(Diario El Inefable) La mayoría de los fármacos anticancerosos actúan como
tóxicos en el organismo, dañando por igual a las células cancerosas y al tejido
sano, sólo las nuevas generaciones de fármacos descubiertos tratan de localizar
su actividad exclusivamente en las células cancerosas, modificando la biología
de la enfermedad a nivel molecular. Aun así no existe ninguna píldora mágica
que actúe en todos los pacientes o en todos los cánceres.
Por eso el investigador Jeff Hanke comenta que “el cáncer no
es una enfermedad, hay cuentos de tipos de cáncer. Algunos interactúan con las
proteínas del cuerpo, otros con las enzimas o los canales de iones o con los
receptores de membrana. Las interacciones de proteínas no responden a los
fármacos de moléculas pequeñas, pero son excepcionalmente adecuados para el
tratamiento por anticuerpos”.
Los anticuerpos monoclonales totalmente humanos rastrean las
células cancerosas específicas para cuya búsqueda fueron diseñados y, o bien
destruyen las células a las que van dirigidos o bien alteran su actividad. Son
producidos por ratones transgénicos “XenoMouse” los cuales generan anticuerpos
humanos al cien por cien en lugar de hacerlo a partir de material genético de
ratones normales, como era el caso de los primeros anticuerpos monoclonales. Al
utilizar proteínas humanas se minimiza el riesgo de rechazo y aumenta la
efectividad del tratamiento.
A menudo los anticuerpos se utilizan en combinación con
fármacos de moléculas pequeñas para alcanzar un margen terapéutico más amplio
de seguridad y mejorar los resultados para el paciente.
Como señala otra investigadora, la Dra. Catherine Wheeler,
“la eficacia de cualquier terapéutica anticancerosa es solo tan buena como la
importancia de la diana patológica que se persigue.
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