A pesar de los enormes avances de la
medicina en estos últimos años, son muchas también las enfermedades que todavía
continúan siendo incurables. Para lograr avanzar en este camino se hace
necesario el descubrimiento y desarrollo de nuevas moléculas, de las que sólo
una entre 10.000 llega a comercializarse como medicamento.
Es este un largo y laborioso camino que
exige un período de tiempo de 10 a 15 años hasta que, en caso de éxito, se
consigue un nuevo principio activo capaz de vencer con más eficacia y seguridad
cualquiera de las múltiples enfermedades que afectan al ser humano. Todo este
proceso investigador ha de ser costeado con los beneficios que producen los
medicamentos ya comercializados y que, a su vez, fueron el resultado final de
un proceso similar. El apoyo de la clase médica y de las instituciones a las
compañías que vuelcan todo su esfuerzo en investigación hacen posible este
milagro y garantizan un futuro con mejor calidad de vida a las generaciones
venideras.
La inversión necesaria para lanzar un
nuevo producto al mercado mundial se ha disparado de forma vertiginosa en las
últimas décadas. Si en 1967 eran necesarios, por término medio, 22 millones de
dólares, en 1977 eran necesarios 54 y en 1987, 231 millones de dólares,
considerando además ese período de tiempo (de 10 a 15 años) necesarios para el
desarrollo antes de alcanzar la autorización de comercialización.
Sin embargo una visión panorámica de la
salud mundial nos muestra que más de dos tercios de las enfermedades siguen
siendo incurables y que, además, continúan apareciendo otras nuevas. Nunca ha
existido, por tanto, una necesidad mayor de innovaciones médicas que faciliten
la labor del médico y resuelvan los problemas de los pacientes. En este sentido
sólo unos elevados recursos destinados a I+D serán capaces de responder a estas
necesidades y garantizar, al mismo tiempo, el futuro de las compañías
farmacéuticas.
Una de las compañías que más esfuerzos ha
dedicado a esta área ha sido Zéneca, el grupo multinacional que integraba los
negocios de biociencia anteriormente del grupo ICI, y que destinó en el
transcurso de su primera década en torno a los 4.800 millones de euros en
nuevas instalaciones y recursos para Investigación y Desarrollo.
Esta compañía se ha fijó como objetivo
destinar a los programas de I+D en el área de la medicina humana un mínimo del
15 por ciento de sus ventas anuales, porcentaje que fue frecuentemente superando.
Así, Zéneca ocupó el puesto número 18 entre las compañías que mayores recursos
destinaban a I+D en todo el mundo. Dichos recursos se repartían entre diversas
áreas terapéuticas importantes, sobresaliendo las áreas de oncología,
cardiovascular y enfermedades infecciosas.
De todos es sabido que el cáncer es una
enfermedad con una clara incidencia en las personas de mayor edad. Si en 1990
una de cada siete personas de la Comunidad Europea tenía más de 65 años, dentro
de 25 años lo serán una de cada cinco. En este contexto vemos cómo cada año se
detecta un millón de nuevos casos de cáncer, siendo la segunda enfermedad en
cuanto a causa de mortalidad se refiere.
Por ello los recursos de Zéneca en esta
área ocuparon un lugar destacado. La inauguración en Alderley Park (Reino
Unido) de los nuevos Laboratorios de Investigación en Cáncer y Cardiovascular, supusieron
una inversión superior a los 24 millones de euros.
Cabe también destacar que disponía en
esos años de nuevas terapias contra el cáncer, en distintas etapas de
desarrollo, entre las que podemos destacar las destinadas a tratar el cáncer de
mama, próstata y colorrectal.
Por lo que se refiere a la I+D en
cardiovascular, los programas de Zéneca estaban evaluando inhibidores más
eficaces de la síntesis del colesterol y buscando nuevos agentes capaces de
prevenir, detener o invertir el progreso del ateroma. Unas investigaciones que
se llevaban a cabo en colaboración con el Bayor College of Medicine, de Houston
(Estados Unidos).
Finalmente, en el área de las
enfermedades infecciosas, Zéneca ha desarrollado un antibiótico betalactámico
inyectable de amplio espectro, meropenem, que está mostrando un alto nivel de
eficacia en el tratamiento de un gran número de infecciones hospitalarias.
Paralelamente, un acuerdo llevado a cabo
recientemente con Liposome Technology Inc., hará posible disponer de una nueva
formulación lipídica de anfotericina B, para el tratamiento de las infecciones
fúngicas sistémicas que, con frecuencia, aparecen en los enfermos
inmunodeprimidos de las Unidades de Cuidados Intensivos.
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