(AZprensa) ¿Comer lo que sale de una impresora? Esto ya lo hemos visto
en alguna película de ciencia ficción y sin embargo ahora es una realidad. La doctora Holly Kristinsson, es una
consultora en investigación e innovación, que supervisa el proyecto Matis que
ha dado como resultado una impresora 3D que imprime comida... que a
continuación puede comerse. Por más que suene extraño y ponga algo de reparo en
nuestros estómagos, este parece ser el camino de la alimentación del futuro.
La idea surgió con objeto de aprovechar los residuos del pescado y del
marisco (tal como ya se hace y todos estamos familiarizados al comer los
clásicos “palitos de cangrejo”, que en realidad son migas de abadejo o de algún
otro pescado, prensadas, saborizadas y coloreadas) ya que todas esas migas y
pequeños restos que quedan tras preparar las piezas y filetes que luego se
venden, y que son perfectamente comestibles y nutritivas, se desperdician; y no
está el mundo como para desperdiciar comida.
Por ello han ideado esta impresora 3D que utiliza en sus cartuchos los
restos de pescado y marisco para crear con ellos deliciosos platos con un
atractivo diseño. Como comenta Kristinsson, la gente que prueba por primera vez
uno de esos platos siempre exclama: “Increíble, esto tiene un sabor normal!”.
El proyecto
sigue adelante y ya se están estudiando nuevos ingredientes con los que
rellenar sus cartuchos. "He
creado una forma de ravioli sin gluten que sabe muy bien", y añade que lo mejor
de todo es que se pueden controlar los ingredientes que se desean a la hora de
imprimir el almuerzo o la cena y esto significa poder controlar las calorías,
proteínas, hidratos de carbono, etc., de tal forma que cada cual lo puede
adaptar a sus propias necesidades nutricionales.
Desde luego para quienes siguen una dieta, que normalmente
son pobres en cuanto a variedad y sabor, esto supone una gran ventaja al poder
crear nuevos platos con atractivos diseños y sabores, adaptados a sus
necesidades. "Es posible crear con
esta impresora 3D una maravillosa variedad de sabrosos platos, sin que la gente
se de cuenta que se trata de subproductos de pescado o de cualquier otra
materia prima”, afirma esta investigadora.
El futuro de la alimentación, nos guste o no,
ya es una realidad aunque aún le quede un amplio camino para su generalización.
Elegimos el plato que deseamos comer con los ingredientes que más nos gusten,
colocamos en la impresora 3D los cartuchos con las correspondientes materias
primas, y una vez que se ha impreso el plato sólo hay que calentarlo al
microondas, hervirlo, freírlo u hornearlo, según nuestras preferencias.
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