(AZprensa, Editorial) ¿No os ha pasado estar
viendo una película antigua y contemplar sorprendidos cómo el protagonista
conduce un coche sin cinturón de seguridad? Porque ahora, gracias a las
campañas de seguridad vial (y no sólo a las multas), la gente se ha convencido
de cómo el simple hecho de ponerse el cinturón de seguridad les puede salvar la
vida en caso de accidente.
¿No os sorprende estar viendo una película
–da igual que sea antigua o moderna- y contemplar con la más absoluta
normalidad cómo el protagonista está fumando? Porque resulta que ahora, a pesar
de haberse restringido la posibilidad de fumar en muchos espacios cerrados, se
sigue viendo como un hecho completamente normal el hecho de fumar.
En España mueren cada año 15.000 personas por
culpa del tabaco. En la población adulta, una de cada 10 personas está enferma
de EPOC (la enfermedad del tabaco), y entre mayores de 65 años esta proporción
alcanza a dos de cada 10 personas. Las personas que padecen EPOC (Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica) tienen dificultad para respirar, se asfixian si
intentan subir unos cuantos escalones, su actividad normal se va limitando cada
vez más... ¿Es eso “vida”? Pues esa es la “recompensa” que da el tabaco a
muchos fumadores. Es cierto que no a todos, pero también es cierto que la EPOC
es una enfermedad que no existiría si no existiese el tabaco. Así de sencillo.
Hay campañas de publicidad, prohibiciones...
pero nada de esto es eficaz mientras se siga viendo como “normal” el hecho de
encender un cigarrillo, el hecho de ofrecer un cigarrillo a nuestro
acompañante, el hecho de fumar al lado de otras personas a las que no hemos
preguntado si les apetece respirar nuestro humo. ¿Se imagina un fumador cómo se
sentiría si la persona que tenemos al lado se estuviese haciendo daño a sí
misma y encima nos obligase a que también nosotros nos hiciésemos daño de igual
forma? Pues eso es lo que hacen los fumadores, no sólo se hacen daño a si
mismos, sino también a quienes les rodean; y además ese daño que se hacen a si
mismos lo hacen de forma tan paulatina que cuando quieran darse cuenta el daño
ya será irreparable.
Mientras se siga viendo el hecho de fumar
como algo normal, lo único normal seguirá siendo el empobrecimiento de la
calidad de vida de todos los fumadores (de unos más y otros menos, pero a fin
de cuentas: de todos), y la muerte anticipada de muchos fumadores activos... y
también de los pasivos.
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