En la publicidad farmacéutica se han utilizado siempre las
analogías para trasladar al médico de una forma muy gráfica y fácilmente
recordable, las principales propiedades de cada medicamento a fin de conseguir
el adecuado impacto y recuerdo para que pueda luego recetarlo.
El acetónido de fluocinolona, uno de los corticoides tópicos
de mayor éxito en la historia de la Dermatología (a pesar de ser descubierto en
1957 todavía hoy se sigue utilizando con eficacia no superada), estaba a
disposición de los médicos en numerosas formulaciones para adaptarlo a la
indicación de que se tratase: había formulaciones para su administración como
crema dermatológica para su aplicación sobre la piel, también por vía rectal, o
en spray nasal, o en gotas para los oídos... pero faltaba una formulación. ¿Qué
pasaba en determinadas afecciones, como el eritema solar, cuando la simple aplicación
de una crema supone un suplicio? Se precisaba una vehiculización que fuese “tan
suave como una pluma” para poder aplicar el producto sin causar ningún dolor
sobre la piel. Esa formulación fue la espuma, mediante un envase presurizado
que la extendía sobre la piel sin ejercer la más mínima presión sobre aquella y
evitando en consecuencia ese dolor.
Para el lanzamiento de Synalar Espuma se creó un folleto con
esa frase de portada, “tan suave como una pluma”, y una fotografía a todo color
de un precioso cisne (parecido al de la fotografía en blanco y negro que
acompaña este comentario).
El producto era realmente innovador (estamos hablando de los
años 70) y tanto era así que el visitador médico, en un momento de la
presentación, sacaba una cartulina de color rosa, cogía un envase de Synalar
Espuma y pulverizaba sobre dicha cartulina. El médico podía comprobar “in situ”
cómo el producto se extendía de manera uniforme y sin necesidad de tocar la
cartulina, e igualmente podía pasar un dedo por la superficie de la espuma y
comprobar su excelente calidad cosmética.
Synalar Espuma tuvo un éxito relativo, a pesar de su buena
eficacia y extraordinario modo de aplicación, y eso fue debido a su alto
precio: el coste del envase y del proceso de fabricación era muy elevado y no
quedaba más remedio que repercutirlo en el precio final. Por esto, pasados unos
años, cuando el precio de venta al público no subía pero sí lo hacían los
salarios y los precios de los componentes de envasado y fabricación, dejó de
ser rentable y por ello tuvo que retirarse del mercado. Sólo aquellos que
tuvimos la oportunidad de tocar esa espuma podemos dar fe de que era realmente
“tan suave como una pluma”.
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