Cuando se habla de biotecnología se
piensa –inevitablemente- en algo más próximo al futuro de la humanidad que a su
pasado. Sin embargo, si nos atenemos a su definición (“utilización de plantas,
animales y microorganismos para crear nuevos productos y procesos”) nos daremos
cuenta que, durante siglos, la biotecnología se ha utilizado en aplicaciones
familiares tales como el empleo de levaduras para hacer subir el pan y de
bacterias para convertir la leche en yogur.
Efectivamente, en su sentido más amplio,
la modificación genética no es un fenómeno nuevo: el intercambio de genes se
produce de forma natural, por ejemplo, en la reproducción sexual. El hombre ha
intentado durante décadas influir en la manera en que plantas y animales
intercambian sus genes, pero el proceso ha sido bastante menos preciso de lo
que se pensaba.
Por ejemplo, la manera convencional de
reproducción por polinización cruzada produce un gran número de nuevas cepas de
plantas, de las cuales puede que solamente en una se logren las características
deseadas. Es un proceso que requiere mucho tiempo y que, a menudo, no alcanza
el éxito.
Ha sido en estos últimos años cuando la
biotecnología ha adquirido una nueva dimensión en virtud del aislamiento de genes
y grupos de genes que han sido capaces de realizar los científicos, así como en
base al conocimiento de sus funciones específicas. Además, los científicos
pueden mover los genes de un ser vivo a otro, dando lugar a un proceso
denominado “modificación genética”, de gran importancia para el futuro de la
humanidad en numerosas áreas.
Pese a los temores que en algunos
sectores puede despertar este dominio sobre la naturaleza, la verdad es que
este conjunto de técnicas ofrece enormes beneficios. Así, en la producción de
alimentos, si los genes que en el trigo salvaje confieren resistencia frente a
las plagas pueden ser transferidos a una variedad cultivada de mayor
rendimiento pero vulnerable a dichas plagas, el resultado será una variedad de
trigo mejorada.
La moderna modificación genética es una
herramienta enormemente poderosa porque permite la transferencia genética y la
producción de combinaciones genéticas mejoradas, con mayor precisión y
velocidad.
La biotecnología en la industria farmacéutica
Dentro del sector farmacéutico, la
biotecnología se utiliza en dos áreas fundamentales: para apoyar el desarrollo
de fármacos basados en la química convencional, y para el descubrimiento de
nuevos fármacos basados en la biotecnología, es decir, productos biofarmacéuticos
que se utilizarán como nuevos medicamentos.
La biotecnología sirve a la industria
farmacéutica para ayudar a identificar la causa de la enfermedad, comprender la
función de los genes asociados con esa enfermedad, y proporciona sistemas
alternativos para combatir dicha enfermedad. El proyecto internacional “Genoma
humano”, que está elaborando el mapa de todo el conjunto de genes humanos, va a
contribuir, sin duda, al avance en este terreno.
Un ejemplo de los nuevos productos que se
irían desarrollando en el futuro nos lo dio hace años Zeneca Pharmaceuticals.
Se trata de un producto biofarmacéutico basado en anticuerpos para el cáncer de
colon. Este producto consiste en un enzima ligado a un anticuerpo específico de
tumor que actúa como radioguía y transporta el enzima a la localización tumoral. Una vez en el tumor, el enzima es
liberado y convierte una molécula profármaco (que se administra aparte) en un
potente compuesto destructor de células, pero sólo en la proximidad de estas
células cancerosas. Este método altamente preciso de atacar las células
cancerosas, reduce los efectos tóxicos secundarios asociados con muchas de las
antiguas terapias.
El futuro inmediato
Al igual que ocurre con todos los nuevos
descubrimientos, además de sus beneficios también existen algunos riesgos
potenciales. Sin embargo, frente a la actitud negativa de Alemania (donde, por
ejemplo, sólo se autorizaron el pasado año cinco parcelas experimentales de
cultivos vegetales modificados genéticamente, frente a las más de 1.000 en
Estados Unidos) están las actitudes coherentemente positivas de países como
Estados Unidos o Gran Bretaña.
Desde luego es preciso disponer de una
legislación equilibrada que reconozca la necesidad de garantías públicas, tal
como sucede en estos dos países. En Estados Unidos, el Instituto Nacional de la
Salud, el ministerio de Agricultura, la Agencia de Protección Ambiental y la
FDA, contemplan el empleo de la biotecnología y, recientemente, anunciaron que
los productos biotecnológicos deberán ser también evaluados como cualquier otro
producto. Antes de llegar a esta conclusión, los representantes escucharon las
opiniones tanto de los defensores como de los detractores de la biotecnología.
Por su parte, Gran Bretaña, los organismos administrativos relacionados con la
biotecnología e incluyen los Departamentos de Medio Ambiente, Comercio e
Industria y el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, además de la
Comisión de salud y Seguridad.
Afortunadamente la moderna biotecnología
ofrece un alto nivel de seguridad ya que esta requiere precisión y
–evidentemente- la precisión es una parte integral de la biotecnología. La
biotecnología permite, en definitiva, el control de las características de
plantas y animales de una forma mucho más predecible y responsable de lo que
hasta ahora era posible.
Con la legislación adecuada y el trabajo
serio de las grandes compañías de biociencia, será posible encontrar nuevas y
mejores soluciones a problemas básicos como son la lucha contra la enfermedad,
la producción de alimentos para una población creciente y la reducción de la
contaminación y daño medioambiental.
Una garantía final que no debemos olvidar
es el enorme poder de las técnicas analíticas actuales. Si estas son capaces de
detectar –por ejemplo- un simple grano de azúcar en una piscina de tamaño
olímpico, ¿tendría sentido preguntarse si esto representaría un riesgo real –o
simplemente hipotético- para un bañista diabético?
¿Por dónde va la biotecnología?
Algunos de los ejemplos que ya, hoy en
día, representan las ventajas derivadas del desarrollo de la biotecnología, se
podían encontrar hace ya más de una década en Zéneca, un grupo internacional de
biociencia de amplia base, que abarcaba tanto productos farmacéuticos como
agroquímicos, semillas y especialidades químicas.
Si en el terreno farmacéutico ya estaba
desarrollando la terapia con profármacos enzimáticos dirigidos por anticuerpos,
en otros sectores ya disponía de productos en el mercado desarrollados por
biotecnología tales como:
Semillas de remolacha azucarera, maíz,
girasol y sorgo, mejoradas genéticamente para aumentar su rendimiento, así como
otras semillas resistentes a determinadas plagas y condiciones climatológicas
adversas.
Tomates modificados genéticamente para
que la recolección pueda esperar hasta su completa maduración, sin que por ello
se vuelvan demasiado blandos para su manipulación, desarrollando así todo su
sabor y color natural, el cual –hasta ahora- se conseguía mediante gas etileno.
Un plástico biodegradable (“Biopol”)
elaborado por las bacterias cuando se alimentan con azúcar. Las bacterias
depositan “Biopol” de la misma forma que los seres humanos depositan grasa. El
plástico es extraído de las bacterias, refinado y utilizado en la fabricación
de envases no retornables.
Un aditivo (“Ecosyl”) obtenido a partir
de bacterias, que se utiliza para convertir la hierba en ensilaje, evitando que
los agricultores tengan que utilizar productos químicos fuertes como el ácido
sulfúrico.
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