(Diario El Inefable) Cuando David Brennan tomó el relevo de la multinacional
farmacéutica AstraZéneca (situada entonces como el tercer laboratorio más
importante del mundo) hizo unas declaraciones que –vistas ahora en perspectiva-
nos demuestran cómo hizo lo contrario de lo que prometió. Si repasamos a día de
hoy las declaraciones que hizo tras su nombramiento, podemos leer frases como
esta:
“Uno de los activos clave es el equipo humano y sus
capacidades”, por eso su primera medida fue despedir a los presidentes de las
filiales de la compañía en todo el mundo, colocando en su lugar a otros que –a
su imagen y semejanza- comenzaron a despedir de arriba abajo, primero a los directivos,
luego a los mandos intermedios, y finalmente a los empleados de base, hasta
reducir la plantilla global prácticamente a la mitad.
Durante su mandato, y con un salario inicial superior a las
5.000 libras anuales (siete millones de euros), aparte de bonus, extras,
acciones, plan de pensiones, etc., su prioridad estuvo fijada en los
accionistas no en la empresa ni por supuesto en los empleados. “Pretendemos
mantener nuestro énfasis en el crecimiento orgánico y en la externalización; no
vemos justificación para ser más grandes ni consideramos que sea más
beneficioso aumentar nuestra escala”. Y a fe que lo consiguió porque a partir
de se momento la compañía comenzó a descender puestos en el ranking, a vender
menos y a tener menos empleados; eso sí, las acciones continuaron dando buenos
dividendos a los accionistas.
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