viernes, 20 de abril de 2012

La inversión es el futuro


Las grandes compañías farmacéuticas concentran esfuerzos y capacidades para afrontar el reto de su subsistencia durante el próximo siglo (Artículo escrito en 1995)

La industria farmacéutica se encuentra inmersa en un intenso proceso de cambio, donde –a través de adquisiciones, fusiones, etc.- se van creando nuevos grupos farmacéuticos. Esta concentración permite soportar unos gastos de I+D cada día más cuantiosos y sin los cuales resultará muy difícil subsistir en el futuro.

También, y junto a la química orgánica tradicional, la biotecnología ha irrumpido con fuerza en este mercado y son ya muchas las compañías farmacéuticas que, bien por ellas mismas o en alianzas concretas con diversas compañías de biotecnología, se apuntan a la obtención de nuevos fármacos a través de esta incipiente y prometedora vía.

Por ejemplo, actualmente las compañías de biotecnología invierten -en conjunto- en la investigación, la nada despreciable cifra de 4 billones de dólares anualmente. Por lo que se refiere a las aplicaciones de la biotecnología en el sector farmacéutico, las áreas donde se están llevando a cabo un mayor número de proyectos son cáncer, inmunología, enfermedades infecciosas y neurología.

Dentro del ranking de compañías farmacéuticas, los porcentajes destinados a I+D vienen a superar el 15% de las ventas, al menos entre los 20 grupos farmacéuticos más importantes.

Aunque la mayoría de estos grandes grupos farmacéuticos se centran exclusivamente en esta área concreta de negocio, hay otros que se han diversificado abarcando áreas próximas, con lo que pueden compartir recursos y rentabilizar al máximo sus operaciones.

Así, por ejemplo, el grupo Zéneca, además del sector farmacéutico (que representa el 43% de sus ventas) abarca también tanto el sector agroquímico como algunos otros sectores específicos de especialidades químicas (biocidas, colorantes, biotecnología, etc.).

Una de las principales ventajas de este planteamiento consiste en que cada equipo de científicos comparte e intercambia constantemente conocimientos y experiencias, y tiene acceso a un banco común en el que se almacena información sobre más de 400.000 compuestos previamente sintetizados y/o analizados. Así no es raro encontrar cómo un principio activo, descartado en una de estas áreas, encuentra posteriormente una utilidad práctica en otra de ellas, aprovechándose de esta forma todo el dinero y esfuerzo invertido.

Si tenemos en cuenta, además, que el tiempo de exclusividad de patente empieza a contar casi desde el mismo instante del descubrimiento del nuevo compuesto, es un imperativo para las compañías farmacéuticas reducir en todo lo posible el tiempo que debe transcurrir hasta la aprobación del fármaco y poder así rentabilizar esas enormes inversiones.

Este plazo de tiempo que venía oscilando entre los 10 y 12 años, ya está siendo reducido de manera significativa por diversas compañías farmacéuticas, habiendo llegado a situarlo alguna de ellas como Zéneca, incluso en siete años.

No olvidemos que el desarrollo de un nuevo fármaco es una empresa de alto riesgo, por cuanto sólo uno de cada 4.000 compuestos sintetizados alcanza la comercialización y sólo uno de cada tres consigue recuperar la inversión realizada.

De cualquier forma, el camino ya es irreversible y han de ser las nuevas vías y métodos de investigación los que permitan a los médicos del siglo XXI practicar una medicina del siglo XXI, no del siglo XX.

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