miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tan suave como una pluma


En la publicidad farmacéutica se han utilizado siempre las analogías para trasladar al médico de una forma muy gráfica y fácilmente recordable, las principales propiedades de cada medicamento a fin de conseguir el adecuado impacto y recuerdo para que pueda luego recetarlo.

El acetónido de fluocinolona, uno de los corticoides tópicos de mayor éxito en la historia de la Dermatología (a pesar de ser descubierto en 1957 todavía hoy se sigue utilizando con eficacia no superada), estaba a disposición de los médicos en numerosas formulaciones para adaptarlo a la indicación de que se tratase: había formulaciones para su administración como crema dermatológica para su aplicación sobre la piel, también por vía rectal, o en spray nasal, o en gotas para los oídos... pero faltaba una formulación. ¿Qué pasaba en determinadas afecciones, como el eritema solar, cuando la simple aplicación de una crema supone un suplicio? Se precisaba una vehiculización que fuese “tan suave como una pluma” para poder aplicar el producto sin causar ningún dolor sobre la piel. Esa formulación fue la espuma, mediante un envase presurizado que la extendía sobre la piel sin ejercer la más mínima presión sobre aquella y evitando en consecuencia ese dolor.

Para el lanzamiento de Synalar Espuma se creó un folleto con esa frase de portada, “tan suave como una pluma”, y una fotografía a todo color de un precioso cisne (parecido al de la fotografía en blanco y negro que acompaña este comentario).

El producto era realmente innovador (estamos hablando de los años 70) y tanto era así que el visitador médico, en un momento de la presentación, sacaba una cartulina de color rosa, cogía un envase de Synalar Espuma y pulverizaba sobre dicha cartulina. El médico podía comprobar “in situ” cómo el producto se extendía de manera uniforme y sin necesidad de tocar la cartulina, e igualmente podía pasar un dedo por la superficie de la espuma y comprobar su excelente calidad cosmética.

Synalar Espuma tuvo un éxito relativo, a pesar de su buena eficacia y extraordinario modo de aplicación, y eso fue debido a su alto precio: el coste del envase y del proceso de fabricación era muy elevado y no quedaba más remedio que repercutirlo en el precio final. Por esto, pasados unos años, cuando el precio de venta al público no subía pero sí lo hacían los salarios y los precios de los componentes de envasado y fabricación, dejó de ser rentable y por ello tuvo que retirarse del mercado. Sólo aquellos que tuvimos la oportunidad de tocar esa espuma podemos dar fe de que era realmente “tan suave como una pluma”.

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