Las tres grandes áreas de negocio de este grupo internacional de biociencia compartían un mismo objetivo: investigar para mejorar la calidad de vida (Artículo publicado en 1995)
Lanzar un nuevo producto al mercado
farmacéutico es una aventura cada vez más difícil y costosa. Los altos costes
que supone la investigación y desarrollo de nuevos fármacos (de cada 10.000
moléculas estudiadas sólo una llega finalmente al mercado) y el dilatado
espacio de tiempo requerido para ello (una media de 10 años) hacen que sólo las
grandes compañías, con potencial suficiente, sean capaces de afrontar este reto
que, a fin de cuentas, es lo que permitirá la viabilidad comercial de las
mismas.
Actualmente estamos asistiendo a un
movimiento continuo de fusiones, adquisiciones, etc., entre diferentes grupos
farmacéuticos. Esto se debe a la tendencia a aglutinar recursos suficientes
para dar respuesta a las necesidades de la clase médica a través del
descubrimiento y desarrollo de nuevos fármacos más eficaces y mejor tolerados.
Uno de los ejemplos más claros de
orientación a la I+D lo representa la multinacional Zéneca que ahora acaba de
cumplir dos años como grupo independiente, tras su segregación en 1993 del
grupo químico ICI.
El artífice de su segregación fue Denys
Henderson, que acaba de jubilarse y al que los analistas financieros han
definido como “el hombre que partió en dos a ICI... y ganó”.
Efectivamente, el tiempo (el poco tiempo, en
realidad) transcurrido desde entonces ha venido a darle la razón. La clara
diferenciación existente entre los negocios de biociencia (productos
farmacéuticos, agroquímicos y semillas, y especialidades químicas) y los
restantes negocios de la química ICI, justificaban aquella decisión. El fin era
dotar de una total independencia y adecuados recursos a esos negocios cuya
razón de ser estriba en los resultados que se obtengan de su I+D.
Sin embargo, y a diferencia de otros grupos
farmacéuticos internacionales, la investigación de Zéneca no se centra sólo en
su área farmacéutica (Pharmaceuticals) sino que abarca también otras
parcelas en estrecha relación con la misma, como son, por ejemplo: funguicidas,
insecticidas y herbicidas para mejorar la sanidad de los cultivos (Agrochemicals),
variedades mejoradas de semillas (Seeds), defensa de la salud humana
frente a las enfermedades transmitidas por insectos y roedores (Public
Health), desarrollo de alimentos de superior calidad y mejora de diversos
cultivos a través de la biotecnología (Plant Science) y un amplio grupo de
negocios (Specialties) basados en la química orgánica y la
biotecnología, entre cuyos logros se encuentran un plástico biodegradable, un
alimento alternativo a la carne, sin colesterol y rico en proteínas y fibra,
diagnósticos para la identificación genética, desinfectantes para superficies
sólidas o incluso para el agua de las piscinas, etc.
La singularidad de Zéneca
Los recursos globales destinados por Zéneca
a I+D alcanzaron el pasado año los 518 millones de libras, correspondiendo el
58% al área farmacéutica, un 31% a agroquímicos y semillas y el 11% a las
especialidades químicas. De sus 30.000 empleados, el 23% se dedica
exclusivamente a I+D (3.500 en el área farmacéutica, 2.100 en agroquímicos y
semillas, y 1.400 en los otros negocios).
Sin embargo, no es este enorme potencial lo
que hace diferente a Zéneca, sino la forma en que todos sus equipos de
investigación comparten recursos e intercambian opiniones y experiencias.
Los científicos de Zéneca disponen de un
banco en el que se encuentran 400.000 compuestos previamente analizados o
sintetizados, así como dos grandes laboratorios, Central Toxicology
Laboratory, para evaluar la seguridad de sus productos en el hombre, y Brixham
Environmental Laboratory, para evaluar la seguridad medioambiental de los
mismos.
Las sinergias derivadas de esta organización
tienen ejemplos muy significativos: Arimidex, un nuevo producto para
tratamiento de cáncer de mama se aprovechó de las investigaciones previas
llevadas a cabo con unos compuestos que se evaluaban como potenciales
funguicidas agrícolas, lo que permitió acelerar la investigación farmacéutica.
Otro ejemplo vino dado por los científicos
del Laboratorio Central de Toxicología cuando –investigando un compuesto que
podía ser candidato como herbicida, descubrieron que tenía potencial
terapéutico en un trastorno humano denominado tirosinemia tipo 1 (una
enfermedad que causa trastornos hepáticos y sanguíneos y suele ser fatal, pero
que –gracias a este descubrimiento- dispone ahora de un medicamento eficaz para
salvar la vida de los niños afectados por la misma).
Un nuevo producto cada año
Actualmente Zeneca Pharmaceuticals
tiene en cartera más de 20 productos, en distintas fases de desarrollo, para su
lanzamiento durante estos próximos años.
Tras el reciente lanzamiento de Meronem
(meropenem), un antibiótico betalactámico de amplio espectro, para uso
hospitalario, Zéneca se prepara para lanzar otros nuevos productos dirigidos a
áreas terapéuticas tan importantes como el cáncer, el asma o la esquizofrenia.
Los más inminentes serán Casodex
(bicalutamida) para cáncer de próstata, Arimidex (anastrozol) para cáncer de
mama, y Accolate (zafirlukast), un nuevo tratamiento oral para el asma. A estos
seguirán Tomudex (raltitrexed) para el cáncer colorrectal y Seroquel
(quetiapina) para la esquizofrenia.
David Barnes, director ejecutivo de Zéneca.
Ya ha anunciado unos planes de expansión por un coste aproximado de 100
millones de libras durante los dos próximos años, incluyendo 35 millones de
libras para la ampliación de su principal centro de producción farmacéutica en
Macclesfield (Reino Unido) así como otras inversiones en sus plantas de
fabricación de productos farmacéuticos.
En el caso de España, el centro de
producción de Zéneca Farma en Galicia ha visto reforzada su posición
estratégica (producción para Portugal y otros países europeos) con una
inversión de 400 millones de pesetas, la mayor parte de los cuales van
destinados a una nueva sala de granulación cuya finalización está prevista para
este mismo año.
Apoyar la investigación, labor de todos
El médico y la sociedad demandan cada día
nuevos y más eficaces productos para vencer las enfermedades y mejorar la
calidad de vida de los pacientes. Algo que no puede lograrse sin unos amplios
recursos destinados a I+D.
De cara al futuro, sólo las compañías
capaces de descubrir y desarrollar nuevos fármacos serán comercialmente viables
y para ello hay que afrontar primero el enorme coste que supone la I+D de
cualquier nuevo fármaco. Apostar por la investigación y apoyar la misma, es
apostar por el futuro.
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