre de María, enseña a leer a su hija, bajo la
mirada protectora de San Joaquín, su esposo. Este episodio, aunque no aparece
en los Evangelios canónicos, era frecuente en la iconografía barroca,
simbolizando la preparación de María para su destino divino.
La composición, organizada en forma piramidal,
está diseñada para un emplazamiento elevado, lo que explica su perspectiva
alta. Las figuras, amplias y escultóricas, ocupan un espacio que parece un
interior palaciego, con gradas alfombradas en primer plano, una columna
salomónica y arcadas al fondo que refuerzan la monumentalidad. La luz, que
entra desde la izquierda, ilumina los rostros y manos de Santa Ana y María,
destacando su conexión emocional y espiritual. En la parte superior, querubines
flotando en el cielo recuerdan la dimensión divina del momento, un guiño a la
trascendencia de María como futura Madre de Dios.
Carreño, influido por Velázquez y la pintura
veneciana, emplea una factura rápida y suelta, con pinceladas largas que crean
un efecto de aire y movimiento alrededor de las figuras. Este enfoque, que
recuerda a Tiziano o Tintoretto, otorga a la obra una atmósfera envolvente,
casi etérea, que contrasta con la solidez de las figuras. El colorido es otro
punto fuerte: los ocres, blancos y azules de las vestimentas se enfrentan al
rojo intenso de la alfombra, creando un contraste vibrante que guía la mirada
del espectador. La luz, suave pero estratégica, resalta los detalles clave,
como las manos de Santa Ana sosteniendo el libro o la expresión serena de
María, enfatizando la intimidad del aprendizaje.
La monumentalidad de las figuras y el uso de
la arquitectura como fondo reflejan el ideal barroco de combinar lo terrenal
con lo divino, un recurso típico de la Contrarreforma para inspirar devoción.
La obra, aunque diseñada para un contexto litúrgico, trasciende su función
religiosa por su calidad artística, situándose como una de las creaciones más
logradas de Carreño.
La copia de Guillermo Saúco
Aunque el original permanece en los almacenes
del Museo del Prado, una copia excepcional realizada en 1950 por Guillermo
Saúco Rodríguez (1918-1981) permite a los madrileños disfrutar de esta obra en
la iglesia de San Martín. Saúco, un pintor y restaurador madrileño conocido por
su destreza técnica, estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San
Fernando y destacó por sus copias de grandes maestros, además de sus retratos y
paisajes. Saúco tenía un talento especial para capturar la esencia de los
originales, combinando precisión con sensibilidad artística. Su versión de “Santa
Ana enseñando a leer a la Virgen” es un testimonio de su habilidad,
reproduciendo fielmente la composición, el colorido y la atmósfera del lienzo
de Carreño.
La copia, ubicada en la iglesia de San Martín,
no solo preserva la memoria de la obra original, sino que la hace accesible al
público en un contexto similar al que Carreño imaginó: un espacio sagrado donde
los fieles pueden contemplar la escena con devoción. La iglesia, situada en el
corazón de Madrid, ofrece un entorno íntimo que realza la espiritualidad del
cuadro, invitando a los visitantes a reflexionar sobre el papel de María y sus
padres en la historia de la salvación.
“Santa
Ana enseñando a leer a la Virgen” es más que una pintura barroca; es un reflejo
de la devoción mariana del siglo XVII y del talento de Juan Carreño de Miranda
para combinar técnica, emoción y espiritualidad. Su composición monumental, su
uso magistral de la luz y el color, y su conexión con los ideales de la
Contrarreforma la convierten en una obra excepcional, incluso si hoy solo puede
admirarse en su forma original a través de catálogos o en la copia de Saúco.
Para quienes visiten la iglesia de San Martín, la réplica de 1950 ofrece una oportunidad
única de acercarse a este tesoro del Barroco español, un recordatorio de cómo
el arte puede trascender el tiempo y el espacio para hablarnos de fe, familia y
belleza. La próxima vez que pases por la calle Desengaño, detente a
contemplarla: es un viaje al corazón del Siglo de Oro.
Más información
sobre el pintor Guillermo Saúco en este enlace:
http://tomdupmor.blogspot.com/p/guillermogarcia-sauco-rodriguez-por.html
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