(AZprensa) La figura del Visitador Médico ha acompañado al médico desde
los orígenes de la industria farmacéutica, ya que era ellos los encargados de
dar a conocer al médico las características de los medicamentos que se iban
descubriendo y poniendo a su disposición. En un sector de tanta innovación como
el de la industria farmacéutica (tan solo las telecomunicaciones y la industria
aeroespacial destinan más dinero a investigación) era lógico que continuamente
se descubriesen nuevos y mejores fármacos, y en consecuencia era necesario que
hubiese unos profesionales dispuestos a patear las calles y visitar uno por uno
a todos los médicos para darles a conocer estas novedades y por supuesto convencerlos
de su utilidad para que las recetasen.
El nombre de Visitador Médico es el más popular, aunque
existen otros más “finos” como Delegado de Visita Médica o Delegado Científico.
Pero también existían otros con menos glamour, que ya quedaron en
desuso, como los de Representante, Vendedor, Viajante o Agente de Propaganda.
Era común esa figura del hombre bien trajeado, acompañado de
una inmensa cartera, que acudía a la consulta del médico y esperaba junto a los
pacientes desde unos pocos minutos a unas cuantas horas, hasta que el médico
decidía atenderlo (para desagrado de los pacientes si veían que éste se colaba
antes que ellos).
Antes, los Visitadores Médicos se elegían entre aquellas
personas dotadas con un mejor “don de gentes”; es decir, gente con buena
presencia, facilidad de palabra, trato agradable, extrovertidos, etc. La
formación era lo de menos, con que se aprendiesen de memoria lo que ponía en el
folleto, era suficiente; lo importante era que supieran “pedir la receta” de
manera eficiente. Por eso, se reclutaba el personal del campo de los agentes
comerciales de cualquier tipo de producto (electrodomésticos, alimentación,
etc.) aunque también se reclutaban algunos estudiantes fracasados de Medicina o
Farmacia. Después la cosa cambió, se fue profesionalizando este oficio, y ya
solo accedieron a él prácticamente titulados universitarios, fundamentalmente
en los campos de la Medicina, Farmacia, Biológicas, etc. Con esta formación,
los Delegados Científicos, podían charlar de tú a tú con el médico respecto a
aspectos técnicos de medicina. Pero la empatía era y es algo que siempre tenía
que estar presente, porque si después no hay receta, no vale de nada el
esfuerzo realizado.
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