Según datos del Colegio de Farmacéuticos de Madrid, dos de cada diez farmacias rurales en la Comunidad de Madrid obtienen unos beneficios netos inferiores a 1.500 euros al mes y muchas de la sierra norte presentan incluso ingresos inferiores a 1.000 euros. Algunas de ellas no alcanzan ni las 300 recetas dispensadas al mes.
A pesar de la baja rentabilidad económica, la farmacia rural presta un servicio farmacéutico insustituible y atiende todo tipo de emergencias sanitarias a cualquier hora del día. Las farmacias rurales ofrecen así un servicio de guardia de 24 horas gracias a una rotación diaria entre ellas. Hasta 36 guardias realizan al año de media, un servicio que es también deficitario para sus profesionales.
Si la facturación media de las guardias nocturnas en la Comunidad de Madrid es de 31,3 euros, en la farmacia rural sólo alcanza los 3,4 euros y en un 70 por ciento de los casos la facturación es nula.
Difícilmente el sector puede mantener este nivel de servicios en una situación de crisis económica y con una política farmacéutica del Gobierno de continuos recortes que están empobreciendo a la farmacia y debilitando una red asistencial que es una piedra angular del Sistema Nacional de Salud.
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