Los médicos estaban clasificados en categorías según su
poder de prescripción. A los de primera categoría (los que hacían más recetas)
se les visitaba todos los meses. Como, lógicamente, no se podía caer en la
machaconería y el aburrimiento, cada dos meses se hacían folletos nuevos (con
nuevas imágenes, nuevo diseño, y si se podía, nuevas indicaciones).
En esta ocasión, para la visita que promocionaba
Stenobolone, se hizo este otro folleto que reflejaba una situación que preocupa
a todas las madres, y es esa cuando “a veces también al niño hay que darle
cuerda”. En el interior se explicaba que “cuando el niño ya está cansado,
triste y sin vitalidad, el tratamiento con Stenobolone le devuelve el dinamismo
de una forma eficaz, rápida y sencilla”.
Se hablaba de que este esteroide suponía un aporte de
energía “puramente fisiológico” y estaba indicado en trastornos del apetito y
de la nutrición, convalecencias, infecciones crónicas, astenia, prematuridad y
distrofias del lactante y retrasos puberales.
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