Yo pude presenciar cómo una revista médica “saltó por los
aires” (sic). Esto sucedió a finales de los años 70 cuando trabajaba en
Laboratorios Latino. Las oficinas estaban en la última planta y esa superficie
diáfana se había parcelado con paneles de madera por abajo y cristal esmerilado
por arriba para formar los dspachos; pero los paneles no llegaban hasta el
techo, por lo que había que tener cuidado con lo que se decia porque el sonido
llegaba a los despachos cercanos. El director de Latino, Carlo de Franceschi,
donde disfrutaba de verdad era con la gente de Marketing, de ahí que en alguna
ocasión compartiese despacho en aquella planta, y no en la planta noble (la
planta baja) en donde tenía su lujoso despacho habitual.
En Latino teníamos una revista que se enviaba mensualmente a
todos los médicos: Medicamenta. Una revista de gran acogida entre todos los
médicos y que llevaba muchos años de historia. Pero esa revista sólo llevaba
publicidad de nuestro laboratorio y por consiguiente no generaba ningún ingreso
directo... sólo gastos, de ahí que su coste se repartiese proporcionalmente en
los presupuestos de cada uno de nuestros productos en promoción, los cuales se
anunciaban ahí.
La inflación subía cada año más y se hacía necesario
recortar gastos. El director les encargó a los responsables de la revista que
buscasen alguna forma de ahorrar y estos pensaron que quizás se podía utilizar
otro tipo de encuadernación para abaratar los costes. Así lo hicieron y
llegaron un día a ese despacho para presentarle la maqueta de la nueva
encuadernación en donde las hojas iban pegadas al lomo. Eso es lo que creían.
Cuando De Franceschi abrió la revista y vio que las páginas empezaban a
soltarse, fue él mismo quien también se soltó, lanzando todo tipo de gritos y
lanzando también la revista hacia el techo.
Alertados por los gritos, todos dirigimos la vista hacia el
despacho del director y pudimos ver cómo por la parte superior de las mamparas
de dicho despacho subía hasta el techo una revista deshojada y caía más deshojada
aún y balanceándose por el aire. Ni que decir tiene que esa propuesta no
fructificó y poco después tomó la drástica decisión de cortar por lo sano, no
la cabeza de aquellos responsables, sino la continuidad de la revista que tras
muchos años en el mercado desapareció. Pero en la memoria me quedará para
siempre la imagen de esas hojas sueltas de la revista que bajaban balanceándose
por los aires en medio del estruendo de los gritos del director...
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