(AZprensa) La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, más conocida por
sus siglas EPOC, es una afección respiratoria crónica que afecta a millones de
personas en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de su impacto, el término
“EPOC” no ha logrado calar en la conciencia colectiva. Cuando los médicos y
científicos decidieron abreviar el nombre para hacerlo más accesible, esperaban
que se convirtiera en un término tan familiar como el “VIH” o Sida; pero la
realidad es otra: para la mayoría de las personas, “EPOC” es un término vago,
confuso, que no evoca una imagen clara de lo que implica.
¿Y si, en cambio, la hubiéramos llamado “tabaquismo”? Este simple cambio
de nombre podría haber transformado nuestra percepción de la enfermedad, haciéndola
más comprensible y, sobre todo, dejando claro su principal causa: el consumo de
tabaco. En este artículo, lanzamos una llamada de atención para que todos
comprendan que la EPOC, o mejor dicho, el “tabaquismo”, es una enfermedad
grave, prevenible y directamente ligada al tabaco, que mata a millones de
personas cada año.
El origen de un nombre que no conecta
Cuando los expertos bautizaron la enfermedad pulmonar obstructiva
crónica como “EPOC”, su intención era facilitar su divulgación. El nombre
completo, con su carga técnica, parecía poco práctico para el uso cotidiano,
especialmente para pacientes y sus familias. La idea era que, al reducirlo a
unas siglas pegajosas, el término se integraría en el vocabulario popular, como
ha ocurrido con otras enfermedades. Sin embargo, la estrategia no funcionó.
A diferencia de términos como “cáncer” o “diabetes”, que evocan una
imagen clara, “EPOC” sigue siendo un misterio para muchos. La gente no lo
asocia con una enfermedad específica, y mucho menos con sus síntomas o causas.
Esta desconexión tiene consecuencias graves: muchas personas ignoran los
primeros signos de la enfermedad, como tos crónica o dificultad para respirar,
y retrasan la consulta médica, lo que permite que la enfermedad avance sin
control.
¿Por qué “tabaquismo” habría sido mejor?
Imagina que, en lugar de EPOC, hubiéramos llamado a esta enfermedad
“tabaquismo”. El término habría sido un acierto comunicativo. La palabra
“tabaquismo” señala directamente al culpable: el tabaco. No habría lugar para
malentendidos. Todos entenderían que esta enfermedad respiratoria crónica, que
causa tos persistente, falta de aire y fatiga extrema, es una consecuencia
directa del consumo prolongado de cigarrillos. Más aún, el nombre “tabaquismo”
habría reforzado un mensaje crucial: el tabaco no solo es un hábito nocivo,
sino que es la causa principal de una enfermedad devastadora que afecta la
calidad de vida y acorta la esperanza de vida.
El tabaquismo es responsable del 80-90% de los casos de EPOC en muchos
países. Si no existiera el tabaco, la EPOC sería una enfermedad extremadamente
rara, limitada a casos relacionados con factores genéticos, como la deficiencia
de alfa-1 antitripsina, o a exposiciones ambientales específicas, como el humo
de biomasa en ciertas regiones. En otras palabras, sin el tabaco, la EPOC sería
considerada una “enfermedad rara”, de esas que afectan a un pequeño porcentaje
de la población. Llamarla “tabaquismo” habría puesto el foco en esta realidad y
habría servido como una advertencia constante sobre los peligros del tabaco.
Las consecuencias de la confusión
La falta de familiaridad con el término EPOC tiene un impacto directo en
la salud pública. Los síntomas de la enfermedad, como la tos persistente o la
sensación de ahogo, a menudo se confunden con “cosas normales” del
envejecimiento o con los efectos de un resfriado prolongado. Muchos fumadores,
incluso aquellos que han fumado durante décadas, no relacionan estos síntomas
con una enfermedad grave. Como resultado, el diagnóstico de la EPOC suele
llegar tarde, cuando el daño pulmonar ya es significativo y las opciones de
tratamiento son más limitadas.
Si la enfermedad se hubiera llamado “tabaquismo”, este problema podría
haberse mitigado. La palabra habría actuado como un recordatorio constante de
que cada cigarrillo consumido aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad
que destruye los pulmones. Habría sido más fácil para las personas conectar los
puntos entre su hábito de fumar y los síntomas respiratorios, incentivándolas a
buscar ayuda médica antes de que la enfermedad progrese a etapas más graves.
El tabaco mata, y el “tabaquismo” es su arma
La frase “el tabaco mata” es conocida por todos, pero a menudo se
percibe como una advertencia abstracta. Llamar a la EPOC “tabaquismo” habría
dado a esta advertencia un rostro concreto: una enfermedad real, con síntomas
debilitantes y un impacto directo en la vida diaria. La EPOC, o “tabaquismo”,
no solo dificulta la respiración; en sus etapas avanzadas, puede llevar a
insuficiencia respiratoria, hospitalizaciones frecuentes e incluso la muerte.
Según la Organización Mundial de la Salud, la EPOC es una de las principales
causas de mortalidad a nivel mundial, y el tabaco es el factor de riesgo más
importante.
Llamar a esta enfermedad “tabaquismo” también habría fortalecido las
campañas de prevención. Saber que el tabaco es la causa principal de una
enfermedad con un nombre tan directo habría motivado a más personas a dejar de
fumar o a no empezar. Además, habría facilitado la educación sobre otros
factores de riesgo, como la exposición al humo de segunda mano o a
contaminantes ambientales, que también contribuyen a la enfermedad, aunque en
menor medida.
Una llamada a la acción
Es hora de que dejemos de esconder los peligros del tabaco detrás de
siglas confusas como “EPOC”. Desde este artículo, hacemos un llamamiento para
que todos reconozcamos la enfermedad pulmonar obstructiva crónica por lo que
realmente es: una consecuencia directa del tabaquismo en la gran mayoría de los
casos. Llamémosla “tabaquismo” en nuestras conversaciones, en las campañas de
salud pública y en la educación sanitaria. Hagamos que el mensaje sea claro: el
tabaco no es solo un mal hábito, es el origen de una enfermedad grave que
afecta a millones de personas y que podría ser en gran medida prevenible.
Si fumas o conoces a alguien que lo haga, este es el momento de actuar.
Dejar de fumar es la medida más efectiva para prevenir el “tabaquismo” y
ralentizar su progresión si ya ha sido diagnosticado. Consulta a un médico si
notas síntomas como tos crónica, dificultad para respirar o fatiga persistente.
La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia. Y,
sobre todo, recordemos: el tabaco mata, y el “tabaquismo” es la prueba tangible
de su devastador impacto.
Si a la EPOC la hubiéramos llamado “tabaquismo”, su impacto en la
sociedad sería mucho más visible. El nombre habría servido como un recordatorio
constante de que el tabaco es el principal culpable de esta enfermedad
respiratoria crónica. Es hora de cambiar la narrativa, de hablar con claridad y
de asegurarnos de que todos comprendan que el “tabaquismo” no es solo un
hábito, sino una enfermedad real, prevenible y mortal. Dejemos de lado las
siglas y llamemos a las cosas por su nombre: el tabaco causa el “tabaquismo”, y
el “tabaquismo” mata.
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